1 Reyes 18 a 20, Puntos sobresalientes de la Biblia

Puntos sobresalientes de la lectura de la Biblia: 1 Reyes 18-19-20.  

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Investigación para los Puntos sobresalientes de: 1 Reyes 18 a 20


(1 REYES 18:1)

“Y [después de] muchos días aconteció que la propia palabra de Jehová vino a Elías al tercer año, diciendo: “Ve, muéstrate a Acab, porque estoy resuelto a dar lluvia sobre la superficie del suelo”.”

*** w08 1/4 pág. 19 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
[Ilustración y recuadro de la página 19]
¿Cuánto duró la sequía?
Elías, el profeta de Jehová, le dijo al rey Acab que aquella larga sequía pronto iba a terminar. Esto ocurrió “al tercer año”, contando evidentemente desde el día que Elías había anunciado la sequía (1 Reyes 18:1). Y Jehová hizo que lloviera poco después de que Elías dijera que así ocurriría. Debido a ello, quizás algunos concluyan que la sequía terminó en el transcurso del tercer año y que, por tanto, debió durar menos de tres años. Sin embargo, tanto Jesús como Santiago afirmaron que la sequía se prolongó por “tres años y seis meses” (Lucas 4:25; Santiago 5:17). ¿Se trata de una contradicción?
No, en absoluto. Tengamos en cuenta que la temporada seca en el antiguo Israel era bastante larga, hasta de seis meses. De seguro Elías le anunció a Acab la sequía cuando la temporada seca ya era excepcionalmente larga e intensa. En realidad, había empezado casi medio año antes. Así que cuando Elías proclamó su fin “al tercer año” desde su anterior anuncio, llevaba sin llover casi tres años y medio. Cuando todo el pueblo se reunió para ser testigo de la gran prueba en el monte Carmelo, ya habían trascurrido los “tres años y seis meses”.
Piense en la ocasión en que Elías le anunció al rey Acab la sequía. La gente creía que Baal era “el jinete de las nubes”, el dios que traería la lluvia al final de la temporada seca. Como esta ya había durado más de lo normal, es probable que la gente se preguntara: “¿Dónde está Baal y cuándo traerá la lluvia?”. El anuncio de Elías de que ni caería lluvia ni rocío hasta que él dijera lo contrario debió ser un tremendo golpe para aquellos adoradores de Baal (1 Reyes 17:1).
[Reconocimiento]
Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.

*** w92 1/4 pág. 17 ¿Tiene usted una fe como la de Elías? ***
Tanto Jesús como Santiago dicen que no llovió en el país por “tres años y seis meses”. Sin embargo, se dice que Elías se presentó ante Acab para poner fin a la sequía “al tercer año”... sin duda al contar desde el día en que anunció la sequía. Por lo tanto, tiene que haber sido después de una larga sequía cuando él estuvo por primera vez ante Acab. (Lucas 4:25; Santiago 5:17; 1 Reyes 18:1.)

(1 REYES 18:3)

“Entretanto, Acab llamó a Abdías, que estaba sobre la casa. (Ahora bien, Abdías mismo había resultado ser uno que temía en gran manera a Jehová.”

*** w06 1/10 pág. 20 párr. 18 La fe y el temor de Dios nos infunden valor ***
Sin duda, Abdías adoraba a Jehová con cautela y discreción, pero sin transigir. Así lo indica 1 Reyes 18:3: “Abdías [...] temía en gran manera a Jehová”. Efectivamente, su temor de Dios era excepcional. Y este sano temor le infundió una extraordinaria valentía, como quedó probado tan pronto Jezabel mató a los profetas de Jehová.

(1 REYES 18:4)

“Por eso aconteció que, cuando Jezabel cortó [de la existencia] a los profetas de Jehová, Abdías procedió a tomar a cien profetas y mantenerlos escondidos por cincuentenas en una cueva, y les suministró pan y agua.)”

