Deuteronomio ‒ Puntos sobresalientes del libro de Deuteronomio

Puntos sobresalientes de la Biblia en Deuteronomio ‒ Con textos explicados y lecciones prácticas


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Puntos Sobresalientes de la Lectura de la Biblia ‒ Deuteronomio


1. Contexto histórico
2. Estructura del libro
3. Resumen del libro
4. Puntos Sobresalientes
5. Importancia y beneficios

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Deuteronomio ‒ Contexto histórico


DEUTERONOMIO, LIBRO DE

El nombre hebreo de este quinto libro del Pentateuco es Deva•rím (Palabras), que se deriva de las palabras con las que da comienzo el texto hebreo. El nombre “Deuteronomio” se toma del título que se le da al libro en el texto griego de la Septuaginta, Deu•te•ro•nó•mi•on, cuyo significado literal es “Segunda Ley”, “Repetición de la Ley”. Este título se toma a su vez de la traducción griega de la expresión hebrea que aparece en Deuteronomio 17:18, misch•néh hat•toh•ráh, expresión que debidamente traducida significa ‘copia de la ley’.
La autenticidad de Deuteronomio como libro del canon bíblico y el que Moisés fuese su escritor son hechos reconocidos, pues los judíos siempre han considerado este libro como parte de la ley mosaica. La prueba de su autenticidad es básicamente la misma que la de los otros cuatro libros del Pentateuco. (Véase PENTATEUCO; también otros libros bíblicos por su nombre.) Jesús es la autoridad más importante para determinar la autenticidad de Deuteronomio, pues citó de él en tres ocasiones cuando rechazó las tentaciones de Satanás el Diablo. (Mt 4:1-11; Dt 6:13, 16; 8:3.) Además, cuando Jesús respondió a la pregunta en cuanto a cuál era el mayor y el primer mandamiento, se remitió a Deuteronomio 6:5. (Mr 12:30.) Asimismo, Pablo cita de Deuteronomio 30:12-14; 32:35, 36. (Ro 10:6-8; Heb 10:30.)
El libro de Deuteronomio abarca un período de tiempo de algo más de dos meses del año 1473 a. E.C. Este libro se escribió en las llanuras de Moab y consiste en cuatro discursos, una canción y una bendición pronunciada por Moisés cuando Israel estaba acampado en los límites de Canaán, antes de entrar en esta tierra. (Dt 1:3; Jos 1:11; 4:19.)
Propósito. Pese al significado de su nombre, no es una segunda ley ni una repetición de toda la Ley, sino, más bien, una explicación de la misma, como se dice en Deuteronomio 1:5. Este libro exhorta a Israel a que sea fiel a Jehová, poniendo como ejemplo que debía evitarse a la generación que vagó por el desierto durante cuarenta años. Moisés explica y detalla algunos de los puntos importantes de la Ley y sus principios en vista del cambio que les iba a acontecer a los israelitas cuando se establecieran de forma permanente en aquella tierra. Reajusta algunas leyes y da otras reglas sobre cómo habrían de gobernarse, teniendo presente que iban a ser residentes permanentes en la Tierra Prometida.
Al exhortarles y llamarles para celebrar este pacto renovado con Jehová por medio de Moisés, el libro de Deuteronomio subraya notablemente la importancia del conocimiento, la enseñanza y la instrucción. Las palabras “enseñar”, “enseñanza” y “enseñado” aparecen mucho más a menudo en Deuteronomio que en Éxodo, Levítico o Números. Moisés explica que Jehová estaba enseñando a Israel al alimentarlos con maná. (Dt 8:3.) Les dice a los israelitas que pongan la ley de Jehová como venda frontal entre sus ojos y sobre los postes de las puertas de sus casas y sobre sus puertas (6:8, 9). Les manda que inculquen la Ley en sus hijos (6:6, 7). Se dan instrucciones para que se lea la Ley cada séptimo año, durante el tiempo de la fiesta (anual) de las cabañas (31:10-13). También se dieron instrucciones especiales para el rey que Israel pudiera tener en el futuro. Este habría de escribir para sí una copia de la Ley y leer en ella cada día (17:18-20). Antes de que Israel saliese a la batalla, los sacerdotes tenían que exhortar al pueblo para que mostrase fe y valor, y asegurarles la victoria, pues Jehová, su Dios, iba con ellos (20:1-4). Cuando entraran en la Tierra Prometida, tenían que dividir las tribus en dos grupos: uno en el monte Ebal y el otro en el monte Guerizim, y entonces tendría que leerse la ley de Dios (27:11-26; compárese con Jos 8:33-35).
Se destaca el amor. En Deuteronomio también se destaca el amor, la bondad y la consideración. La propia palabra “amor”, bien como sustantivo o como verbo, aparece con una frecuencia cinco veces mayor en Deuteronomio que en los libros de Éxodo, Levítico y Números combinados. También se recoge en este libro el mandamiento más importante que Jesús citó (Mt 22:36, 37), diciendo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y con toda tu fuerza vital”. (Dt 6:5; véase también 10:12; 11:13.) Jehová declara su amor a Israel en repetidas ocasiones (7:7-9; 23:5; 33:3). El mismo tono de Deuteronomio pone de relieve el amor de Jehová por su pueblo: “¡Si tan solo desarrollaran este corazón suyo para temerme y guardar todos mis mandamientos siempre, a fin de que les vaya bien a ellos y a sus hijos hasta tiempo indefinido!” (5:29). En Deuteronomio encontramos repetidas veces expresiones tales como “para que te vaya bien” y “te mantengas vivo” (4:40; 5:16; 6:3; 22:7; 30:19, 20).
Aunque Israel tendría que afrontar la experiencia de la guerra para tomar la tierra, Jehová no pasó por alto la consideración amorosa. La victoria no era tan importante o urgente como para exigir sacrificios extremados. El hombre que estuviese comprometido se hallaba exento de ir a la batalla. (Dt 20:7.) También se eximía al recién casado, a fin de que pudiese cuidar a su esposa y ella tener a su esposo al menos un año completo (24:5). Si un hombre había plantado una viña y no había comido su fruto, o había edificado una casa y no la había estrenado, se le excusaba de guerrear para que pudiera disfrutar del fruto de su trabajo (20:5, 6).
Se dieron indicaciones explícitas sobre la participación en las guerras y la conquista de Canaán. Los asustadizos tenían que ser enviados a sus casas para que no descorazonaran también a sus hermanos. (Dt 20:8.) A las ciudades de las naciones cananeas mencionadas específicamente cuya iniquidad era notoria, había que darlas por entero a la destrucción sin falta, pero a las ciudades que no pertenecían a esas naciones se les daba la opción de rendirse o ser destruidas. Si se rendían, se les ponía bajo trabajo forzado, pero la Ley prescribía que se tratase con bondad a los esclavos y que no se violase a las mujeres, ni tan siquiera a las de las ciudades conquistadas. Si una ciudad rehusaba rendirse, debía darse muerte a todos los varones, y solo se dejaba con vida a los pequeñuelos y las vírgenes (20:10-18; compárese con Nú 31:17, 18). Cuando los israelitas sitiaban una ciudad, no se les permitía talar los árboles frutales para ese fin. (Dt 20:19, 20.)
También se tenía consideración a los animales. Se prohibía de forma específica que se arrebatase del nido un ave que tuviese cría, porque su vulnerabilidad se debía al instinto de protección de su prole. A ella se la dejaba escapar, pero el israelita podía quedarse con los polluelos; de ese modo la madre quedaba libre para tener más cría. (Dt 22:6, 7.) No se le permitía al labriego enyuntar un asno con un toro, pues en ese caso se haría trabajar demasiado al animal más débil (22:10), ni poner bozal al toro durante la trilla del grano, para que no sufriese por tenerlo tan al alcance de la boca y no poder comerlo a pesar del hambre y del esfuerzo (25:4).
Se mostraba consideración en la familia y en la vida social. El hijo primogénito tenía que recibir una porción doble, fuera o no hijo de la esposa favorita. (Dt 21:15-17.) Por primera vez se legisló el matrimonio de cuñado, y se especificaron las sanciones con el fin de dar aún más peso a esta ley (25:5-10). Se prescribió la equidad en las pesas y medidas (25:13-16). La orden de edificar un pretil alrededor del techo de una casa recalcó el alto valor de la vida (22:8). Incluso se mostraba consideración al malhechor que tenía que recibir azotes, pues la Ley limitaba el número de estos a cuarenta (25:1-3). Todas estas reglas detallaron más la Ley y mostraron gran consideración. Al mismo tiempo, conferían a la Ley más rigor.
Advertencias y leyes. Deuteronomio está lleno de advertencias para que no incurrieran en la adoración falsa y la infidelidad, y en este libro también se recogen instrucciones en cuanto a qué hacer para proteger la adoración pura. En Deuteronomio se destaca de forma especial la santidad. A los israelitas se les advirtió que no se casaran con los habitantes de las naciones vecinas, ya que este proceder representaría una amenaza para la adoración pura y la lealtad a Jehová. (Dt 7:3, 4.) Se les previno contra el materialismo y contra estar pagados de su propia justicia (8:11-18; 9:4-6). Se dieron leyes muy enérgicas en cuanto a la apostasía. Tenían que vigilarse para no desviarse a otros dioses (11:16, 17). Se les previno contra los falsos profetas. En dos ocasiones se les dio instrucciones en cuanto a cómo identificar y tratar a un falso profeta (13:1-5; 18:20-22). Incluso si un familiar llegaba a ser apóstata, el resto de la familia no debía apiadarse de él, y tenía que participar en apedrearlo (13:6-11).
Las ciudades de Israel que se volvían apóstatas tenían que ser dadas por entero a la destrucción y no debía conservarse nada para beneficio personal. La ciudad no sería reedificada nunca. (Dt 13:12-17.) Los delincuentes a quienes sus padres no podían controlar tenían que ser lapidados (21:18-21).
La ley concerniente a la manera de proceder ante un asesinato en el que no se había descubierto al homicida subrayaba tanto la santidad de la sangre como el estar libre de culpa de sangre. (Dt 21:1-9.) Dando prueba del celo por la adoración pura, Deuteronomio recoge las prescripciones relativas a quién podía llegar a pertenecer a la congregación de Jehová y cuándo (23:1-8). No podían ser admitidos los hijos ilegítimos hasta la décima generación, y en el caso de los moabitas y los ammonitas, por tiempo indefinido; los eunucos nunca tendrían acceso. Sin embargo, la tercera generación de egipcios y edomitas sí podían llegar a formar parte de la congregación (23:1-8).
Deuteronomio bosqueja el sistema judicial que funcionaría en Israel cuando se estableciera en la Tierra Prometida. En este libro se enumeran los requisitos para los jueces y las disposiciones para los tribunales que estaban en las puertas de la ciudad, siendo el santuario como un tribunal supremo de aquella tierra, cuyos juicios tenía que seguir todo Israel. (Dt 16:18–17:13.)
En Deuteronomio se resalta que Jehová es el Dios único (Dt 6:4) e Israel, su pueblo exclusivo (4:7, 8), así como también el establecimiento de un lugar central de adoración (12:4-7). Se predice a aquel que se levantaría como profeta semejante a Moisés, que hablaría en el nombre de Jehová y a quien todos deberían estar sujetos (18:18, 19).

Libro bíblico número 5: Deuteronomio

Escritor: Moisés
Dónde se escribió: Llanuras de Moab
Cuándo se completó: 1473 a.E.C.
Tiempo que abarca: 2 meses (1473 a.E.C.)
EL LIBRO de Deuteronomio contiene un mensaje dinámico para el pueblo de Jehová. Después de vagar 40 años por el desierto, los hijos de Israel se hallaban al umbral de la Tierra de Promisión. ¿Qué les esperaba? ¿Qué problemas particulares afrontarían al otro lado del Jordán? ¿Qué le diría Moisés finalmente a la nación? También podemos preguntar: ¿Por qué es provechoso para nosotros hoy saber las respuestas a estas preguntas?
2 Las respuestas se hallan en las palabras que Moisés habló y que escribió en el quinto libro de la Biblia: Deuteronomio. Aunque repite mucha información de los libros anteriores, Deuteronomio tiene su propia importancia y prominencia. ¿Por qué? Recalca el mensaje divino, pues se dio en un tiempo de la historia del pueblo de Jehová en que ellos realmente necesitaban acaudillamiento dinámico y dirección positiva. Ellos estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida bajo un nuevo caudillo. Necesitaban ánimo para pasar adelante, y al mismo tiempo necesitaban la advertencia divina que les permitiera seguir el derrotero correcto que llevara a la bendición de Jehová.
3 De acuerdo con la necesidad, Moisés fue impelido vigorosamente por el espíritu de Jehová a exhortar directa y francamente a Israel a la obediencia y la fidelidad. A través de todo el libro él subraya que Jehová es el Dios Altísimo, quien exige devoción exclusiva y desea que su pueblo le ‘ame con todo su corazón y con toda su alma y con toda su fuerza vital’. Él es “el Dios de dioses y el Señor de señores, el Dios grande, poderoso e inspirador de temor, que no trata a nadie con parcialidad ni acepta soborno”. No tolera rivalidad alguna. El obedecerle significa vida; el desobedecerle, muerte. La instrucción de Jehová, como se da en Deuteronomio, era precisamente la preparación y el consejo que Israel necesitaba para las tareas trascendentales que le esperaban. También es la clase de advertencia y consejo que necesitamos hoy día para que podamos seguir andando en el temor de Jehová y santificando su nombre en medio de un mundo corrupto. (Deu. 5:9, 10; 6:4-6; 10:12-22.)
4 El nombre Deuteronomio proviene del título del libro en la versión Septuaginta griega, Deu•te•ro•nó•mi•on, el cual combina déu•te•ros, que significa “segundo”, con nó•mos, que significa “ley”. Por lo tanto, el nombre significa “Segunda Ley; Repetición de la Ley”. Esto se deriva de la traducción griega de la siguiente frase hebrea de Deuteronomio 17:18: misch•néh hat•toh•ráh, que se vierte correctamente ‘copia de la ley’. Sin embargo, a pesar del significado del nombre Deuteronomio, este libro de la Biblia no es una segunda ley ni una simple repetición de la Ley. Más bien, es una explicación de la Ley, que exhorta a Israel a amar y obedecer a Jehová en la Tierra Prometida en la que pronto entraría (1:5).
5 Por ser este el quinto rollo o tomo del Pentateuco, el escritor tiene que haber sido el mismo que escribió los cuatro libros precedentes, a saber, Moisés. La declaración de apertura dice que Deuteronomio contiene “las palabras que Moisés habló a todo Israel”, y expresiones posteriores como: “Moisés escribió esta ley” y “Moisés escribió esta canción” prueban claramente que él lo escribió. Su nombre aparece casi 40 veces en el libro, generalmente como autoridad para las declaraciones que se hacen. La primera persona, refiriéndose a Moisés, se utiliza de manera predominante por todo el libro. Los versículos de conclusión se añadieron después de la muerte de Moisés, y hay gran probabilidad de que su escritor haya sido Josué o el sumo sacerdote Eleazar (1:1; 31:9, 22, 24-26).
6 ¿Cuándo tuvieron lugar los sucesos de Deuteronomio? Al principio, el libro mismo declara que “en el año cuarenta, en el mes undécimo, el primero del mes, Moisés habló a los hijos de Israel”. Al completarse el registro de Deuteronomio, el libro de Josué continúa el relato a partir de tres días antes del cruce del Jordán, lo cual fue en “el diez del mes primero”. (Deu. 1:3; Jos. 1:11; 4:19.) Esto deja un período de dos meses y una semana para los sucesos de Deuteronomio. No obstante, 30 días de este período de nueve semanas se pasaron lamentando la muerte de Moisés. (Deu. 34:8.) Esto quiere decir que casi todos los sucesos de Deuteronomio tienen que haber ocurrido en el undécimo mes del cuadragésimo año. Para fines de ese mes la escritura del libro también tiene que haber estado casi completa, pues la muerte de Moisés ocurrió temprano en el duodécimo mes del cuadragésimo año, o temprano en 1473 a.E.C.
7 Las pruebas que se presentaron ya para apoyar la autenticidad de los primeros cuatro libros del Pentateuco son válidas también para Deuteronomio, el quinto libro. Además, es uno de los cuatro libros de las Escrituras Hebreas que con más frecuencia se citan en las Escrituras Griegas Cristianas; los otros son: Génesis, Salmos e Isaías. Hay 83 citas de ese tipo, y solo seis de los libros de las Escrituras Griegas Cristianas no aluden a Deuteronomio.
8 Jesús mismo da el testimonio más convincente en apoyo de Deuteronomio. Al comienzo de su ministerio se encaró a tres tentaciones del Diablo, y las tres veces respondió: “Está escrito”. ¿Dónde estaba escrito? Pues, en el libro de Deuteronomio (8:3; 6:16, 13), del cual citó Jesús como su autoridad inspirada: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová”. “No debes poner a prueba a Jehová tu Dios.” “Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado.” (Mat. 4:1-11.) Más tarde, cuando los fariseos se le acercaron para ponerlo a prueba respecto a los mandamientos de Dios, Jesús citó en respuesta “el más grande y el primer mandamiento” según Deuteronomio 6:5. (Mat. 22:37, 38; Mar. 12:30; Luc. 10:27.) El testimonio de Jesús señala de modo definitivo que Deuteronomio es auténtico.
9 Además, los sucesos y las declaraciones del libro cuadran exactamente con la situación histórica y los alrededores. Las referencias a Egipto, Canaán, Amaleq, Ammón, Moab y Edom son fieles a los tiempos, y los nombres de lugares se dan con exactitud. La arqueología continúa sacando a la luz prueba tras prueba de la integridad de los escritos de Moisés. Henry H. Halley escribe: “La arqueología ha hablado últimamente de modo tan claro que está causando una reacción decidida hacia el punto de vista conservador [de que Moisés escribió el Pentateuco]. La teoría de que la escritura se desconocía en los días de Moisés ha sido rotundamente refutada. Y cada año se desentierran en Egipto, Palestina y Mesopotamia, tanto en inscripciones como en estratos de tierra, pruebas de que las narraciones de las [Escrituras Hebreas] son verdaderos registros históricos. Y ciertamente la ‘erudición’ está adquiriendo mayor respeto a la tradición de que Moisés fue el escritor”. Así que hasta las pruebas externas apoyan el hecho de que Deuteronomio y el resto del Pentateuco son un registro genuino y auténtico hecho por el profeta de Dios llamado Moisés.