*** w06 1/10 pág. 20 párr. 19 La fe y el temor de Dios nos infunden valor ***
Cuenta el relato: “Aconteció que, cuando Jezabel cortó de la existencia a los profetas de Jehová, Abdías procedió a tomar a cien profetas y mantenerlos escondidos por cincuentenas en una cueva, y les suministró pan y agua” (1 Reyes 18:4). Como podemos figurarnos, la tarea de alimentar en secreto a un centenar de hombres era muy peligrosa. Abdías no solo tenía que evitar ser visto por Acab y Jezabel, sino también por los 850 falsos profetas que frecuentaban el palacio. Además, en el país había muchos seguidores de la religión falsa, desde campesinos hasta príncipes, que estarían muy dispuestos a denunciarlo para ganarse el favor del rey y la reina. Pero Abdías fue valiente y, en las propias narices de aquellos idólatras, atendió a las necesidades de los profetas de Jehová. ¡Qué fuerza tan grande tiene el temor de Jehová!

(1 REYES 18:19)

“Y ahora envía, júntame a todo Israel en el monte Carmelo, y también a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y a los cuatrocientos profetas del poste sagrado, que están comiendo a la mesa de Jezabel”.”

*** it-1 pág. 947 La división del reino ***
Carmelo (Mte.) 1Re 18:19-40

*** it-1 pág. 950 La obra profética de Elías y Eliseo ***
[Fotografía en la página 950]
El monte Carmelo, donde se probó mediante fuego que el Dios verdadero no es Baal, sino Jehová (1Re 18:21-39)

*** it-1 pág. 949 La obra profética de Elías y Eliseo ***
Carmelo (Mte.) 1Re 18:19-40

(1 REYES 18:21)

“Entonces Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios [verdadero], vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él”. Y el pueblo no dijo una palabra en respuesta a él.”

*** ia cap. 10 págs. 86-87 Fiel defensor de la adoración pura ***
¿En qué sentido estaban “cojeando”?
9 Desde su cumbre, el monte Carmelo cuenta con una espectacular vista: desde el cercano mar Grande (el Mediterráneo) y el valle torrencial de Cisón, abajo, hasta las distantes montañas del Líbano al norte. Pero, conforme sale el Sol en este día trascendental, la luz pone al descubierto un paisaje deprimente. La fértil tierra que Jehová había entregado a los hijos de Abrahán se ha convertido en un terreno estéril y abrasado por el sol, arruinado por la insensatez del propio pueblo de Dios. Elías se presenta ante los israelitas allí reunidos y dice: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él” (1 Rey. 18:21).
10 ¿Qué quiso decir Elías con la expresión “cojeando sobre dos opiniones”? Aquellas personas no se daban cuenta de que tenían que elegir entre adorar a Baal y adorar a Jehová. Pensaban que podían hacer las dos cosas al mismo tiempo: por un lado, apaciguar a Baal con sus repugnantes ritos, y, por otro, pedirle a Jehová que los cuidara. Quizás razonaban que Baal bendeciría sus cosechas y su ganado, mientras que “Jehová de los ejércitos” los protegería en el campo de batalla (1 Sam. 17:45). Pero habían olvidado una verdad fundamental, una verdad que muchos olvidan hoy también: Jehová no comparte su adoración con nadie. El Creador exige y merece que se le dé devoción a él exclusivamente. Por eso, toda adoración que se le rinda pero que esté mezclada con cualquier forma de idolatría es para él inaceptable y hasta ofensiva (lea Éxodo 20:5).
11 Así que aquellos israelitas estaban “cojeando”, o saltando de un pie al otro, como quien intenta seguir dos caminos a la vez. Hoy día, muchos cometen un error parecido al permitir que otros “baales” entren en su vida y los vayan apartando de su servicio a Dios. Esta clara advertencia de Elías nos motiva a examinar nuestra adoración a Jehová y ver a qué cosas les estamos dando más importancia en nuestra vida.

*** w08 1/1 pág. 19 Fiel defensor de la adoración pura ***
¿En qué sentido estaban “cojeando”?
Desde su cumbre azotada por el viento, el monte Carmelo cuenta con una espectacular vista de Israel: desde el cercano mar Grande (el Mediterráneo) y el valle torrencial de Cisón, abajo, hasta las distantes montañas del Líbano al norte. Pero, conforme el Sol salía en este día trascendental, se iba descubriendo un paisaje deprimente. Un manto de muerte cubría la que antaño fue la fértil tierra que Jehová había entregado a los hijos de Abrahán. Ahora, en cambio, era una tierra abrasada por el Sol, arruinada por la insensatez del propio pueblo de Dios. Cuando la muchedumbre se reunió en aquel lugar, Elías se acercó al pueblo y dijo: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él” (1 Reyes 18:21).
¿Qué quiso decir Elías con la expresión “cojeando sobre dos opiniones”? Bueno, aquellas personas no se daban cuenta de que tenían que elegir a quién iban a adorar: si a Jehová o a Baal. Pensaban que era posible andar en ambos caminos; es decir, que podían apaciguar a Baal con sus repugnantes ritos y pedir también la bendición de Jehová Dios. Quizás razonaban que Baal bendeciría sus cosechas y su ganado, mientras que “Jehová de los ejércitos” los protegería en el campo de batalla (1 Samuel 17:45). Pero habían olvidado una verdad fundamental, una verdad que muchos olvidan hoy también: Jehová no comparte su adoración con nadie. El Creador exige y merece devoción exclusiva. Por eso, toda adoración que esté mezclada con cualquier forma de idolatría es para Jehová inaceptable, incluso ofensiva (Éxodo 20:5).
Así que aquellos israelitas estaban “cojeando”, como alguien que intentara seguir dos caminos a la vez. Hoy día, muchas personas cometen un error parecido al permitir que otros “baales” entren en su vida y las vayan apartando de la adoración a Dios. La clarísima advertencia de Elías a los israelitas para que dejaran de titubear nos impulsa a reconsiderar cuáles son nuestras prioridades y a examinar nuestra adoración.

*** w05 1/7 págs. 30-31 Puntos sobresalientes del libro de Primero de los Reyes ***
18:21. ¿Por qué se quedó callado el pueblo cuando Elías le pidió que escogiera entre seguir a Jehová o a Baal? Puede que reconocieran que le habían fallado a Jehová al no darle la devoción exclusiva que él exige, y por lo tanto, se hayan sentido culpables. O tal vez tenían la conciencia tan endurecida que no veían nada malo en adorar a Baal mientras afirmaban ser adoradores de Jehová. Solo después que Jehová demostró su poder dijeron: “¡Jehová es el Dios verdadero! ¡Jehová es el Dios verdadero!” (1 Reyes 18:39).


*** w98 1/1 pág. 30 Elías exalta al Dios verdadero ***
Entonces Elías se dirigió a la multitud y dijo: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él” (1 Reyes 18:17-21).

*** w98 1/1 pág. 30 Elías exalta al Dios verdadero ***
Algunos comentaristas señalan que Elías hacía alusión a la danza ritual de los adoradores de Baal. En 1 Reyes 18:26 se usa la palabra “cojeando” con referencia a esa danza.

*** it-1 pág. 502 Cojo, cojera ***
En una ocasión posterior, Elías preguntó a los israelitas: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él”. En aquel tiempo los israelitas decían adorar a Jehová, pero a la vez adoraban a Baal. Su derrotero era inestable y vacilante, como el de un cojo. Durante la prueba subsiguiente, en la que los profetas de Baal trataron en vano desde la mañana hasta el mediodía de que su dios los respondiera, “siguieron cojeando en derredor del altar que habían hecho”. Tal vez esta sea una descripción burlesca de la danza ritual de los fanáticos adoradores de Baal, o puede ser que cojearan debido al cansancio ocasionado por este largo y fútil ritual. (1Re 18:21-29.)

(1 REYES 18:23)

“Ahora que nos den dos toros jóvenes, y que escojan ellos para sí un toro joven y lo corten en pedazos y lo pongan sobre la leña, pero no deben ponerle fuego. Y yo mismo aderezaré el otro toro joven, y tendré que ponerlo sobre la leña, pero no le pondré fuego.”