Deuteronomio ‒ Estructura del libro


Primer discurso de Moisés.
o Marco de circunstancias (1:1-5).
o La historia de los cuarenta años de vagar por el desierto (1:6-3:29).
o La exhortación de servir solo a Jehová por medio de guardar su pacto (4:1-40).
o Se apartan tres ciudades de refugio al este rIel Jordán (4:41-49).
Segundo discurso de Moisés.
o Los Diez Mandamientos y el relato de cuando se dio la Ley en el monte Sinaí (5:1-33).
Se expone el primer mandamiento y se exhorta a enseñar a los hijos (6:1-25).
o Siete naciones de la tierra de Canaán tienen que ser destruidas; no se debe formar con ellas ningún tipo de alianza; sus altares y sus ídolos tienen que ser destruidos (7:1-6).
o El amor de Jehová; Israel ha de mostrar amor y fidelidad para tener éxito en el fu-turo (7:7-26).
Los israelitas nunca deben olvidar los tratos de Jehová con ellos en el desierto (8:1-20).
La fidelidad de Jehová al pacto, no la justicia de Israel, es la razón por la que poseen la tierra (9:1-6).
Se recuerda el becerro de oro y otros casos de desobediencia; las tablas de la Ley son dadas por segunda vez (9:7-10:11).
Amar y temer a Dios desde el corazón es esencial para poseer la tierra (10:12-11:12).
Se exponen ante Israel las bendiciones y las maldiciones (11:13-32).
o Instrucciones a Israel para cuando entre en la Tierra Prometida.
Disposiciones reglamentarias en cuanto a comer carne y relativas a la sangre (12:1-27).
La apostasía, los falsos profetas y el juicio de estos (12:28-13:18).
Disposiciones reglamentarias que tienen que ver con mantenerse separados como pueblo, con el alimento, con los cuerpos muertos y con el diezmo (14:1-29).
El año de liberación (15:1-15); esclavitud voluntaria, permanente (15:16-18).
Presentación de los primogénitos de los animales (15:19-23).
Las tres fiestas anuales (16:1-17).
Sistema judicial (16:18-17:13).
Disposiciones reglamentarias para los reyes (17:14-20).
Disposiciones reglamentarias para los levitas (18:1-8).
Advertencias en contra de la adivinación; se predice un profeta semejante a Moisés; cómo se puede identificar a un profeta de Jehová (18:9-22).
Disposiciones reglamentarias para las ciudades de refugio (19:1-13).
Hitos; reglas para las declaraciones de los testigos (19:14-21).
Leyes militares (20:1-20).
Limpieza de culpa por derramamiento de sangre cuando no aparece el homicida (21:1-9); matrimonios con mujeres cautivas (21:10-14).
Derecho del primogénito; cómo tratar a los hijos rebeldes; cuerpos muertos colgados en un madero (21:15-23).
Consideración por la propiedad del prójimo; moralidad; bondad y respeto por la vida; pureza (22:1-12).
Relaciones maritales (22:13-30).
Quiénes no podían llegar a formar parte de la congregación (23:1-8).
Limpieza en el campamento militar; leyes concernientes a los esclavos, las prostitutas, el interés, los votos y el amor al prójimo (23:9-25).
Divorcio, préstamos, salarios, bondad hacia los huérfanos de padre y las viudas (24:1-22).
Administración de varazos; matrimonio de cuñado; pesas y medidas; Amaleq tiene que ser destruido (25:1-19).
Primicias y diezmos (26:1-19).
Tercer discurso de Moisés.
o La Ley se tiene que escribir en piedras (27:1-10).
o Se han de pronunciar bendiciones desde el monte Guerizim y maldiciones desde el monte Ebal (27:11-26).
o Profecía sobre las bendiciones por obedecer los mandamientos de Dios y las maldiciones por desobedecerlos (28:1-68).
Cuarto discurso de Moisés; renovación del pacto.
o Recordatorio del cuidado que Jehová mostró en el desierto (29:1-9).
o Advertencia contra la desobediencia (29:10-29).
Misericordia de Dios para con los que se arrepienten (30:1-10).
o Se pone delante de Israel la posibilidad de escoger la vida o la muerte (30:11-20).
Instrucciones finales de Jehová a Moisés.
o Se comisiona a Josué como caudillo; se predice la rebeldía de Israel (31:1-30).
Canción de Moisés (32:1-52).
Bendiciones finales de Moisés (33:1-29).
Muerte y entierro de Moisés (34:1-12).

[Recuadro en la página 671]

PUNTOS SOBRESALIENTES DE DEUTERONOMIO

Discursos que explicaban algunas porciones de la Ley y exhortaban al pueblo de Israel a que amara y obedeciera a Jehová en la tierra que estaba a punto de ocupar
Escrito por Moisés poco antes de que en 1473 a. E.C. Israel entrara en la Tierra Prometida
Se les insta a recordar todo cuanto Jehová ha hecho por ellos y a servirle solo a él (1:1–4:49)
Moisés recuerda la ocasión en la que fueron enviados los espías, la falta de fe y el espíritu rebelde que el pueblo manifestó ante su informe, y el juramento de Jehová con el que aseguraba que aquella generación moriría en el desierto
Israel no debería contender con los hijos de Esaú (eran descendientes del hermano de Jacob) ni con Moab y Ammón (descendientes de Lot, el sobrino de Abrahán), pero Jehová los autorizó a ocupar la tierra de los reyes amorreos Sehón y Og, que estaba al E. del Jordán
Moisés ruega a Jehová que le permita cruzar el Jordán; Jehová le dice, sin embargo, que comisione y fortalezca a Josué para que dirija a la nación
Moisés le recuerda a la nación la ira ardiente de Jehová respecto al Baal de Peor; no deben olvidar lo que vieron en Horeb y jamás hacer una imagen tallada para adorarla; Jehová, el único Dios verdadero, exige devoción exclusiva
Se les insta a amar a Jehová y obedecer todos sus mandamientos (5:1–26:19)
Moisés recuerda la entrega de la Ley en Horeb, repite los Diez Mandamientos e insta al pueblo a poner por obra todo cuanto Jehová ha mandado
Hay que amar a Jehová con todo el corazón, alma y energía vital; deben tener los mandamientos de Dios siempre presentes; han de explicarles a sus hijos la razón de las normas de Jehová
Al ocupar la Tierra Prometida, deberán destruir a siete naciones y, con ellas, sus imágenes y altares; no les estaba permitido casarse con sus habitantes
No deberían olvidar el trato que Dios les había prodigado en el desierto para enseñarles que el hombre no solo vive de pan, sino de toda palabra que procede de la boca de Jehová
Deberían recordar cómo habían provocado a Jehová con el becerro que hicieron en el desierto; ahora tenían que temerle, servirle y adherirse a él; guardar todos sus mandamientos
Preceptos que tenían que obedecer en la Tierra Prometida: exterminar la religión falsa de Canaán, adorar en el lugar que Jehová les indicase, no ingerir sangre, dar muerte a los apóstatas, comer alimentos limpios, dar el diezmo de sus productos a Jehová, mostrar consideración al pobre, guardar las fiestas anuales, buscar la justicia, evitar el espiritismo, prestar atención a aquellos profetas que Dios les levantase, respetar los linderos, mantener la tierra libre de culpa por derramamiento de sangre, mostrar compasión, mantenerse limpios de la inmoralidad sexual, ofrecer a Jehová los primeros frutos de la tierra y guardar su condición de santidad ante Jehová
Las bendiciones de obedecer a Jehová y las maldiciones por la desobediencia (27:1–28:68)
Una vez que la nación cruzara el Jordán, se escribiría la Ley en grandes piedras
Las maldiciones por la desobediencia se pronunciarían en el monte Ebal
Las bendiciones por obedecer todos los mandatos de Jehová se pronunciarían en el monte Guerizim
El pacto convenido en las llanuras de Moab (29:1–30:20)
Moisés recuerda el cuidado que Jehová les prodigó en Egipto y durante sus cuarenta años de estancia en el desierto; les advierte de los peligros de la desobediencia obstinada
Predice que Jehová será misericordioso con los que se arrepienten
Pone ante ellos la elección entre la vida y la muerte; les insta a que escojan la vida amando a Jehová, escuchando su voz y adhiriéndose a él
Entrega del acaudillamiento a Josué y últimas bendiciones de Moisés (31:1–34:12)
Se comisiona a Josué para dirigir a Israel
Moisés enseña una canción al pueblo de Israel; la letra será para ellos un testimonio adverso si olvidan a Jehová
Moisés bendice a las tribus de Israel y luego muere en el monte Nebo

Deuteronomio ‒ Resumen del libro


CONTENIDO DE DEUTERONOMIO

10 El libro se compone principalmente de una serie de discursos que Moisés pronunció a los hijos de Israel en las llanuras de Moab frente a Jericó. El primero concluye en el capítulo 4, el segundo llega hasta el final del capítulo 26, el tercero continúa hasta el capítulo 28, y otro discurso se extiende hasta el final del capítulo 30. Entonces, después que Moisés hace los últimos arreglos en vista de que su muerte se aproxima, incluso el comisionar a Josué como su sucesor, compone una hermosísima canción para la alabanza de Jehová, a lo que sigue una bendición a las tribus de Israel.
11 Primer discurso de Moisés (1:1–4:49). Este da una introducción histórica a lo que sigue. Primero Moisés repasa los tratos fieles de Jehová con Su pueblo. Moisés les dice que vayan y tomen posesión de la tierra que se prometió a sus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob. Vuelve a contar cómo coordinó Jehová la actividad de aquella comunidad teocrática al principio del viaje por el desierto cuando hizo que él, Moisés, escogiera a hombres sabios, discretos y experimentados para que obraran como jefes de millares, de centenas, de cincuentenas y de decenas. Hubo una organización espléndida, bajo la vigilancia de Jehová, una vez que Israel “[se puso] a marchar por todo aquel desierto grande e inspirador de temor” (1:19).
12 Moisés recuerda ahora el pecado de rebelión que ellos cometieron cuando escucharon el informe de los espías que regresaron de Canaán y se quejaron de que Jehová los odiaba porque, según su acusación, los había sacado de Egipto solamente para darlos en mano de los amorreos. Por su falta de fe, Jehová dijo a aquella generación perversa que ninguno de ellos excepto Caleb y Josué vería la buena tierra. Ante esto, de nuevo se comportaron con rebeldía, se acaloraron y por su propia iniciativa lanzaron un ataque independiente contra el enemigo, solo para que los amorreos los persiguieran como un enjambre de abejas y los esparcieran.
13 Viajaron por el desierto hacia el sur en dirección al mar Rojo, y durante 38 años fue muriendo toda la generación de los hombres de guerra. Jehová entonces les mandó cruzar al otro lado y tomar posesión de la tierra al norte del Arnón, diciendo: “Hoy mismo comenzaré a poner el pavor de ti y el temor de ti delante de los pueblos debajo de todos los cielos, los cuales oirán el informe acerca de ti; y realmente se agitarán y tendrán dolores como los de parto a causa de ti” (2:25). Sehón y su tierra cayeron en manos de los israelitas, y estos luego ocuparon el reino de Og. Moisés le aseguró a Josué que Jehová lucharía por Israel de la misma manera para vencer a todos los reinos. Entonces Moisés le preguntó a Dios si él mismo podía pasar de alguna manera a la buena tierra que estaba más allá del Jordán, pero Jehová continuó negándole aquello y le dijo que comisionara, animara y fortaleciera a Josué.
14 Moisés da ahora gran importancia a la Ley de Dios y advierte contra el añadir a Sus mandamientos o quitar de ellos. La desobediencia causará el desastre: “Solo que, cuídate y cuida bien tu alma, para que no olvides las cosas que tus ojos han visto y para que no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; y tienes que darlas a conocer a tus hijos y a tus nietos” (4:9). Ellos no vieron forma alguna cuando Jehová les declaró las Diez Palabras en medio de circunstancias inspiradoras de temor en Horeb. Será para su ruina el que se vuelvan ahora a la idolatría y a la adoración de imágenes, porque, como dice Moisés: “Jehová tu Dios es un fuego consumidor, un Dios que exige devoción exclusiva” (4:24). Era Él quien había amado a sus antepasados y los había escogido. No hay otro Dios arriba en los cielos ni abajo en la Tierra. Obedézcanle, exhorta Moisés, “a fin de que alargues tus días sobre el suelo que Jehová tu Dios te da, siempre” (4:40).
15 Después de concluir ese importante discurso, Moisés procede a apartar a Bézer, Ramot y Golán como ciudades de refugio al este del Jordán.
16 Segundo discurso de Moisés (5:1–26:19). Este es un llamado a Israel para que escuche a Jehová, quien ha hablado con ellos cara a cara en Sinaí. Note cómo vuelve Moisés a declarar la Ley con algunos ajustes necesarios, y así la adapta para la nueva vida de ellos al otro lado del Jordán. No es un simple recuento de disposiciones reglamentarias y ordenanzas. Cada palabra muestra que el corazón de Moisés está lleno de celo y devoción a su Dios. Él habla para el bien de la nación. A través de todo el discurso se recalca la obediencia a la Ley... obediencia procedente de un corazón amoroso, no por obligación.
17 Primero Moisés repite las Diez Palabras, los Diez Mandamientos, y le dice a Israel que los obedezca, sin apartarse ni a la derecha ni a la izquierda, para que alarguen sus días en la tierra y para que lleguen a ser muchísimos. “Escucha, oh Israel: Jehová nuestro Dios es un solo Jehová” (6:4). Hay que darse de corazón, alma y fuerza vital a amarlo, e Israel debe enseñar a sus hijos y contarles de las grandes señales y milagros que Jehová realizó en Egipto. No ha de haber alianzas matrimoniales con los idólatras cananeos. Jehová no ha escogido a Israel para que llegue a ser su propiedad especial porque sea un pueblo populoso, sino porque los ama y cumplirá la declaración jurada que hizo a sus antepasados. Israel tiene que evitar el engaño de la religión demoníaca, destruir las imágenes de la tierra y adherirse a Jehová, quien de veras es un “Dios grande e inspirador de temor” (7:21).
18 Jehová los humilló por 40 años en el desierto, y les enseñó que el hombre no vive de maná o pan, sino de toda expresión de la boca de Jehová. Durante todos aquellos años de corrección, su ropa no se desgastó ni los pies se les hincharon. ¡Ahora están por entrar en una tierra de riqueza y abundancia! Sin embargo, deben guardarse de los lazos del materialismo y la santurronería, y recordar que Jehová es “el dador de poder para hacer riqueza” y el que desposee a las naciones inicuas (8:18). Moisés entonces vuelve a mencionar varias ocasiones en que Israel provocó a Dios. ¡Deben recordar cómo se encendió la ira de Jehová contra ellos en el desierto, con plaga y fuego y matanza! ¡Deben recordar su adoración ruinosa del becerro de oro, que causó la cólera ardiente de Jehová y que hubiera que rehacer las tablas de la Ley! (Éxo. 32:1-10, 35; 17:2-7; Núm. 11:1-3, 31-35; 14:2-38.) Sin duda, ahora deben servir y adherirse a Jehová, quien los ha amado por causa de sus padres y los ha constituido “como las estrellas de los cielos por multitud”. (Deu. 10:22.)
19 Israel debe guardar “todo el mandamiento” y debe obedecer sin falta a Jehová, a la vez que lo ama como su Dios y le sirve con todo su corazón y toda su alma (11:8, 13). Jehová los apoyará y recompensará si le obedecen. No obstante, deben aplicarse y enseñar diligentemente a sus hijos. Se expresa con claridad la elección que hay delante de Israel: La obediencia lleva a la bendición; la desobediencia, a la invocación de mal. No deben andar “tras otros dioses” (11:26-28). Moisés resume entonces leyes específicas que afectan a Israel mientras este entra a tomar posesión de la Tierra de Promisión. Hay 1) leyes respecto a religión y adoración; 2) leyes relacionadas con la administración de justicia, gobierno y guerra; y 3) leyes que regulan la vida privada y social del pueblo.
20 1) Religión y adoración (12:1–16:17). Cuando los israelitas entren en la tierra, han de destruir por completo todo vestigio de la religión falsa... sus lugares altos, altares, columnas, postes sagrados e imágenes. Israel debe adorar solamente en el lugar donde Jehová su Dios escoja poner su nombre, y allí deben regocijarse en él, todos ellos. Las disposiciones reglamentarias sobre el comer carne y sacrificios incluyen repetidos recordatorios de que no deben comer sangre. “Simplemente queda firmemente resuelto a no comer la sangre [...] No debes comerla, para que les vaya bien a ti, y a tus hijos después de ti, porque harás lo que es recto a los ojos de Jehová” (12:16, 23-25, 27; 15:23). Moisés emprende ahora una condenación franca de la idolatría. Israel no debe ni siquiera indagar sobre los caminos de la religión falsa. Si un profeta resulta ser falso, debe ser muerto, y los apóstatas —aun un pariente o un amigo amado, sí, aun ciudades enteras— deben ser dados igualmente por entero a la destrucción. Luego vienen las disposiciones reglamentarias sobre los alimentos limpios y los inmundos, el pago de las décimas partes y el cuidado de los levitas. Los intereses de los deudores, los pobres y los que se hacían esclavos por deudas han de protegerse amorosamente. Finalmente, Moisés repasa las fiestas anuales como tiempos para dar gracias a Jehová por su bendición: “Tres veces al año todo varón tuyo debe presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escoja: en la fiesta de las tortas no fermentadas y en la fiesta de las semanas y en la fiesta de las cabañas, y ninguno debe presentarse delante de Jehová con las manos vacías” (16:16).
21 2) Justicia, gobierno y guerra (16:18–20:20). En primer lugar, Moisés da las leyes que tienen que ver con jueces y oficiales. La justicia es lo que importa, pues Jehová odia el soborno y el juicio torcido. Se bosquejan los procedimientos que se han de usar para establecer evidencia y encargarse de asuntos legales. “Por boca de dos testigos o de tres testigos debe dársele muerte al que ha de morir” (17:6). Se declaran leyes respecto a reyes. Se hace provisión para los sacerdotes y los levitas. Se prohíbe el espiritismo por ser “detestable a Jehová” (18:12). Mientras mira al futuro lejano, Moisés declara: “Un profeta de en medio de ti mismo, de tus hermanos, semejante a mí, es lo que Jehová tu Dios levantará para ti —a él ustedes deben escuchar—” (18:15-19). Sin embargo, el profeta que sea falso tiene que morir. Esta sección concluye con leyes sobre las ciudades de refugio y el vengar la sangre, así como los requisitos para exenciones militares y las reglas de la guerra.
22 3) Vida privada y social (21:1–26:19). Se enuncian leyes que aplican a la vida cotidiana de los israelitas sobre asuntos como qué hacer al hallar a una persona muerta, el casarse con cautivas, el derecho del primogénito, un hijo rebelde, el colgar en un madero a un delincuente, la prueba de virginidad, delitos sexuales, la castración, los hijos ilegítimos, el trato dado a los extranjeros, la sanidad pública, el pago de intereses y votos, el divorcio, el secuestro, los préstamos, los salarios y las rebuscas de la siega. El límite de azotes que puede recibir un hombre ha de ser 40. Un toro no debe llevar bozal mientras trilla. Se compendia el procedimiento para el matrimonio de cuñados. Hay que usar pesas exactas, porque la injusticia es detestable a Jehová.
23 Antes de concluir este discurso ferviente, Moisés recuerda que Amaleq hirió por la retaguardia a los cansados israelitas mientras huían de Egipto, y Moisés manda a Israel: “Debes borrar la mención de Amaleq de debajo de los cielos” (25:19). Cuando entren en la tierra deben ofrecer las primicias o primeros frutos del suelo con regocijo, y también deben ofrecer los diezmos junto con la oración de agradecimiento a Jehová: “Mira, sí, desde tu santa morada, los cielos, y bendice a tu pueblo Israel y al suelo que nos has dado, tal como juraste a nuestros antepasados, la tierra que mana leche y miel” (26:15). Si llevan a cabo estos mandamientos con todo su corazón y alma, Jehová, por su parte, los ‘pondrá en alto por encima de todas las otras naciones que él ha hecho, con el resultado de alabanza y reputación y hermosura, mientras demuestran ser un pueblo santo a Jehová su Dios, tal como él ha prometido’ (26:19).
24 Tercer discurso de Moisés (27:1–28:68). Para este los ancianos de Israel y los sacerdotes están junto a Moisés, mientras él recita con todo detalle las maldiciones de Jehová por la desobediencia y las bendiciones por la fidelidad. Se dan serias advertencias en cuanto a los resultados espantosos de la infidelidad. Si los de Israel como su pueblo santo continúan escuchando la voz de Jehová su Dios, disfrutarán de bendiciones maravillosas, y todos los pueblos de la tierra verán que el nombre de Jehová es llamado sobre ellos. No obstante, si no hacen esto, Jehová enviará sobre ellos “la maldición, confusión y reprensión” (28:20). Los afligirán enfermedades repugnantes, la sequía y el hambre; sus enemigos los perseguirán y esclavizarán, y se les esparcirá y aniquilará fuera de su tierra. Estas maldiciones, y otras más, vendrán sobre ellos si ‘no tienen cuidado de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, para que teman este nombre glorioso e inspirador de temor: aun Jehová, su Dios’ (28:58).
25 Cuarto discurso de Moisés (29:1–30:20). Jehová concluye ahora un pacto con Israel en Moab. Este incorpora la Ley (como la repite y explica Moisés) que guiará a Israel al entrar en la Tierra de Promisión. El juramento solemne que acompaña al pacto hace comprender claramente las responsabilidades de la nación. Finalmente, Moisés llama a los cielos y a la Tierra como testigos, mientras pone ante el pueblo la vida y la muerte, la bendición y la invocación de mal, y exhorta: “Tienes que escoger la vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole, amando a Jehová tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote a él; porque él es tu vida y la longitud de tus días, para que mores sobre el suelo que Jehová juró a tus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob que les daría” (30:19, 20).
26 Comisión de Josué, y la canción de Moisés (31:1–32:47). El capítulo 31 relata que, después de escribir la Ley y dar instrucciones respecto a la lectura pública regular de ella, Moisés comisiona a Josué y le dice que sea animoso y fuerte; luego relata que Moisés prepara una canción conmemorativa, completa la escritura de las palabras de la Ley y dispone que esta se coloque al lado del arca del pacto de Jehová. Después de eso Moisés pronuncia las palabras del canto ante toda la congregación como una exhortación final.
27 ¡Con cuánto aprecio comienza la canción de Moisés al identificar la Fuente refrescante de su instrucción! “Goteará como la lluvia mi instrucción, destilará como el rocío mi dicho, como suaves lluvias sobre la hierba y como copiosos chaparrones sobre la vegetación. Porque yo declararé el nombre de Jehová.” Sí, atribuyan grandeza a “nuestro Dios”, “la Roca” (32:2-4). Den a conocer su perfecta actividad, sus justos caminos, y su fidelidad, justicia y rectitud. Fue vergonzoso el que Israel obrara ruinosamente, aunque Jehová los había rodeado con su protección en un desierto árido, vacío y aullador, los había salvaguardado como a la niña de su ojo y había revoloteado sobre ellos como un águila sobre sus polluelos. Había engordado a su pueblo y lo había llamado Jesurún, “Uno Recto”, pero ellos lo incitaron a celos con dioses extraños y llegaron a ser “hijos en quienes no hay fidelidad” (32:20). La venganza y la retribución son de Jehová. Él da muerte y da vida. Cuando afile su luciente espada y su mano empuñe el juicio, de veras pagará con venganza a sus adversarios. ¡Qué confianza debe infundir esto en su pueblo! Como dice la canción en su punto culminante, es un tiempo para que ‘se alegren, oh naciones, con su pueblo’ (32:43). ¿Qué poeta mundano podría alguna vez acercarse a la elevada belleza, el poder y la profundidad de significado de esta canción a Jehová?
28 La bendición final de Moisés (32:48–34:12). Ahora se dan a Moisés las instrucciones finales sobre su muerte, pero él todavía no ha terminado su servicio teocrático. Primero debe bendecir a Israel, y al hacerlo, ensalza de nuevo a Jehová, el Rey en Jesurún, quien resplandece con sus santas miríadas. Las tribus reciben bendiciones individuales por nombre, y luego Moisés alaba a Jehová como El Eminente: “Un escondite es el Dios de la antigüedad, y debajo están los brazos de duración indefinida” (33:27). Con un corazón rebosante de aprecio, él entonces dirige sus últimas palabras a la nación: “¡Feliz eres tú, oh Israel! ¿Quién hay como tú, pueblo que goza de salvación en Jehová?” (33:29).
29 Después de contemplar la Tierra de Promisión desde el monte Nebo, Moisés muere y Jehová lo sepulta en Moab, en una tumba desconocida y sin honra hasta hoy. Vivió hasta los 120 años de edad, pero “su ojo no se había oscurecido, y su fuerza vital no había huido”. Jehová lo había utilizado para efectuar grandes señales y milagros y, como informa el último capítulo, aún no se había “levantado en Israel un profeta como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara” (34:7, 10).