*** ia cap. 10 pág. 88 Fiel defensor de la adoración pura ***
Cabe notar lo que Elías les dijo con respecto al sacrificio: “No deben ponerle fuego”. Algunos expertos afirman que los idólatras a veces usaban altares con una cavidad secreta debajo, de modo que pareciera que una fuerza sobrenatural había encendido el fuego.

*** w08 1/1 pág. 19 Fiel defensor de la adoración pura ***
Cabe notar lo que Elías les dijo con respecto al sacrificio: “No deben ponerle fuego”. Algunos eruditos afirman que los idólatras a veces usaban altares con una cavidad secreta debajo, de modo que pareciera que una fuerza sobrenatural había encendido el fuego.

(1 REYES 18:26)

“Por consiguiente, ellos tomaron el toro joven que les dio. Entonces lo aderezaron, y siguieron invocando el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: “¡Oh Baal, respóndenos!”. Pero no hubo voz, y no hubo quien respondiera. Y siguieron cojeando en derredor del altar que habían hecho.”

*** it-1 pág. 278 Baile ***
En la adoración de Baal se practicaban bailes licenciosos sin ningún tipo de restricción. En tiempo de Elías los sacerdotes de Baal se laceraron con cuchillos en el transcurso de una danza demoniaca, mientras iban “cojeando en derredor” del altar. (1Re 18:26-29.) Otras traducciones dicen que “danzaban, renqueando” (Ga), “danzaban cojeando” (BJ, SA) o “daban pequeños brincos” (VP).

(1 REYES 18:27)

“Y al mediodía aconteció que Elías empezó a mofarse de ellos y a decir: “Llamen a voz en cuello, porque él es un dios; porque debe estar preocupado con un asunto, y tiene excremento y tiene que ir al excusado. ¡O quizás esté dormido y deba despertarse!”.”

*** ia cap. 10 pág. 88 párr. 14 Fiel defensor de la adoración pura ***
Al mediodía, Elías empieza a ridiculizar a aquellos impostores, afirmando en son de burla que Baal debe estar muy ocupado para responderles, que estará haciendo sus necesidades o que se habrá quedado dormido y necesita que lo despierten. “Llamen a voz en cuello”, les sugiere. Evidentemente, veía el culto a Baal como lo que era: una farsa absurda, y quería desenmascararlo ante todo el pueblo (1 Rey. 18:26, 27).

*** w08 1/1 pág. 20 Fiel defensor de la adoración pura ***
Al mediodía, Elías empezó a ridiculizarlos, afirmando en son de burla que Baal debía estar muy ocupado para responderles, que estaba haciendo sus necesidades o que se había quedado dormido y alguien debía ir a despertarlo. “Llamen a voz en cuello”, les instó a aquellos impostores. Evidentemente, veía la adoración a Baal como una farsa absurda, y quería que el pueblo de Dios descubriera aquel fraude (1 Reyes 18:26, 27).

(1 REYES 18:28)

“Y se pusieron a clamar a voz en cuello y a cortarse según su costumbre con dagas y con lancetas, hasta que hicieron chorrear la sangre sobre sí.”

*** w98 1/1 pág. 30 Elías exalta al Dios verdadero ***
Los profetas de Baal hasta se pusieron a cortarse con dagas y lancetas, práctica que los paganos empleaban con frecuencia para despertar la compasión de sus dioses (1 Reyes 18:28).

*** w98 1/1 pág. 30 Elías exalta al Dios verdadero ***
Algunos creen que la automutilación tenía un propósito similar a los sacrificios humanos. Ambas prácticas se basaban en la creencia de que se podía obtener el favor de un dios mediante el sufrimiento físico o el derramamiento de sangre.