Deuteronomio ‒ Puntos Sobresalientes


*** w04 15/9 págs. 24-27 Puntos sobresalientes del libro de Deuteronomio ***
La Palabra de Jehová es viva

Puntos sobresalientes del libro de Deuteronomio

CORRE el año 1473 antes de la era común. Hace cuarenta años que Jehová libró a los hijos de Israel del cautiverio egipcio, y tras vagar por el desierto durante todo ese tiempo, los israelitas todavía son una nación sin territorio. Pero por fin se hallan en el umbral de la Tierra Prometida. ¿Qué les espera conforme la vayan ocupando? ¿Qué dificultades se les presentarán, y cómo se enfrentarán a ellas?
Antes de cruzar el río Jordán y entrar en la tierra de Canaán, Moisés prepara a la congregación de Israel para la enorme tarea que le aguarda. ¿Cómo? Mediante una serie de discursos que incluyen ánimo, exhortaciones, reprensiones y advertencias. Moisés recuerda a los israelitas que Jehová Dios merece devoción exclusiva, por lo que no deben imitar las prácticas de las naciones vecinas. Estos discursos, que ocupan la mayor parte del libro bíblico de Deuteronomio, contienen consejos sumamente oportunos para nuestros días, pues nosotros también vivimos en un mundo en el que no resulta nada fácil rendir devoción exclusiva a Jehová (Hebreos 4:12).
A excepción del capítulo final, Moisés escribió todo el libro de Deuteronomio, el cual abarca un período de poco más de dos meses (Deuteronomio 1:3; Josué 4:19). Veamos cómo su contenido puede ayudarnos a amar a Jehová Dios de todo corazón y servirle fielmente.
‘NO OLVIDES LO QUE TUS OJOS HAN VISTO’
(Deuteronomio 1:1–4:49)
En su primer discurso, Moisés enumera algunas de las lecciones aprendidas en el desierto, en particular aquellas que serán útiles a los israelitas a la hora de prepararse para tomar posesión de la Tierra Prometida. El relato sobre el nombramiento de los jueces seguramente les recuerda que Jehová organiza a su pueblo de modo que siempre reciba su cuidado amoroso. Moisés también les cuenta cómo el mal informe de los diez espías llevó a que la generación anterior no pudiera entrar en la tierra de la promesa. Imagínese el impacto que debió de causar esta advertencia de Moisés entre sus oyentes, quienes entonces tenían esa tierra ante sus ojos.
Recordar las victorias que Jehová había concedido a los hijos de Israel antes de cruzar el Jordán de seguro les infundió valor cuando estaban a punto de iniciar la conquista del otro lado del río. En aquella tierra que iban a ocupar abundaba la idolatría. ¡Qué apropiado fue que Moisés advirtiera con firmeza contra la adoración idolátrica!
Respuestas a preguntas bíblicas:
2:4-6, 9, 19, 24, 31-35; 3:1-6. ¿Por qué aniquilaron los israelitas a algunos de los pueblos que vivían al este del Jordán y a otros no? Jehová prohibió a Israel enfrentarse con los hijos de Esaú. ¿Por qué? Porque eran prole del hermano de Jacob. Los israelitas tampoco debían molestar a los moabitas y los ammonitas ni luchar contra ellos, pues eran descendientes de Lot, el sobrino de Abrahán. En cambio, los reyes amorreos Sehón y Og no tenían ningún derecho sobre la tierra que ocupaban. Por eso, cuando Sehón les negó a los israelitas el paso por su territorio y Og salió a combatir contra ellos, Jehová ordenó a Su pueblo demoler sus ciudades y no dejar a nadie con vida.
4:15-20, 23, 24. ¿Indica la prohibición de hacerse imágenes talladas que no se pueden representar objetos con fines artísticos? No. Este mandato prohibía hacerse imágenes para adorarlas, es decir, ‘inclinarse ante las imágenes y servirles’. Las Escrituras no condenan esculpir o pintar objetos con fines artísticos (1 Reyes 7:18, 25).
Lecciones para nosotros:
1:2, 19. Los hijos de Israel vagaron por el desierto durante unos treinta y ocho años, pese a que Qadés-barnea quedaba a tan solo “once días de viaje desde Horeb [la región montañosa alrededor del monte Sinaí donde se les dieron los Diez Mandamientos] por camino del monte Seír”. ¡Qué precio pagaron por desobedecer a Jehová Dios! (Números 14:26-34.)
1:16, 17. Los criterios de justicia divinos son hoy día los mismos que en el pasado. A quienes se les confía la responsabilidad de participar en un comité judicial no deben permitir que el favoritismo ni el temor al hombre influyan en su decisión.
4:9. Para que a Israel le fuera bien, era fundamental que ‘no olvidara las cosas que sus ojos habían visto’. En nuestro caso también es vital que, a medida que se acerca el prometido nuevo mundo, tengamos presentes los maravillosos actos de Jehová siendo estudiantes diligentes de su Palabra.
AMA A JEHOVÁ Y OBEDECE SUS MANDAMIENTOS
(Deuteronomio 5:1–26:19)
En su segundo discurso, Moisés rememora cómo se recibió la Ley en el monte Sinaí, repite los Diez Mandamientos y establece la completa aniquilación de siete naciones. A los hijos de Israel se les recuerda una importante lección aprendida en el desierto: “No solo de pan vive el hombre, sino que de toda expresión de la boca de Jehová vive el hombre”. En su nueva situación tendrán que “guardar todo el mandamiento” (Deuteronomio 8:3; 11:8).
A medida que vayan asentándose en la Tierra Prometida, los israelitas precisarán leyes relacionadas no solo con su adoración, sino también con la administración de justicia, el gobierno, la guerra y su vida privada y social de cada día. Moisés repasa estas leyes y recalca la necesidad de amar a Jehová y obedecer sus mandamientos.
Respuestas a preguntas bíblicas:
8:3, 4. ¿Cómo sucedió que no se desgastaron las prendas de los israelitas ni se les hincharon los pies durante su viaje por el desierto? Este hecho, al igual que el suministro regular de maná, fue un milagro. Desde que comenzaron su viaje, los israelitas utilizaron la misma ropa y el mismo calzado, probablemente pasándoselos unos a otros según crecían los niños y morían los adultos. Los dos censos realizados al inicio y al final de su travesía por el desierto revelaron que el número de israelitas no había aumentado, por lo que las existencias originales de tales artículos habrían bastado (Números 2:32; 26:51).
14:21. ¿Por qué podían los israelitas dar a un residente forastero un animal que no había sido desangrado o venderlo a un extranjero si ellos mismos no lo comerían? En la Biblia, la expresión “residente forastero” podía referirse tanto a una persona no israelita que se había hecho prosélito como a un poblador que cumplía las leyes básicas de la nación, pero que no adoraba a Jehová. El extranjero y el residente forastero que no se hicieran prosélitos no estaban bajo la Ley, y podían utilizar de diversas maneras los animales muertos que no habían sido desangrados. Por ello se permitía a los israelitas darles o venderles esos animales. El prosélito, en cambio, debía obedecer el pacto de la Ley, por lo que no podía comer la sangre de un animal, como se indica en Levítico 17:10.
24:6. ¿Por qué se compara apoderarse de ‘un molino de mano o de la muela superior de este como prenda’ a apoderarse de “un alma”? El molino de mano y su muela superior representaban el “alma” de la persona, es decir, su medio de vida. Apoderarse de cualquiera de estos privaría a toda la familia de su pan de cada día.
25:9. ¿Qué indicaba el hecho de quitarle la sandalia y escupirle en la cara a un hombre que se negaba a llevar a cabo el matrimonio de cuñado? Según “la costumbre en otros tiempos en Israel respecto al derecho de recompra [...,] [un] hombre tenía que quitarse su sandalia y darla a su prójimo” (Rut 4:7). Así pues, quitarle la sandalia a un hombre que se negaba a realizar el matrimonio de cuñado confirmaba que él había renunciado a su posición y a su derecho a proporcionarle un heredero a su hermano muerto. Esto era motivo de vergüenza (Deuteronomio 25:10). Escupirle en la cara era una forma de humillarlo (Números 12:14).
Lecciones para nosotros:
6:6-9. Tal como tenían que hacer los israelitas con la Ley, nosotros también debemos conocer a fondo las normas divinas, tenerlas siempre presentes e inculcarlas en nuestros hijos. Hemos de ‘atarlas como señal sobre nuestra mano’ en el sentido de que nuestras acciones —representadas por nuestras manos— deben demostrar que somos obedientes a Jehová. Además, igual que una “venda frontal entre los ojos”, nuestra obediencia debe ser evidente a todos.
6:16. Nunca pongamos a prueba a Jehová como hicieron con falta de fe los israelitas en Masah, donde se quejaron por no tener agua (Éxodo 17:1-7).
8:11-18. El materialismo puede hacernos olvidar a Jehová.
9:4-6. No caigamos en el error de creernos justos.
13:6. No permitamos que nadie nos aleje de la adoración de Jehová.
14:1. Debe evitarse la automutilación, pues además de mostrar falta de respeto por el cuerpo humano, puede estar relacionada con la religión falsa (1 Reyes 18:25-28). Nuestra esperanza en la resurrección debería impedir semejantes extremos en las muestras de duelo por los muertos.
20:5-7; 24:5. Seamos considerados con aquellos que tengan circunstancias especiales, incluso cuando la tarea que haya que efectuar sea importante.
22:23-27. Ante un intento de violación, gritar es uno de los recursos disuasorios más eficaces con los que cuenta la mujer.
“TIENES QUE ESCOGER LA VIDA”
(Deuteronomio 27:1–34:12)
En su tercer discurso, Moisés estipula que tras cruzar el Jordán, los israelitas deben escribir la Ley en grandes piedras y pronunciar las maldiciones que les acarreará la desobediencia, así como las bendiciones que tendrán por obedecer. El cuarto discurso comienza con la renovación del pacto entre Jehová e Israel. Una vez más, Moisés previene al pueblo contra la desobediencia y los anima a “escoger la vida” (Deuteronomio 30:19).
Además de los cuatro discursos, Moisés habla del cambio de caudillo y enseña a los israelitas un hermoso cántico que alaba a Jehová y advierte de las trágicas consecuencias de la infidelidad. Después de bendecir a las tribus, Moisés muere a la edad de 120 años y es enterrado. El período de duelo dura treinta días, lo que equivale a casi la mitad del tiempo que abarca Deuteronomio.
Respuestas a preguntas bíblicas:
32:13, 14. Puesto que los israelitas tenían prohibido comer todo tipo de grasa, ¿qué significaba que comieran “la grasa de carneros”? Esta expresión, empleada aquí en sentido figurado, denota lo mejor del rebaño. Este uso poético se deduce del hecho de que en el mismo versículo se hable de “la grasa de los riñones del trigo” y “la sangre de la uva”.
33:1-29. ¿Por qué no se mencionó expresamente a Simeón en la bendición de Moisés a los hijos de Israel? Porque tanto Simeón como Leví habían actuado “con dureza” y su cólera había sido “cruel” (Génesis 34:13-31; 49:5-7). Su herencia no fue como la de las demás tribus. Leví recibió 48 ciudades, y la porción de Simeón formaba parte del territorio de Judá (Josué 19:9; 21:41, 42). Por eso Moisés no mencionó explícitamente a Simeón. No obstante, la bendición de esta tribu estaba incluida en la bendición general de Israel.
Lecciones para nosotros:
31:12. Los jóvenes deben sentarse con los adultos en las reuniones de congregación y esforzarse por escuchar y aprender.
32:4. Las actividades de Jehová son perfectas en el sentido de que manifiestan sus atributos de justicia, sabiduría, amor y poder en un perfecto equilibrio.
De gran valor para nosotros
Deuteronomio presenta a Jehová como “un solo Jehová” (Deuteronomio 6:4). Además de hablarnos de un pueblo que tenía una relación única con Jehová, el libro de Deuteronomio también advierte contra la idolatría y recalca la necesidad de rendir devoción exclusiva al Dios verdadero.
No cabe duda de que Deuteronomio tiene un gran valor para nosotros. Aunque no estamos bajo la Ley, muchas de las lecciones que nos da nos ayudarán a ‘amar a Jehová nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma y fuerza vital’ (Deuteronomio 6:5).

*** w84 15/7 págs. 27-31 Deuteronomio nos exhorta a servir a Jehová con gozo sincero ***

Deuteronomio nos exhorta a servir a Jehová con gozo sincero

LOS adoradores de Jehová tienen que servirle fielmente y con gozo sincero. Eso es lo que da a entender claramente el libro bíblico de Deuteronomio (Deuteronomio 28:45-47). Y la exhortación que hace a que se rinda un servicio gozoso y fiel como ése tiene mucha importancia en la vida de los testigos de Jehová del siglo XX.
Deuteronomio fue escrito por Moisés, profeta hebreo, en 1473 a. de la E.C., mientras éste se hallaba en las llanuras de Moab, y abarca un período de poco más de dos meses. Probablemente el último capítulo fue añadido por Josué o el sumo sacerdote Eleazar. Deuteronomio consiste en cuatro discursos, así como en un cántico y una bendición de Moisés cuando Israel estaba a punto de entrar en la Tierra Prometida (Deuteronomio 1:3; Josué 1:11; 4:19). En Deuteronomio Moisés explica en detalle ciertos puntos de la Ley. Entre otras cosas, el libro muestra que Jehová exige devoción exclusiva. También advierte que no se adoren dioses falsos y exhorta al pueblo de Dios a ser fiel en el servicio sagrado que rinden a Él.
Sin embargo, ¿de qué modos específicos ayudaron a los israelitas las palabras que se registraron en Deuteronomio? Y ¿cómo puede beneficiar este libro a los testigos de Jehová hoy día?
Los israelitas han estado en el desierto por unos 40 años, cuando Moisés entonces les dirige la palabra. En parte, relata acerca de la ocasión en que se nombraron jueces para que le ayudaran. Habla del mal informe de los diez espías, que resultó en rebelión y en que anduvieran vagando por el desierto. Recuerda también las victorias que Dios hizo posible. Moisés advierte que no se deben hacer ídolos y subraya este asunto al declarar: “Jehová tu Dios es un fuego consumidor, un Dios que exige devoción exclusiva”. A esto le sigue la exhortación de obedecer a Jehová. (Deuteronomio 1:1–4:49.)
En un segundo discurso, Moisés repite primero las Diez Palabras y habla de cuando fue dada la Ley. Se pone énfasis en amar a Jehová con todo el corazón, alma y fuerza vital. Se hace resaltar el hecho de que se debe instruir a los hijos. Siete naciones de Canaán, junto con los accesorios que utilizan en la adoración falsa, son designadas para recibir destrucción. A los israelitas se les dice que no fueron escogidos debido a su justicia, sino porque Jehová es fiel y cumple los pactos que hace. Una vez hayan entrado en la Tierra Prometida, tienen que seguir siendo obedientes y no olvidarse de Dios. Se repasan varios casos de desobediencia, y se muestra que es esencial tener amor y temor sincero a Dios. Se ponen ante Israel las bendiciones y las invocaciones de mal, y se insta al pueblo a obedecer a Dios. (Deuteronomio 5:1–11:32.)
A continuación se mencionan muchas leyes que afectarán la vida en la Tierra Prometida. Entre ellas hay disposiciones reglamentarias con respecto a destruir todo vestigio de religión inmunda, comer carne y disponer de la sangre, tratar con falsos profetas y la apostasía, los alimentos limpios y los inmundos, y el diezmo. Se dan detalles sobre la liberación de deudas, la esclavitud y los animales primogénitos. Se consideran las tres fiestas anuales, así como ciertos asuntos judiciales y ciertas leyes para los reyes y los levitas. Después que se dan advertencias contra el espiritismo, se predice la venida de un profeta como Moisés. (Deuteronomio 12:1–18:22.)
Entre otras disposiciones reglamentarias que se mencionan están las que tienen que ver con las ciudades de refugio, la exención militar, la limpieza de culpa por derramamiento de sangre, el casarse con cautivas, la primogenitura, los hijos rebeldes, el respeto a la propiedad de los demás y a la vida, asuntos de índole sexual, y con los que son inelegibles para ser miembros de la congregación. Entre otras leyes que se dan están además las relacionadas con los esclavos, el pago de intereses y los votos. Este discurso termina dando disposiciones reglamentarias sobre asuntos como el divorcio, los préstamos, el mostrar bondad a los huérfanos y a las viudas, el matrimonio de cuñado, las pesas exactas, la ofrenda de las primicias y el diezmo. (Deuteronomio 19:1–26:19.)
El tercer discurso de Moisés comienza con las instrucciones de escribir en grandes piedras la Ley. Desde el monte Gerizim se han de pronunciar bendiciones; y desde el monte Ebal, invocaciones de mal. Se contrastan las bendiciones por obedecer los mandamientos de Dios con las maldiciones que habrían de esperarse por la desobediencia. (Deuteronomio 27:1–28:68.)
Con relación al cuarto discurso de Moisés, se renueva el pacto entre Jehová y los israelitas. Moisés relata cómo los cuidó Dios en el desierto. Se da advertencia contra la desobediencia y se da énfasis a la misericordia de Jehová. Finalmente se da a escoger al pueblo entre la vida y la muerte. El pueblo de Israel puede ‘mantenerse vivo si ama a Jehová, escucha su voz y se adhiere a él’. (Deuteronomio 29:1–30:20.)
Moisés insta a los israelitas a ser valerosos cuando entren en la Tierra Prometida, pues Jehová está marchando con ellos. Al nombramiento de Josué como líder le sigue una profecía con relación a la rebeldía de Israel. Después, en un cántico, Moisés ensalza a Jehová, predice ayes debido a la infidelidad de Israel, pero termina con una promesa de venganza divina, aunada a la llamada: “Alégrense, oh naciones, con su pueblo”. Moisés confiere unas bendiciones finales, después de lo cual el profeta, de 120 años de edad, ve la Tierra Prometida, muere y es sepultado por Jehová en una tumba sin señal identificadora. (Deuteronomio 31:1–34:12.)
El resumen anterior muy bien pudiera abrirle el apetito espiritual. Pero a medida que vaya leyendo Deuteronomio pudieran surgir preguntas importantes. Consideremos de antemano cuáles pudieran ser algunas de ellas, para contestarlas.
El primer discurso de Moisés
•4:15-24—¿Significan estas palabras contra el hacer imágenes que es incorrecto tener a la vista fotografías de personas?
Estos versículos prohíben el hacer imágenes para la adoración falsa. Pero a los israelitas no se les prohibió hacer imágenes con otros propósitos. Por ejemplo, en las telas para la tienda del tabernáculo y sobre la cubierta del arca sagrada había representaciones que se asemejaban a querubines que tenían la aprobación de Dios. No sería apropiado relacionar con la idolatría la costumbre de tomar fotografías y tenerlas a la vista, a menos que deliberadamente se usaran para propósitos que tuvieran que ver con la religión falsa. Por lo general, no hay ninguna objeción bíblica a las fotografías, las pinturas y las esculturas que tengan algún valor artístico o práctico al representar a personas o cosas.
El segundo discurso de Moisés
•6:6-9—¿Debe entenderse literalmente el mandamiento de ‘atar la ley de Dios como señal sobre la mano’?
Estos versículos no apoyan la práctica de usar filacterias (cajitas que contienen textos bíblicos). Más bien, la fraseología señala a una aplicación simbólica. (Compárese con Éxodo 13:9; Proverbios 7:2, 3.) No se dice que los mandamientos habían de escribirse en algo que entonces alguien usaría o que habían de fijarse a los postes de las puertas y a las puertas. Los israelitas habían de mantener siempre a la vista los mandamientos de Dios, sea que estuvieran en casa, en el camino o cerca de las puertas de la ciudad, donde los ancianos trataban casos legales. Habían de conservar en el corazón la ley de Dios, enseñarla a sus hijos y demostrar por acción (como se expresaría mediante las manos) que se adherían a ella. El pueblo había de identificarse públicamente como sostenedor de la ley de Jehová, tal como si hubiera estado escrita entre sus ojos para que todos la vieran. De igual manera, los testigos de Jehová hoy procuran demostrar que son siervos obedientes de Dios. El corazón los mueve a obedecer la Palabra de Jehová, y llenan la mente con cosas que son verdaderas, de seria consideración, justas, amables, virtuosas y dignas de alabanza. Se esfuerzan en todos los aspectos por mostrar que los mandamientos de Jehová están ante ellos en todo momento. (Filipenses 4:8; Colosenses 3:23.)
•8:3, 4—¿Significa esto solamente que se repuso el suministro de ropa?
La provisión del maná fue un milagro continuo. Así también lo fue el hecho de que no se les gastara la ropa ni se les hincharan los pies durante los 40 años que los israelitas vagaron por el desierto. Si simplemente se hubiera renovado de modo normal el suministro de ropa, aquello no hubiera sido ningún milagro. No habría envuelta ninguna dificultad en usar la misma ropa durante todos aquellos años, pues la ropa de los niños podía pasarse a los más jovencitos, y habría llegado a haber ropa disponible para otros a medida que fueran muriendo personas adultas. Puesto que la cantidad de israelitas era casi la misma al terminar el viaje por el desierto que al comenzar a vagar, el suministro original de ropa sería más o menos apropiado durante los 40 años. (Números 2:32; 26:51.)
•14:21—Puesto que los israelitas no podían comer “ningún cuerpo ya muerto”, ¿por qué podían darlo a un residente forastero o venderlo a un extranjero?
Como Legislador Supremo, Jehová tenía el derecho de poner ciertas restricciones solo a los israelitas. Ellos eran “un pueblo santo” para Él. Otras naciones no observaban esta prohibición de no comer un animal que hubiera muerto por sí solo. No había nada injusto en dar un cadáver que no hubiera sido desangrado a un residente forastero o venderlo a un extranjero, pues los israelitas no se valían del engaño, y el que lo recibía o lo compraba actuaba voluntariamente. Pudiera añadirse que Deuteronomio 14:21 está en armonía con Levítico 17:10, donde se prohibía que el residente forastero comiera sangre. Un residente forastero que fuera prosélito no había de comer sangre, pero esta prohibición no aplicaba a un residente forastero que no fuera totalmente prosélito. Puede que tal persona tuviera usos para el cadáver de un animal no desangrado que un israelita o prosélito fiel considerara inmundo.
•17:5-7—¿Por qué se requería que viniera primero la mano de los testigos sobre una persona sentenciada a muerte?
Todos en Israel habían de mostrar celo por la adoración verdadera y estar deseosos de ver que permaneciera limpia la organización y no se causara ningún oprobio al nombre de Jehová. Los testigos habían de mostrar tal celo tomando la delantera en ejecutar el juicio. (Compárese con Números 25:6-9; Deuteronomio 13:6-11.) Por supuesto, una cosa era testificar contra alguien, y otra muy diferente ejecutar al individuo. Esto haría que un testigo pensara con mucha cautela al prestar declaración, y sólo una persona inicua daría falso testimonio, pues sabía que sería la primera en actuar para dar muerte al hombre o la mujer. Los testigos de Jehová pueden aplicar estos principios al desplegar celo por la limpieza de la congregación y también ser muy cuidadosos al dar testimonio veraz. Después de todo, cada uno de nosotros tiene que responder por sus actos al Juez Supremo, Jehová. (Mateo 12:36, 37.)
•22:5—En vista de esta prohibición, ¿es apropiado que una mujer se ponga pantalones?
El propósito evidente de esta ley era evitar los abusos sexuales y la confusión en cuanto a la identidad sexual. En apariencia y atavío, normalmente el hombre quiere lucir masculino; y la mujer, femenina. Pues el que un israelita actuara contrario a este sentido interno de decoro hubiera podido llevar a la homosexualidad. Aunque en aquel entonces tanto los hombres como las mujeres usaban prendas de vestir parecidas a túnicas, había una diferencia entre la vestidura de los hombres y la de las mujeres. De igual manera, en algunas partes de la Tierra hoy, tanto los hombres como las mujeres usan pantalones, aunque los estilos difieren para cada sexo. El principio en este texto no descartaría que a veces la cristiana se pusiera pantalones, como cuando trabaja en la casa o en una finca. Y según la costumbre local y la necesidad, los pantalones pudieran ser la prenda de vestir conveniente en climas muy fríos. La Biblia aconseja a las mujeres que “se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio”. (1 Timoteo 2:9, 10.)
•24:6—¿En qué sentido podía ser como apoderarse de un alma el apoderarse de un molino de mano o de la muela superior de éste como prenda?
Generalmente, el pan se horneaba diariamente, y frecuentemente había que convertir en harina el grano. Así que el pan de cada día de una familia dependía del molino de mano. De manera misericordiosa, pues, la ley de Dios prohibía que alguien se apoderara del molino de mano de alguna persona o de la muela superior de éste. El apoderarse de cualquiera de éstos resultaría en privar a la familia de su pan de cada día y equivaldría a apoderarse de un “alma” o el “medio de vida”.
Discursos finales, cántico y bendición
•32:39—¿Cómo puede ser que no haya dioses junto con Jehová, si Juan 1:1 dice que ‘la Palabra estaba con Dios y era un dios’?
Estos textos tienen que ver con asuntos completamente diferentes. Lo que se quiere mostrar en Deuteronomio 32:39 es que los dioses falsos no tienen participación alguna con el Dios verdadero, Jehová, en Sus actos de salvación. No pueden librar del desastre a sus adoradores, y tales dioses no estuvieron con Jehová en nada de lo que éste hizo. Aunque la “Palabra” es un dios o alguien poderoso, no está en oposición a Jehová ni actúa como su rival, como era el caso con los dioses falsos. (Deuteronomio 32:12, 37, 38.)
•33:1-29—¿Por qué no se menciona a Simeón en esta bendición?
Simeón y Leví habían cooperado en un acto de crueldad, y aunque habían recibido porciones en Israel, éstas no fueron como las de las demás tribus. A los levitas se les dieron 48 ciudades por todo el país, mientras que la parte de Simeón estaba dentro del territorio de Judá (Génesis 34:13-31; 49:5-7; Josué 19:9; 21:41, 42). De modo que cuando Moisés dirigió su atención a la tribu de Judá, sabía bien que la porción de Simeón estaba junto con la de ella. Además, la tribu de Simeón vino a estar bajo la bendición general: “¡Feliz eres tú, oh Israel! ¿Quién hay como tú, pueblo que goza de salvación en Jehová?”. (Deuteronomio 33:29.)
De ayuda duradera para los siervos fieles
Deuteronomio es de beneficio duradero para los siervos de Jehová, y podemos obtener de él instrucción valiosa. Por ejemplo, durante la invasión de Canaán, Josué siguió incondicionalmente el consejo que ahora se registra en este libro. De igual manera, nosotros debemos aceptar de buena gana la guía divina (Deuteronomio 20:15-18; 21:23; Josué 8:24-29). Jesucristo citó de Deuteronomio al resistir con éxito a Satanás. Como Jesús, nosotros reconocemos que el hombre debe vivir de las declaraciones de Jehová, que no debemos poner a Dios a prueba y que tenemos que rendirle servicio sagrado solamente a él. (Mateo 4:1-11; Deuteronomio 5:9; 6:13, 16; 8:3.)
Este libro identifica a Jehová como un Dios que exige devoción exclusiva (Deuteronomio 4:24; 6:15). También declara: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y toda tu fuerza vital” (Deuteronomio 6:5). En esencia, pues, Deuteronomio nos exhorta a servir a Jehová fielmente. Por lo tanto, rindamos servicio sagrado a Él con gozo sincero.