*** it-1 págs. 561-562 Cortaduras ***
Sin embargo, el infligirse laceraciones en la carne no se limitaba a los ritos de duelo. Los profetas de Baal se cortaron “según su costumbre con dagas y con lancetas, hasta que hicieron chorrear la sangre sobre sí” con la esperanza de que su dios contestase sus ruegos. (1Re 18:28.) Otros pueblos antiguos también practicaban ritos similares. Por ejemplo, Heródoto (II, 61) menciona que durante el festival de Isis, los carios que residían en Egipto se sajaban la frente con cuchillos.

(1 REYES 18:29)

“Y aconteció que, tan pronto como pasó el mediodía y continuaron portándose como profetas hasta la [hora de] ascender la ofrenda de grano, no hubo voz, y no hubo quien respondiera, y no se prestó ninguna atención.”

*** it-1 pág. 1171 Hora ***
Dios mandó que las ofrendas quemadas se hicieran sobre el altar “por la mañana” y “entre las dos tardes”. Junto con estas, también se presentaba una ofrenda de grano. (Éx 29:38-42.) De modo que expresiones como “ascender la ofrenda de grano” (el contexto indicaba si era por la mañana o por la tarde; 1Re 18:29, 36) y el “tiempo de la ofrenda de la dádiva de la tarde” (Da 9:21) obtuvieron con el tiempo una connotación cronológica.

(1 REYES 18:30)

“Por fin Elías dijo a todo el pueblo: “Acérquense a mí”. De modo que todo el pueblo se acercó a él. Entonces procedió a componer el altar de Jehová que estaba demolido.”

*** ia cap. 10 pág. 90 párr. 16 Fiel defensor de la adoración pura ***
Ya a última hora de la tarde, le llega el turno a Elías para ofrecer su sacrificio. Primero repara un altar de Jehová que había sido demolido, sin duda por los enemigos de la adoración pura.

*** w08 1/1 pág. 20 Fiel defensor de la adoración pura ***
Ya a última hora de la tarde, le llegó el turno a Elías. Primero reparó un altar de Jehová que había sido demolido, sin duda por los enemigos de la adoración pura.

*** w05 15/12 pág. 26 párr. 6 Ahora es el momento de actuar con decisión ***
La reunión se celebró en el lugar donde estaba un altar de Jehová que había sido “demolido”, quizás para complacer a Jezabel (1 Reyes 18:30).

(1 REYES 18:31)

“Así que Elías tomó doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien la palabra de Jehová había venido diciendo: “Israel es lo que llegará a ser tu nombre”.”

*** ia cap. 10 pág. 90 párr. 16 Fiel defensor de la adoración pura ***
En total utiliza 12 piedras, tal vez para que las 10 tribus que ahora forman la nación de Israel recuerden que aún están bajo la Ley que Jehová dio a las 12 tribus en tiempos de Moisés.

*** w08 1/1 pág. 20 Fiel defensor de la adoración pura ***
Con ese fin, empleó doce piedras, tal vez para que la nación de diez tribus de Israel recordara que todavía estaba bajo la Ley dada a las doce tribus.

(1 REYES 18:32)

“Y se puso a edificar con las piedras un altar en el nombre de Jehová y a hacer una zanja, de más o menos la extensión que se siembra con dos medidas de sea de semilla, todo en derredor del altar.”

*** it-1 pág. 792 Elías ***
Cuando le llega el turno a Elías, repara con doce piedras un altar que había sido derribado, muy probablemente por instigación de Jezabel. A continuación hace que el pueblo empape con agua la ofrenda y el altar por tres veces, e incluso se llena de agua la zanja que había alrededor del altar, quizás de unos 32 m. de lado. (1Re 18:30-35.)

(1 REYES 18:33)

“Después puso en orden los pedazos de leña y cortó en trozos el toro joven y lo colocó sobre los pedazos de leña. Ahora dijo: “Llenen cuatro jarrones de agua y derrámenla sobre la ofrenda quemada y sobre los pedazos de leña”.”

*** w98 1/1 pág. 31 Elías exalta al Dios verdadero ***
Después hizo que empaparan el toro, el altar y la leña con abundante agua, y que llenaran la zanja (probablemente con agua obtenida del mar Mediterráneo).