*** w78 15/1 págs. 24-27 Deuteronomio... los amorosos discursos de despedida de Moisés ***

Deuteronomio... los amorosos discursos de despedida de Moisés

CUANDO tenía cuarenta años de edad trató en vano de ser libertador de su pueblo. A los ochenta años de edad Jehová Dios mismo lo llamó para realmente libertar al pueblo de Dios, Israel, del cautiverio en Egipto. Ahora, a los 120 años de edad, él y su pueblo estaban congregados en las llanuras de Moab, en la frontera de la Tierra Prometida. Sabiendo que se acercaba su fin, este hombre, Moisés, vertió los sentimientos de su corazón ante su pueblo en una serie de discursos, en lo que llegó a conocerse como el libro de Deuteronomio.—Deu. 31:2; Hech. 7:23-30, 35, 36.
Este quinto libro del Pentateuco recibió su nombre de la Versión de los Setenta griega y se basa en dos raíces griegas que significan “segunda” y “ley.” Entre los nombres que le han dado los rabinos está Mishneh, que significa repetición. En algunos idiomas simplemente se conoce como el “Quinto Libro de Moisés.”
Un hecho que establece la autenticidad de Deuteronomio es que Jesús repetidas veces citó de él como Escritura inspirada. (Mat. 4:4, 7, 10 de Deu. 8:3; 6:16, 13; Mar. 10:3-5 de Deu. 24:1-3; Mar. 12:30 de Deu. 6:5) De hecho, de Deuteronomio se cita más de ochenta veces en las Escrituras Griegas Cristianas y es uno de los cuatro libros más citados, de los cuales los otros son Génesis, Salmos e Isaías.
Sin embargo, el libro de Deuteronomio no es lo que su nombre popular parece denotar: una simple reafirmación o repetición de la ley de Dios a Israel. Más bien, sabiendo que su fin se acercaba, Moisés quiso dar admonición, consejo, exhortación e instrucción de despedida al pueblo de Jehová, aunado todo esto a advertencias, diciendo cuanto podía y diciendo ciertas cosas repetidas veces. Fue como si estuviese escribiéndoles una carta de despedida debido al gran amor que les tenía y a su deseo de hacer cuanto pudiera para ayudar a su pueblo a continuar en obediencia fiel a su Dios Jehová. Como lo expresó tan bien el docto bíblico Hengstenberg, del siglo diecinueve:
“Habla como un padre moribundo a sus hijos. Las palabras son fervorosas, inspiradas, impresionantes. Reflexiona en el total de los cuarenta años de vagar en el desierto, le recuerda al pueblo todas las bendiciones que han recibido, la ingratitud con la cual tan frecuentemente han pagado por ellas, y los juicios de Dios, y el amor que continuamente brotaba tras ellos; explica vez tras vez las leyes, y agrega lo que se necesita para completarlas, y nunca se cansa de instar con las palabras más afectuosas y más enfáticas a obedecerlas, porque la mismísima vida de la nación estaba enlazada con esto; examina todas las tormentas y conflictos por los que han pasado, y, contemplando el futuro en el pasado, examina también la historia futura de la nación, y ve, con dolor y gozo entremezclados, cómo tres grandes rasgos del pasado —a saber: apostasía, castigo y perdón— continúan repitiéndose en el futuro.”—The Pentateuch, tomo 3, pág. 276, Keil y Delitzsch.
LAS SÚPLICAS SINCERAS DE MOISÉS
Típico del vigoroso sentir de Moisés acerca de que los israelitas guardaran las leyes de Dios que con anterioridad se habían expresado es el modo en que él enuncia, en Deuteronomio, la prohibición que decía que no debían comer sangre: “Simplemente queda firmemente resuelto a no comer la sangre, porque la sangre es el alma y no debes comer el alma con la carne. No debes comerla . . . No debes comerla.” Cuatro veces declara esta prohibición.—Deu. 12:23-25.
Porque Moisés era de tan fuerte sentir en estos asuntos, vemos que se repite con frecuencia, tal como lo hizo el apóstol Juan en su primera carta, como en 1 Juan 4:8, 16. Por ejemplo, están el instar de Moisés a los padres para que enseñen la ley de Dios a sus hijos al sentarse, caminar, acostarse y levantarse (Deu. 6:7; 11:19), el recordarles que Dios les dio maná para humillarlos (Deu. 8:2, 3, 16) y el colocar la vida y la muerte delante de su pueblo.—Deu. 30:15, 19.
Se pudiera decir que los discursos que se hallan en el libro de Deuteronomio son el “Sermón del Monte” de Moisés. Sí, el libro de Deuteronomio ciertamente está “impelido por un deseo de instruir para el cual no encontramos igual en ningún otro libro de las” Escrituras Hebreas. Y a medida que notamos el calor del afecto, la intensidad de sentimiento, la solicitud sincera, el interés intenso de Moisés para con su pueblo, por el bienestar espiritual y terrenal de éstos, así como sus dos referencias al pesar que sentía porque no se le permitía a él entrar en la Tierra Prometida, ¿a qué conclusión podemos llegar? Que absolutamente nadie excepto Moisés mismo pudo haber escrito un documento tan conmovedor, que es simplemente imposible que alguien haya podido fingir todo ese sentimiento. ¡Sí, el levantar la acusación de que Deuteronomio es un fraude piadoso, como lo hacen muchos teólogos de la cristiandad, no solo es completamente infundado; también es descabellado!
EL PRIMER DISCURSO DE MOISÉS
Por lo general se considera que Deuteronomio consta principalmente de cuatro discursos. El primero abarca los capítulos uno al cuatro. En este discurso Moisés relata que nombró jueces para que le ayudaran a juzgar al pueblo, y las instrucciones que les dio para que juzgaran sin parcialidad. También habla del mal informe de los espías y la rebelión que éste causó.
Luego relata los viajes de Israel desde el monte Sinaí hasta las llanuras de Moab, y les recuerda las victorias que ganaron en el camino. En el capítulo cuatro amonesta a su pueblo para que no olvide las leyes de Dios, dice que el guardarlas los haría famosos por su sabiduría. También advierte contra el que hagan ídolos, puesto que no vieron ninguna representación el día que Jehová les habló en el monte Sinaí. Subraya su advertencia con las palabras: “Jehová tu Dios es un fuego consumidor, un Dios que exige devoción exclusiva.”—Deu. 4:24.
SEGUNDO DISCURSO DE MOISÉS
El segundo discurso de Moisés abarca los capítulos cinco al veintiséis. En éste exhorta a obedecer un vasto conjunto de leyes de Dios, algunas de las cuales se habían dado con anterioridad, como las que tenían que ver con las tres fiestas anuales y las ciudades de refugio, y otras que se declaran aquí por primera vez. Comienza con una reafirmación de los Diez Mandamientos. Continuando, recalca la importancia de conocer a Jehová Dios y sus leyes, pues el hombre no vive solamente de pan. Los israelitas tenían que colocar porciones citadas de la ley en los postes de sus puertas; tenían que inculcar la ley de Dios en sus hijos a todo tiempo, cuando anduvieran, al estar sentados o acostados. Los sacerdotes tenían que enseñar la ley de Dios al pueblo, y el rey mismo tenía que hacer una copia de la ley de Dios y leer en ella todos los días de su vida, para que se mantuviera humilde y siguiera haciendo lo que era correcto.—Deu. 6:7-9; 17:14-20.
Ocho veces en este segundo discurso insta Moisés a su pueblo a mostrar fidelidad y obediencia para que les vaya bien. Con mayor frecuencia recalca Moisés la importancia de que su pueblo ame a Jehová su Dios: “Escucha, oh Israel: Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. Y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y toda tu fuerza vital.” Y vez tras vez le recuerda a su pueblo el amor de Jehová a ellos; del cual hay una excelente expresión en Deuteronomio 5:29: “¡Si tan solo desarrollasen este corazón suyo para temerme y guardar todos mis mandamientos siempre, a fin de que les vaya bien a ellos y a sus hijos hasta tiempo indefinido!”
Moisés también era de un sentir tan fuerte en cuanto a la justicia que muy a menudo instó a los jueces del pueblo de Dios a tratar con justicia, con imparcialidad, y nunca aceptar sobornos.—Deu. 1:16, 17 (primer discurso); 16:18; 24:17; 25:1.
Además, Moisés repetidas veces le manda a su pueblo que aprecie todas sus bendiciones y que lo demuestre regocijándose delante de Jehová. ‘Nada sino gozosos tenían que llegar a estar.’ Sí, en un discurso subsecuente hasta advierte que les sobrevendría calamidad hasta tiempo indefinido “debido al hecho de que no serviste a Jehová tu Dios con regocijo y gozo.”—Deu. 16:11, 14, 15; 28:47.
Notando la tendencia de ellos a adorar a otros dioses, Moisés nunca se cansa de advertirles contra la apostasía y los profetas falsos. Pena capital sería el castigo. Uno no había de perdonar a miembros de su propia familia, y hasta a ciudades enteras se les había de exterminar si eran culpables de dirigirse a dioses falsos.—Deu. 5:7; 6:14; 7:4; 8:19; 11:16; 13:1-18; 17:1-7; 18:20-22.
A pesar de advertencias tan estrictas contra la apostasía, la amorosa consideración que se manifiesta en la legislación que se registra en Deuteronomio es singular en los anales de la jurisprudencia. Cuando se reunían para la guerra, al hombre que estuviera comprometido, al hombre recién casado, o al hombre que hubiera plantado una viña o edificado una casa y todavía no hubiera tenido la oportunidad de disfrutar de los frutos de su trabajo se le eximía del servicio militar por un tiempo. En algunos respectos se pudiera decir que gran parte de Deuteronomio prevé cómo podrían acontecer injusticias, y da mandatos para impedir que ocurran.—Deu. 20:5-7; 24:5.
Ni a aves ni a animales se les pasó por alto. El israelita que encontrara un ave que estuviera empollando tenía que dejar escapar a la madre, aunque podía tomar los polluelos. Al agricultor no se le permitía poner bozal a un toro mientras el toro estuviera trillando. Al arar, no podía uncir un asno con un toro, pues la disparidad de la fuerza resultaría en penalidad para el asno, que era más débil.—Deu. 22:6-10; 25:4.
En este discurso Moisés también advierte contra el que los israelitas se hagan materialistas debido a la prosperidad, así como contra el pecado de creerse uno mismo justo. Para evitar el pecado de la apostasía no deberían casarse con paganos. (Deu. 7:3, 4) Categóricamente Moisés coloca ante Israel las bendiciones y las maldiciones, dependiendo del derrotero que siguieran. También predice la venida de un profeta semejante a él mismo, al cual se requeriría que el pueblo escuchara so pena de muerte. El apóstol Pedro aplicó esta profecía a Jesucristo.—Deu. 18:15-19; Hech. 3:22, 23.
EL TERCER Y CUARTO DISCURSOS
En su tercer discurso Moisés da instrucción tocante a las bendiciones y las maldiciones que los levitas han de pronunciar públicamente al entrar en la Tierra Prometida. Seis tribus han de estar en pie delante del monte Gerizim y han de decir “¡Amén!” cuando los levitas pronuncien las bendiciones de Jehová sobre los que le sirven fielmente y obedecen sus leyes. Y las otras seis tribus han de estar en pie enfrente del monte Ebal y decir “Amén” cuando los levitas pronuncien las maldiciones sobre los que violan las leyes de Dios acerca de adoración y moralidad. No contento con esta enumeración, Moisés sigue desarrollando el tema de las bendiciones por hacer lo bueno y las maldiciones por la desobediencia. Estas bendiciones y maldiciones resultaron ser proféticas.—Deu. 27:1 a 28:68.
El cuarto atrayente discurso en el desierto por Moisés (capítulos 29 y 30) comienza cuando él vuelve a relatar los milagros que Jehová ejecutó a favor de ellos, incluso aquel de que “sus prendas de vestir no se gastaron sobre ustedes, y tu sandalia no se gastó sobre tu pie.” (Deu. 29:5) Entonces Moisés celebra un pacto entre Jehová Dios y su pueblo congregado allí y advierte contra los horrendos resultados de la desobediencia. Sin embargo, también dice que de arrepentirse ellos Jehová nuevamente los restauraría a su favor, y por eso, con esta profecía como base, coloca ante ellos la selección: “De veras tomo yo los cielos y la tierra como testigos contra ustedes hoy, de que he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la invocación de mal; y tienes que escoger la vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole, amando a Jehová tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote a él; porque él es tu vida y la longitud de tus días.”—Deu. 30:19, 20.
LAS PALABRAS FINALES DE MOISÉS
Moisés, que ahora tiene 120 años de edad, anima a su pueblo a atravesar el Jordán para tomar posesión de la Tierra Prometida. “Sean animosos y fuertes. No tengan miedo ni sufran un sobresalto delante de ellos, porque Jehová tu Dios es el que marcha contigo.” Anima a Josué con palabras similares y luego manda que cada séptimo año debe haber una asamblea en la cual se repita la ley de Dios a oídos de los hombres, mujeres y pequeñuelos. Luego viene una profecía que predice la rebelión de Israel, en vista de la manera en que se rebelaron en el desierto: “Porque yo... yo conozco bien tu rebeldía y tu dura cerviz. Si mientras todavía estoy vivo con ustedes hoy, se han mostrado de comportamiento rebelde para con Jehová, ¡entonces cuanto más después de mi muerte!” En vista de esa profecía, debería haber necesidad de que algún judío se preguntara por qué su pueblo en general no aceptó al Moisés mayor, Jesucristo, su Mesías?—Deu. 31:1-30.
Después Moisés, por medio de un cántico superlativo, atribuye grandeza a Jehová: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él.” Comenta extensamente sobre el proceder descarriado de su pueblo, les recuerda que la venganza pertenece a Jehová y entonces grita: “Alégrense, oh naciones, con su pueblo.” Moisés concluye pronunciando una bendición sobre todas las tribus, salvo la de Simeón.—Deu. 32:1-33:29.
El libro cierra con los detalles de la muerte de Moisés; muy probablemente escritos por Josué o Eleazar el sumo sacerdote. “Su ojo [de Moisés] no se había oscurecido, y su fuerza vital no había huido.” Su pueblo lo lamentó muchísimo durante treinta días, pues “no se ha levantado profeta todavía en Israel como Moisés, a quien Jehová conoció cara a cara.”—Deu. 34:1-12.
Hoy el pueblo dedicado de Jehová está en una posición similar a la de los israelitas en las llanuras de Moab. Por lo tanto hacemos bien en tomar a pechos las verdades y admoniciones que Moisés dio a los israelitas. Entre otras cosas siempre queremos apreciar que no de pan solamente vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Jehová. Sabemos muy bien que Jehová nuestro Dios es un solo Jehová y que tenemos que amarlo con todo nuestro corazón, alma y fuerza vital, porque es un Dios que exige devoción exclusiva. Además, es un Dios que es un fuego consumidor y el único a quien pertenece la venganza. También queremos alegrarnos por el hecho de que toda su actividad es perfecta y justa. En verdad, el guardar sus disposiciones reglamentarias significa vida, mientras que la desobediencia significa muerte.
Muy alegremente nos regocijamos en toda cosa que emprendemos por la bondad de Jehová para con nosotros e instamos a gente de todas las naciones a regocijarse con nosotros. Bien se ha dicho: “Que el hombre del siglo veinte se coloque bajo la soberanía de Dios en todo campo de su vida y habrá comenzado a entender la importancia y significación del libro de Deuteronomio.”
[Notas]
Deu. 6:4, 5; 10:12; 11:1, 13, 22; 13:3; 19:9; 30:6, 16, 20.

Deuteronomio ‒ Importancia y beneficios


POR QUÉ ES PROVECHOSO

30 Como el libro que concluye el Pentateuco, Deuteronomio une todo lo que se ha dicho antes al declarar y santificar el gran nombre de Jehová Dios. Solo Él es Dios, que exige devoción exclusiva y no tolera ninguna rivalidad por parte de los dioses demoníacos de la adoración religiosa falsa. Hoy todos los cristianos deben dar atención fervorosa a los grandes principios fundamentales de la ley de Dios y obedecerle para que estén libres de Su maldición mientras él afila su luciente espada para la ejecución de venganza contra sus adversarios. Su mayor y primer mandamiento debe convertirse en el principio guiador en la vida de ellos: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza vital” (6:5).
31 En lo que resta de las Escrituras a menudo se hace referencia a Deuteronomio para enriquecer el entendimiento y aprecio de los propósitos divinos. Además de sus citas al contestar al Tentador, Jesús hizo muchas otras referencias. (Deu. 5:16—Mat. 15:4; Deu. 17:6—Mat. 18:16 y Juan 8:17.) Estas continúan en Revelación, donde el glorificado Jesús advierte finalmente contra el añadir al rollo de la profecía de Jehová o quitar de él. (Deu. 4:2—Rev. 22:18.) Pedro cita de Deuteronomio al remachar su poderoso argumento de que Jesús es el Cristo y el Profeta mayor que Moisés, que Jehová prometió levantar en Israel. (Deu. 18:15-19—Hech. 3:22, 23.) Pablo cita de él con relación a las recompensas para los trabajadores, la investigación cabal por boca de testigos, y la instrucción de los hijos. (Deu. 25:4—1 Cor. 9:8-10 y 1 Tim. 5:17, 18; Deu. 13:14 y 19:15—1 Tim. 5:19 y 2 Cor. 13:1; Deu. 5:16—Efe. 6:2, 3.)
32 No solo los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas, sino también los siervos de Dios de tiempos precristianos derivaron instrucción y ánimo de Deuteronomio. Hacemos bien en seguir su ejemplo. Considere la obediencia sin vacilación del sucesor de Moisés, Josué, al dar por entero a la destrucción las ciudades conquistadas durante la invasión de Canaán y no tomar botín como hizo Acán. (Deu. 20:15-18 y 21:23—Jos. 8:24-27, 29.) El que Gedeón eliminara de su ejército a los ‘temerosos y de corazón tímido’ fue obedecer la Ley. (Deu. 20:1-9—Jue. 7:1-11.) Por fidelidad a la ley de Jehová, los profetas de Israel y Judá hablaron denodada y valerosamente en condenación de las descarriadas naciones. Amós suministra un ejemplo excelente de esto. (Deu. 24:12-15—Amós 2:6-8.) Por cierto, hay literalmente centenares de ejemplos que enlazan Deuteronomio con el resto de la Palabra de Dios, lo cual muestra que es parte integrante y provechosa del conjunto armonioso.
33 La esencia misma de Deuteronomio alaba al Dios Soberano, Jehová. El libro recalca por todas partes: ‘Adoren a Jehová; ríndanle devoción exclusiva’. Aunque la Ley ya no es obligatoria para los cristianos, sus principios fundamentales no han sido abolidos. (Gál. 3:19.) ¡Cuánto pueden aprender los cristianos verdaderos de este libro dinámico de la ley de Dios, con su enseñanza progresiva, su candor y su presentación sencilla! Pues hasta las naciones del mundo han reconocido la excelencia de la ley suprema de Jehová y han escrito muchas de las disposiciones reglamentarias de Deuteronomio en sus propios libros de derecho. La tabla adjunta da ejemplos interesantes de leyes en las que ellas se han inspirado o que han aplicado en principio.
34 Además, esta explicación de la Ley señala al Reino de Dios y aumenta el aprecio por él. ¿Cómo? Mientras estuvo en la Tierra, el Rey Designado, Jesucristo, estuvo cabalmente familiarizado con el libro y lo aplicó, como lo muestran sus hábiles referencias a él. Al extender su gobernación del Reino sobre toda la Tierra, él gobernará de acuerdo con los justos principios de esta misma “ley”, y todos los que lleguen a bendecirse por él como la “descendencia” tocante al Reino tendrán que obedecer estos principios. (Gén. 22:18; Deu. 7:12-14.) Es provechoso y ventajoso empezar a obedecerlos ahora. Lejos de ser anticuada, esta “ley” de 3.500 años de antigüedad nos habla hoy día con tonos dinámicos, y seguirá hablando hasta que entremos en el nuevo mundo bajo el Reino de Dios. ¡Que el nombre de Jehová continúe siendo santificado entre su pueblo mediante la aplicación de toda la instrucción provechosa del Pentateuco, que alcanza su punto culminante de manera tan gloriosa en Deuteronomio... ciertamente una parte inspirada e inspiradora de “toda Escritura”!

Deuteronomio ‒ Aspectos del Pacto de la Ley


*** it-2 págs. 219-225 Ley ***
[Recuadro en las páginas 219-225]

ASPECTOS DEL PACTO DE LA LEY

GOBIERNO TEOCRÁTICO
Jehová Dios es el Soberano Supremo (Éx 19:5; 1Sa 12:12; Isa 33:22)
El rey se sienta en el “trono de Jehová” en representación de Dios (1Cr 29:23; Dt 17:14, 15)
Se escoge a otros hombres responsables (principales de las tribus, jefes sobre millares, centenas, cincuentenas y decenas) en función de su temor reverente a Dios, confiabilidad e integridad (Éx 18:21, 25; Nú 1:44)
Todo aquel a quien Dios ha conferido autoridad merece respeto: funcionarios, sacerdotes, jueces, padres (Éx 20:12; 22:28; Dt 17:8-13)
OBLIGACIONES RELIGIOSAS
(El mandamiento más importante de la Ley resume estas obligaciones: amar a Jehová con todo el corazón, mente, alma y fuerzas; Dt 6:5; 10:12; Mr 12:30)
Solo se puede adorar a Jehová (Éx 20:3; 22:20; Dt 5:7)
En la relación de la persona con Dios, el amor debe ser el motivo dominante (Dt 6:5, 6; 10:12; 30:16)
Todos deben temer a Dios a fin de no desobedecerle (Éx 20:20; Dt 5:29)
No se debe tomar el nombre de Dios de manera indigna (Éx 20:7; Dt 5:11)
Solo es posible acercarse a Dios de la manera que Él aprueba (Nú 3:10; Le 10:1-3; 16:1)
Todos están obligados a guardar el sábado (Éx 20:8-11; 31:12-17)
El pueblo debe congregarse para adorar (Dt 31:10-13)
Todos los varones han de reunirse tres veces al año: con ocasión de la Pascua y la fiesta de las tortas no fermentadas, de la fiesta de las semanas y de la fiesta de las cabañas (Dt 16:16; Le 23:1-43)
El hombre que desatendiera deliberadamente la observancia de la Pascua tenía que ser “cortado” (Nú 9:13)
Manutención del sacerdocio
Las demás tribus daban a los levitas el diezmo de los productos de la tierra (Nú 18:21-24)
Los levitas tenían que darle al sacerdocio una décima parte de lo más selecto del diezmo que recibían (Nú 18:25-29)
Presentación de sacrificios (Heb 8:3-5; 10:5-10)
La Ley determinó la presentación de diversas ofrendas: ofrendas quemadas periódicas (Le 1; Nú 28), ofrendas de comunión (Le 3; 19:5), ofrendas por el pecado (Le 4; Nú 15:22-29), ofrendas por la culpa (Le 5:1–6:7), ofrendas de grano (Le 2), libaciones (Nú 15:5, 10) y ofrendas mecidas (Le 23:10, 11, 15-17)
Prácticas de la religión falsa que estaban prohibidas
Idolatría (Éx 20:4-6; Dt 5:8-10)
Hacerse cortaduras en la carne por un alma difunta o tatuajes (Le 19:28)
Plantar un árbol como poste sagrado (Dt 16:21)
Introducir en el hogar propio cosas detestables que hubiesen sido dadas por entero a la destrucción (Dt 7:26)
Instar a la sublevación en contra de Jehová (Dt 13:5)
Abogar por la adoración falsa (Dt 13:6-10; 17:2-7)
Desviar a otros a la adoración falsa (Dt 13:12-16)
Entregar a los hijos como ofrendas a deidades falsas (Le 18:21, 29)
Espiritismo, hechicería (Éx 22:18; Le 20:27; Dt 18:9-14)
DEBERES DEL SACERDOCIO
(Los levitas ayudaban a los sacerdotes en el cumplimiento de sus deberes; Nú 3:5-10)
Enseñar la Ley de Dios (Dt 33:8, 10; Mal 2:7)
Servir de jueces, aplicando la ley divina (Dt 17:8, 9; 19:16, 17)
Ofrecer sacrificios a favor del pueblo (Le 1–7)
Inquirir de Jehová mediante el Urim y el Tumim (Éx 28:30; Nú 27:18-21)
PERTENENCIA A LA CONGREGACIÓN DE ISRAEL
Ser parte de la nación de Israel no está limitado a los que nacen en el territorio nacional
Las personas de otras naciones pueden hacerse adoradores circuncisos
Los residentes forasteros estaban obligados a cumplir con todas las condiciones del pacto de la Ley (Le 24:22)
No se podía admitir en la congregación de Israel a:
Los varones a los que se hubiese castrado, aplastándoles los testículos o que tuviesen amputado el órgano viril (Dt 23:1)
Los hijos ilegítimos o sus descendientes, hasta la “décima generación” (Dt 23:2)
Los varones ammonitas o moabitas, por tiempo indefinido, debido a que no recibieron hospitalariamente a Israel, sino que se le opusieron al tiempo del éxodo de Egipto (Dt 23:3-6)
Los hijos de egipcios podían ser aceptados a partir de la “tercera generación” (Dt 23:7, 8)
SISTEMA JUDICIAL
(Las leyes que regulan los casos judiciales ponen de relieve la justicia y misericordia de Jehová. A los jueces se les concede la libertad de mostrar misericordia, según las circunstancias. Estas leyes contribuyen a mantener a la nación incontaminada, así como a proteger el bienestar de todos y cada uno de los israelitas)
Jueces
Sacerdotes, reyes y otros varones del pueblo sirven en calidad de jueces nombrados (Éx 18:25, 26; Dt 16:18; 17:8, 9; 1Re 3:6, 9-12; 2Cr 19:5)
Comparecer ante un juez es como comparecer ante Jehová (Dt 1:17; 19:16, 17)
Audiencias
Los jueces atienden los casos ordinarios (Éx 18:21, 22; Dt 25:1, 2; 2Cr 19:8-10)
Si un tribunal inferior no puede decidir sobre un caso judicial, lo trasladará a uno superior (Éx 18:25, 26; 1Re 3:16, 28)
Los casos excepcionales o muy difíciles se llevan ante los sacerdotes:
Casos de celos o infidelidad de una esposa (Nú 5:12-15)
Acusación de sublevación contra otro (Dt 19:16, 17)
Casos de violencia, de derramamiento de sangre o de decisión difícil (Dt 17:8, 9; 21:5)
Cuando se encuentra el cadáver de una persona en el campo, pero no se puede determinar quién le dio muerte (Dt 21:1-9)
Testigos
Es preciso que la verdad se establezca por boca de al menos dos testigos (Dt 17:6; 19:15; compárese con Jn 8:17; 1Ti 5:19)
Las manos de los testigos serán las primeras en ejecutar la sentencia de muerte contra la persona culpable. Esta medida podía disuadir al que intentara dar testimonio falso, precipitado o inexacto (Dt 17:7)
Falso testimonio
Se prohíbe rigurosamente el perjurio (Éx 20:16; 23:1; Dt 5:20)
Si alguien acusa falsamente a otro, recibirá el mismo castigo que pretendía para el acusado (Dt 19:16-19)
Soborno y parcialidad en el juicio
Se prohíbe el soborno (Éx 23:8; Dt 27:25)
Se prohíbe cualquier intento de pervertir la justicia (Éx 23:1, 2, 6, 7; Le 19:15, 35; Dt 16:19)
Solo se puede retener en custodia a una persona cuando el caso es difícil y la decisión depende de Jehová (Le 24:11-16, 23; Nú 15:32-36)
Castigos
Varazos: se limitan a 40 con el fin de evitar un daño irreparable (Dt 25:1-3; compárese con 2Co 11:24)
Lapidación: se puede colgar el cadáver en un madero en señal de que ha sido declarado maldito (Dt 13:10; 21:22, 23)
Retribución: el castigo de pagar ojo por ojo (Le 24:19, 20)
Daños a la propiedad: si el animal de una persona ocasiona daños en una propiedad ajena (Éx 22:5; 21:35, 36); si una persona prende un fuego que daña una propiedad ajena (Éx 22:6); si alguien mata el animal doméstico de otro (Le 24:18, 21; Éx 21:33, 34); si alguien se apropia involuntariamente de algo “santo” para uso personal, como diezmos o sacrificios (Le 5:15, 16); si una persona engaña a su compañero respecto a algo que se le ha encargado o respecto a un depósito puesto a su cuidado o por un robo o por algo que ha sido hallado y jura falsamente respecto a estas cosas (Le 6:2-7; Nú 5:6-8)
Ciudades de refugio
El homicida involuntario puede huir a la ciudad más cercana (Nú 35:12-15; Dt 19:4, 5; Jos 20:2-4)
El juicio ha de celebrarse en el lugar del incidente
El homicida involuntario tiene que permanecer en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote (Nú 35:22-25; Jos 20:5, 6)
El asesino tiene que ser ejecutado (Nú 35:30, 31)
MATRIMONIO, RELACIONES FAMILIARES, MORALIDAD SEXUAL
(La Ley protege a Israel al proteger la santidad del matrimonio y de la vida familiar)
Jehová celebra el primer matrimonio (Gé 2:18, 21-24)
El marido es dueño de su esposa, pero es responsable ante Dios por cómo la trate (Dt 22:22; Mal 2:13-16)
Se permite la poligamia, pero queda regulada con el fin de proteger a la esposa y a su prole (Dt 21:15-17; Éx 21:10)
El matrimonio es obligatorio en casos de seducción (a menos que el padre de la muchacha lo prohíba) (Éx 22:16, 17; Dt 22:28, 29)
El matrimonio de levirato hace posible que la mujer que enviude sin haber tenido hijos pueda casarse con el hermano de su esposo; el hombre que no cumpla con esta responsabilidad será repudiado (Dt 25:5-10)
Se prohíben las alianzas matrimoniales con extranjeros (Éx 34:12-16; Dt 7:1-4), si bien está permitido casarse con una cautiva (Dt 21:10-14)
Las mujeres que son herederas solo pueden casarse con alguien de su propia tribu (Nú 36:6-9)
Divorcio
Solo al esposo le está permitido divorciarse (si la esposa incurriese en un comportamiento indecente); es preceptivo que le entregue un certificado de divorcio (Dt 24:1-4)
No se permite el divorcio si el matrimonio es consecuencia de una seducción (Dt 22:28, 29)
Un hombre no puede casarse de nuevo con una mujer de la que se ha divorciado si esta se casa de nuevo y su segundo marido se divorcia de ella o muere (Dt 24:1-4)
El adulterio se sanciona con la pena de muerte para ambos transgresores (Éx 20:14; Dt 22:22)
Incesto
Un israelita no puede casarse con: su madre, madrastra o esposa secundaria de su padre (Le 18:7, 8; 20:11; Dt 22:30; 27:20); una hermana o medio hermana (Le 18:9, 11; 20:17; Dt 27:22); una nieta (Le 18:10); una tía (Le 18:12, 13, 14; 20:19, 20); una nuera (Le 18:15; 20:12); una hija, una hijastra, una hija de su hijastra, una hija de su hijastro, su suegra (Le 18:17; 20:14; Dt 27:23); la esposa de un hermano (Le 18:16; 20:21), salvo en el caso del matrimonio de levirato (Dt 25:5, 6); una hermana de su esposa, en tanto viva su esposa (Le 18:18)
Una israelita no puede casarse con: un hijo o un hijastro (Le 18:7, 8; 20:11; Dt 22:30; 27:20); un hermano o un medio hermano (Le 18:9, 11; 20:17; Dt 27:22); su abuelo (Le 18:10); un sobrino (Le 18:12, 13, 14; 20:19, 20); su suegro (Le 18:15; 20:12); su padre, padrastro, el padrastro de su madre o de su padre, un yerno (Le 18:7, 17; 20:14; Dt 27:23); un hermano de su esposo (Le 18:16; 20:21), salvo en el caso de matrimonio de levirato (Dt 25:5, 6); el esposo de su hermana, en tanto viva su hermana (Le 18:18)
La condena por incesto es la muerte (Le 18:29; 20:11, 12, 14, 17, 20, 21)
El acto sexual durante la menstruación
Si una pareja tiene relaciones sexuales deliberadamente durante la menstruación, ambos han de ser ejecutados (Le 18:19; 20:18)
El esposo que tenga relaciones sexuales con su esposa durante la menstruación involuntariamente (tal vez debido a que el período menstrual se ha adelantado inesperadamente), debe permanecer inmundo por siete días (Le 15:19-24)
La relación entre padres e hijos
La enseñanza de la Ley de Dios a los hijos recae sobre los padres (en particular sobre el padre) (Dt 6:6-9, 20-25; 11:18-21; Isa 38:19)
Los hijos deben honrar a sus padres (Éx 20:12; 21:15, 17; Le 19:3; Dt 5:16; 21:18-21; 27:16)
Se prohíbe que una persona se vista con ropa del sexo opuesto (con fines inmorales) (Dt 22:5)
La sodomía está castigada con la muerte (Le 18:22; 20:13)
Tanto el animal como la persona que participen en un acto de bestialidad deben ser ejecutados (Éx 22:19; Le 18:23, 29; 20:15, 16; Dt 27:21)
Ha de amputarse la mano de la mujer que agarre a un hombre por sus genitales (por hallarse este luchando con su esposo); no se le hará pagar igual por igual debido al respeto de Jehová por sus facultades reproductoras y el derecho de su esposo a tener hijos con ella (Dt 25:11, 12)
PRÁCTICAS COMERCIALES
(La Ley propugna tanto la honradez en las relaciones comerciales como el respeto al hogar y la propiedad ajenos)
La propiedad de la tierra
Se asigna la tierra por familias (Nú 33:54; 36:2)
La tierra no se puede vender a perpetuidad, sino que tiene que ser devuelta en el Jubileo; el precio de la venta temporal se determina en función de la cantidad de cosechas que pueda producir la tierra hasta el Jubileo (Le 25:15, 16, 23-28)
Si una tierra sale a venta, el pariente más cercano tiene derecho a comprarla (Jer 32:7-12)
El Estado no puede apropiarse de una herencia de tierra para destinarla a fines públicos, simplemente pagando una compensación (1Re 21:2-4)
La herencia de los levitas consiste en ciudades con sus dehesas
De las cuarenta y ocho ciudades asignadas, trece son sacerdotales (Nú 35:2-5; Jos 21:3-42)
La dehesa de una ciudad levita no puede venderse; pertenecía a la ciudad, no a las personas (Le 25:34)
Si un hombre santifica (aparta el producto o dispone del uso de) una parte de su campo para Jehová (para el uso del santuario o del sacerdocio), el criterio para evaluar el valor del campo es el siguiente: una extensión de terreno que pueda ser sembrado con un homer de cebada tendrá un valor de 50 siclos de plata; el valor disminuirá en proporción al número de años que resten para el siguiente Jubileo (Le 27:16-18)
Si el hombre quiere recomprarlo, tiene que pagar un 20% más sobre el valor estimado (Le 27:19)
Si no lo recompra, sino que lo vende a otra persona, llegará a ser propiedad del sacerdocio en el Jubileo como algo santificado, apartado para Jehová (Le 27:20, 21)
Si un hombre santifica a Jehová parte de un campo que ha comprado, se le devuelve en el Jubileo a su primer propietario (Le 27:22-24)
Si un hombre ‘da por entero’ algo de su propiedad (las cosas ‘dadas por entero’ eran para el uso exclusivo y permanente del santuario o se destinaban a la destrucción; Jos 6:17; 7:1, 15; Eze 44:29), no puede venderlo ni recomprarlo; es de Jehová (Le 27:21, 28, 29)
La redención de la propiedad
En el Jubileo se devuelven a sus propietarios originales todas las herencias (salvo las excepciones ya comentadas) (Le 25:8-10, 15, 16, 24-28)
Los levitas pueden redimir sus casas, ubicadas en ciudades levitas, en cualquier tiempo (Le 25:32, 33)
El año del Jubileo comienza con el Día de Expiación del año quincuagésimo; se cuenta a partir del año de entrada de los israelitas en Canaán (Le 25:2, 8-19)
Herencia
El primogénito heredará dos partes de toda la herencia familiar (Dt 21:15-17)
Si un hombre no tiene hijos varones, la herencia ha de pasar a sus hijas. (Nú 27:6-8.) Si tampoco tiene hijas, la herencia ha de pasar a sus hermanos, tíos paternos o al pariente consanguíneo más próximo (Nú 27:9-11)
Balanzas, pesos y medidas
Jehová exige honradez y exactitud (Le 19:35, 36; Dt 25:13-15)
Jehová detesta el fraude (Pr 11:1)
Deudas
Cada siete años se ha de exonerar de sus deudas al hermano hebreo (Dt 15:1, 2)
Es lícito apremiar al extranjero para que pague sus deudas (Dt 15:3)
Fianzas en los préstamos
Si una persona deja en fianza por un préstamo una prenda exterior de vestir, no se le debe retener durante la noche (la persona pobre solía dormir con sus prendas de vestir debido a que carecía de ropa de cama) (Éx 22:26, 27; Dt 24:12, 13)
Una persona no puede entrar en la casa de otra con el fin de coger algo en prenda o fianza por un préstamo, sino que debe permanecer fuera de la casa y esperar a que se la lleven (así se protege la inviolabilidad de la propiedad ajena) (Dt 24:10, 11)
No se puede tomar en prenda un molino de mano o su muela superior (la persona no podría moler grano para alimentarse a sí misma y a su familia) (Dt 24:6)
LEYES MILITARES
(Estas leyes regulaban las guerras que Israel libró en la Tierra Prometida por mandato divino. Estaban terminantemente prohibidas las guerras motivadas por el egoísmo o el afán de conquista más allá de los límites dados por Dios)
Guerras
Solo se pueden librar las guerras de Jehová (Nú 21:14; 2Cr 20:15)
El soldado se ha de santificar antes de ir a la batalla (1Sa 21:1-6; compárese con Le 15:16, 18)
Edad del soldado
De veinte años en adelante (Nú 1:2, 3; 26:1-4)
Según Josefo (Antigüedades Judías, libro III, cap. XII, sec. 4), eran aptos para ir a la guerra hasta la edad de cincuenta años
Exenciones:
Los levitas, por ser ministros de Jehová (Nú 1:47-49; 2:33)
El hombre que aún no ha inaugurado su casa recién construida o cosechado su viña recién plantada (Dt 20:5, 6; compárese con Ec 2:24; 3:12, 13)
El hombre que se ha comprometido con una mujer y no la ha tomado; el recién casado puede continuar exento por un año (no se le debe privar del derecho de tener descendencia y llegar a verla) (Dt 20:7; 24:5)
El hombre que tenga miedo (puede debilitar la moral de los demás soldados) (Dt 20:8; Jue 7:3)
El campamento debe mantenerse limpio (pues los soldados han sido santificados para la guerra) (Dt 23:9-14)
Las mujeres no pueden acompañar al campamento; las relaciones sexuales no están permitidas durante el período de campaña. Esta medida garantiza la limpieza física y religiosa (Le 15:16; 1Sa 21:5; 2Sa 11:6-11)
No se permite violar a las mujeres de pueblos enemigos, pues equivale a incurrir en fornicación; tampoco está permitido casarse con ellas durante el período de la campaña. De este modo se mantiene la limpieza religiosa y se persuade al enemigo a rendirse, pues se les da la garantía de que sus mujeres serán respetadas (Dt 21:10-13)
Métodos militares contra ciudades enemigas
Si la ciudad pertenece a una de las siete naciones de Canaán (mencionadas en Dt 7:1), todos sus habitantes tienen que ser dados por entero a la destrucción. (Dt 20:15-17; Jos 11:11-14; Dt 2:32-34; 3:1-7.) Si se les dejara en la tierra, pondrían en peligro la relación de Israel con Jehová Dios. Él ya les ha dejado permanecer en la tierra hasta completar su iniquidad (Gé 15:13-21)
Si la ciudad no pertenece a una de las siete naciones, primero se le anunciarán condiciones de paz. (Dt 20:10, 15.) Si la ciudad se rinde, se destinará a sus habitantes a trabajos forzados. De lo contrario, todo hombre y mujer que no sea virgen será ejecutado; el resto quedará en cautividad. (Dt 20:11-14; compare Nú 31:7, 17, 18.) La ejecución de todos los varones elimina el peligro de una posterior rebelión y de que se casen con las mujeres israelitas. Estas medidas contribuyen a evitar la adoración fálica y el contagio de enfermedades entre los israelitas
No se pueden talar los árboles frutales con el fin de utilizar la madera para construir muros de asedio (Dt 20:19, 20)
Se han de quemar los carros; los caballos se desjarretarán a fin de inutilizarlos para el combate, y luego se les matará (Jos 11:6)
LEYES DIETÉTICAS E HIGIÉNICAS
(Servían para mantener a los israelitas separados de las naciones paganas, fomentar la limpieza y la buena salud y recordar al pueblo que era santo para Dios; Le 19:2)
Uso de la sangre
Se prohíbe rigurosamente tomar sangre. (Gé 9:4; Le 7:26; 17:12; Dt 12:23-25.) La violación de este mandato se sanciona con la muerte (Le 7:27; 17:10)
La vida (el alma) está en la sangre (Le 17:11, 14)
La sangre de un animal degollado tiene que derramarse sobre la tierra como agua y cubrirse con polvo (Le 17:13; Dt 12:16)
No se puede comer la carne de un animal que muera de muerte natural o se le encuentre muerto (pues es inmundo y no ha sido desangrado apropiadamente) (Dt 14:21)
Únicos usos que la Ley prescribe: derramarla sobre el altar para expiación de pecados; para propósitos de purificación prescritos (Le 17:11, 12; Dt 12:27; Nú 19:1-9)
Uso de la grasa
No se puede comer ninguna clase de grasa; pertenece a Jehová (Le 3:16, 17; 7:23, 24)
Comer la grasa de una ofrenda se castiga con la muerte (Le 7:25)
Los animales degollados
Durante la estancia en el desierto: los animales domésticos que se degüellen tienen que llevarse al tabernáculo y se comerán como un sacrificio de comunión (Le 17:3-6)
La violación de este precepto se sanciona con la muerte (Le 17:4, 8, 9)
Los animales salvajes limpios capturados en cacería pueden matarse en el acto; se debe derramar la sangre (Le 17:13, 14)
En la Tierra Prometida: si la persona vive lejos del santuario, puede degollar un animal en su propia casa para comer su carne, pero deberá derramar la sangre sobre la tierra (Dt 12:20-25)
Animales que pueden servir de alimento:
Todo animal rumiante, de pezuña partida y hendida (Le 11:2, 3; Dt 14:6)
Todo animal marino con aletas y escamas (Le 11:9-12; Dt 14:9, 10)
Insectos y criaturas enjambradoras aladas que andan sobre cuatro patas y tienen zancas por encima de sus patas: la langosta migratoria, la langosta comestible, el grillo y el saltamontes (todos según su género) (Le 11:21, 22)
Mamíferos, peces, aves y criaturas enjambradoras que no estaban permitidos como alimento:
Mamíferos: el camello, el damán, la liebre, el cerdo (Le 11:4-8; Dt 14:7, 8)
Peces y otros animales marinos que no tienen aletas o escamas (Le 11:10)
Aves y criaturas voladoras: el águila, el águila pescadora, el buitre negro, el milano, el milano real y el negro, el cuervo, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el halcón, el mochuelo, el búho chico, el cisne, el pelícano, el buitre, el cuervo marino, la cigüeña, la garza, la abubilla, el murciélago y toda criatura alada enjambradora que anda sobre cuatro patas (es decir, como los cuadrúpedos). No se indican en la Biblia los criterios que determinan qué criaturas aladas son ‘inmundas’ ceremonialmente. Si bien la mayoría de las aves ‘inmundas’ son carroñeras, no es así en todos los casos (Dt 14:12-19; Le 11:13-20; véanse PÁJAROS y los artículos sobre las respectivas aves)
Criaturas enjambradoras de la tierra: la rata topo, el jerbo, el lagarto, el geco de raquetas, el lagarto grande, la salamandra acuática, la lagartija, el camaleón y toda otra criatura que se arrastra, que anda sobre cuatro patas o de un gran número de patas (Le 11:29, 30, 42)
Animales que mueren de muerte natural o que son encontrados muertos o desgarrados por las fieras (Le 17:15, 16; Dt 14:21; Éx 22:31)
Si se ofrece un animal debido a un voto o se trata de una ofrenda voluntaria, el sacrificio de comunión se ha de comer en el mismo día o al día siguiente, pero no al tercer día, bajo pena de muerte. Los sacrificios de acción de gracias se deben comer en el mismo día, no se puede dejar nada para la mañana (del día siguiente). No se pueden dejar restos de la Pascua; lo que no se coma ha de quemarse (Le 7:16-18; 19:5-8; 22:29, 30; Éx 12:10)
Causas de inmundicia:
Emisión de semen
La persona tiene que bañarse y permanecerá inmunda hasta el atardecer (Le 15:16; Dt 23:10, 11)
La prenda manchada con semen ha de lavarse, y permanecerá inmunda hasta el atardecer (Le 15:17)
La pareja casada que tenga relaciones sexuales deberá bañarse después y quedará inmunda hasta el atardecer (Le 15:18)
Parto
La mujer que da a luz un varón permanecerá inmunda durante los siguientes siete días, además de otros treinta y tres días (durante los primeros siete días estaba en condición de inmunda a todos los efectos, como en la menstruación; los restantes treinta y tres días, solo con relación a tocar las cosas santas, como las comidas sacrificatorias, o entrar en el lugar santo) (Le 12:2-4)
Si da a luz una niña, permanecerá inmunda durante catorce días, además de otros sesenta y seis días (Le 12:5)
La menstruación de la mujer (Le 12:2)
Ha de permanecer inmunda durante el período menstrual normal por siete días; durante todo el tiempo que dure una menstruación irregular prolongada, más otros siete días (Le 15:19, 25, 28)
Cualquier cosa sobre la que se siente o acueste durante su inmundicia quedará inmunda (Le 15:20)
La persona que la toque, toque su cama o cosas sobre las que se ha sentado, tiene que lavar su ropa, bañarse y permanecer inmunda hasta el atardecer (Le 15:21-23)
Si su impureza llega a estar sobre un hombre, permanecerá inmundo por siete días, y contaminará cualquier cama sobre la que se acueste (Le 15:24)
Siempre que ella tenga algún flujo estará inmunda (Le 15:25)
Medidas de protección contra enfermedades
Lepra y otras plagas
El sacerdote determina si se trata de lepra o no (Le 13:2)
Se pone a la persona en cuarentena durante siete días y luego se la examina; si la plaga se ha detenido, se la pone en cuarentena por otros siete días (Le 13:4, 5, 21, 26); si la plaga no rebrota, se le pronuncia limpio (Le 13:6); si se extiende, es lepra (Le 13:7, 8)
El leproso tiene que rasgar sus prendas de vestir, dejarse la cabeza desaseada, taparse el bigote (o el labio superior) y clamar: “¡Inmundo, inmundo!”. Debe permanecer apartado y fuera del campamento hasta que se cure (Le 13:45, 46; Nú 5:2-4)
Flujo genital (tal vez patológico) (Le 15:2, 3)
Tanto la cama como otros lugares donde esa persona se siente o se recline son inmundos (Le 15:4)
Aquel que toque a la persona afectada, su cama o el lugar donde se siente, quedará inmundo; si la persona afectada escupe a otro, este quedará inmundo (Le 15:5-11)
La vasija de barro que toque aquel que tiene flujo debe quebrarse; si la vasija es de madera, debe enjuagarse (Le 15:12)
Una vez que el flujo termina, la persona permanece inmunda por siete días (Le 15:13)
Se protege la limpieza del campamento militar exigiendo que se hagan las necesidades fuera del campamento y se entierren (Dt 23:12, 13)
Normas relacionadas con cadáveres humanos
El que toque un cadáver, hueso o fosa de una persona muerta queda inmundo por siete días (incluso en campo abierto). (Nú 19:11, 16.) La persona que rehúse purificarse debe morir (Nú 19:12, 13) (Véase el procedimiento de purificación prescrito en Nú 19:17-19)
Todo el que se halle en una tienda donde haya un cadáver o entre en ella quedará inmundo; lo mismo sucede con toda vasija destapada que se halle en la tienda (Nú 19:14, 15)
Normas relacionadas con cadáveres animales
La persona que cargue, toque o coma un animal limpio que ha muerto de muerte natural quedará inmunda; todo el que toque el cadáver de un animal inmundo se hace inmundo. Debe purificarse (Le 11:8, 11, 24-31, 36, 39, 40; 17:15, 16)
Si el cadáver de un animal inmundo toca alguna vasija, estante para jarros, horno, prenda de vestir o tela de saco los hace inmundos (Le 11:32-35)
Botín de una ciudad
Fundir todo aquello que pueda ser fundido (metales), luego debe ser purificado por el agua de limpieza; se debe lavar todo lo demás (Nú 31:20, 22, 23)
OTRAS OBLIGACIONES HACIA EL SEMEJANTE
(La Ley especifica: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo”. [Le 19:18.] Jesús dice que este es el segundo de los dos mandamientos más grandes de la Ley; Mt 22:37-40)
Hacia el israelita
Se debe mostrar amor; el asesinato está prohibido (Éx 20:13; Ro 13:9, 10)
No se debe guardar rencor al semejante ni vengarse de él (Le 19:18)
Atención a los pobres (Éx 23:6; Le 25:35, 39-43)
Atención a las viudas y a los huérfanos (Éx 22:22-24; Dt 24:17-21; 27:19)
Respeto a la propiedad
Se prohíbe robar; la compensación es obligatoria (Éx 20:15; 22:1-4, 7)
Se prohíbe codiciar la propiedad y los bienes ajenos (Éx 20:17)
Consideración a los impedidos
No se puede ridiculizar ni invocar el mal contra un sordo, pues no puede defenderse de comentarios que no le es posible escuchar (Le 19:14)
Será maldito todo aquel que ponga un obstáculo en el camino de un invidente o lo desvíe (Le 19:14; Dt 27:18)
Hacia el residente forastero: no se les debe maltratar (Éx 22:21; 23:9; Le 19:33, 34; Dt 10:17-19; 24:14, 15, 17; 27:19)
Hacia los esclavos
Los esclavos hebreos han de quedar en libertad en el séptimo año de su servidumbre o en el Jubileo, dependiendo de lo primero que llegue. Mientras dure su esclavitud, ha de tratárseles como asalariados, con consideración (Éx 21:2; Dt 15:12; Le 25:10)
Si un hombre llega a estar en esclavitud con su esposa, a ella se la pondrá en libertad al mismo tiempo que a su marido (Éx 21:3)
Si durante el período de esclavitud su amo le da una esposa (seguramente una mujer extranjera), no podrá llevársela cuando se le ponga en libertad; si le da a luz hijos, tanto ella como sus hijos permanecerán como propiedad del amo (Éx 21:4)
Cuando un amo pone en libertad a un esclavo hebreo, debe darle un regalo en proporción a los medios de que disponga (Dt 15:13-15)
Un amo puede azotar a su esclavo. (Éx 21:20, 21.) Si lo mutila, debe dejarlo en libertad (Éx 21:26, 27), pero si muere de la paliza, el amo puede ser condenado a muerte; los jueces deciden la pena (Éx 21:20; Le 24:17)
Hacia los animales
Si alguien encuentra a un animal en peligro, está obligado a prestarle ayuda, aun cuando pertenezca a un enemigo suyo (Éx 23:4, 5; Dt 22:4)
No se debe hacer trabajar en exceso a una bestia de carga ni maltratarla (Dt 22:10; compárese con Pr 12:10)
No se debe poner bozal al toro mientras trilla, pues así puede comer del grano que trilla (Dt 25:4; compárese con 1Co 9:7-10)
No se debe tomar de un nido tanto a la madre como a los huevos que empolla, pues supondría el exterminio de esa unidad familiar (Dt 22:6, 7)
No se debe sacrificar a un toro o a una oveja y sus crías en el mismo día (Le 22:28)
OBJETIVOS QUE CUMPLIÓ LA LEY
Puso de manifiesto las transgresiones; mostró que los israelitas necesitaban el perdón de sus ofensas y que se requería un sacrificio mayor que verdaderamente pudiera expiar los pecados (Gál 3:19)
Como un tutor, salvaguardó y disciplinó a los israelitas, preparándolos para la llegada del Mesías, su instructor (Gál 3:24)
Algunos aspectos de la Ley fueron sombras que representaron cosas mayores por venir; estas sombras ayudaron a los israelitas sinceros a identificar al Mesías, pues pudieron ver cómo cumplía estos modelos proféticos (Heb 10:1; Col 2:17)

Referencias consultadas en: Watchtower Library 2013 CD‒ROM

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