*** ba pág. 17 ¿Es confiable el libro? ***
En algunos casos, la omisión de algunos datos añade credibilidad al escritor bíblico. Por ejemplo, el redactor de 1 Reyes señala que en Israel hubo una sequía tan grave que el rey carecía de agua y hierba para mantener vivos a sus caballos y mulos. (1 Reyes 17:7; 18:5.) No obstante, el mismo relato menciona que el profeta Elías pidió que llevaran al monte Carmelo suficiente agua —que utilizaría en un sacrificio— para llenar una zanja que circundaba una extensión de quizá 1.000 metros cuadrados. (1 Reyes 18:33-35.) ¿De dónde salió toda aquella agua en medio de semejante sequía? El escritor de 1 Reyes no se preocupó de explicarlo. No obstante, todo israelita sabía que el Carmelo estaba en la costa del mar Mediterráneo, como indica la misma narración en un comentario incidental posterior. (1 Reyes 18:43.) De modo que podía conseguirse fácilmente agua del mar. Si este libro, que por lo general es bastante detallado, solo fuera ficción disfrazada de realidad, ¿por qué dejaría el escritor, el presunto falsificador astuto, una contradicción tan obvia en el texto?

(1 REYES 18:34)

“En seguida dijo: “Háganlo otra vez”. De modo que lo hicieron otra vez. Pero él dijo: “Háganlo la tercera vez”. De modo que lo hicieron la tercera vez.”

*** ba pág. 17 ¿Es confiable el libro? ***
En algunos casos, la omisión de algunos datos añade credibilidad al escritor bíblico. Por ejemplo, el redactor de 1 Reyes señala que en Israel hubo una sequía tan grave que el rey carecía de agua y hierba para mantener vivos a sus caballos y mulos. (1 Reyes 17:7; 18:5.) No obstante, el mismo relato menciona que el profeta Elías pidió que llevaran al monte Carmelo suficiente agua —que utilizaría en un sacrificio— para llenar una zanja que circundaba una extensión de quizá 1.000 metros cuadrados. (1 Reyes 18:33-35.) ¿De dónde salió toda aquella agua en medio de semejante sequía? El escritor de 1 Reyes no se preocupó de explicarlo. No obstante, todo israelita sabía que el Carmelo estaba en la costa del mar Mediterráneo, como indica la misma narración en un comentario incidental posterior. (1 Reyes 18:43.) De modo que podía conseguirse fácilmente agua del mar. Si este libro, que por lo general es bastante detallado, solo fuera ficción disfrazada de realidad, ¿por qué dejaría el escritor, el presunto falsificador astuto, una contradicción tan obvia en el texto?

(1 REYES 18:35)

“Así el agua iba todo en derredor del altar, y él llenó también de agua la zanja.”

*** ba pág. 17 ¿Es confiable el libro? ***
En algunos casos, la omisión de algunos datos añade credibilidad al escritor bíblico. Por ejemplo, el redactor de 1 Reyes señala que en Israel hubo una sequía tan grave que el rey carecía de agua y hierba para mantener vivos a sus caballos y mulos. (1 Reyes 17:7; 18:5.) No obstante, el mismo relato menciona que el profeta Elías pidió que llevaran al monte Carmelo suficiente agua —que utilizaría en un sacrificio— para llenar una zanja que circundaba una extensión de quizá 1.000 metros cuadrados. (1 Reyes 18:33-35.) ¿De dónde salió toda aquella agua en medio de semejante sequía? El escritor de 1 Reyes no se preocupó de explicarlo. No obstante, todo israelita sabía que el Carmelo estaba en la costa del mar Mediterráneo, como indica la misma narración en un comentario incidental posterior. (1 Reyes 18:43.) De modo que podía conseguirse fácilmente agua del mar. Si este libro, que por lo general es bastante detallado, solo fuera ficción disfrazada de realidad, ¿por qué dejaría el escritor, el presunto falsificador astuto, una contradicción tan obvia en el texto?

(1 REYES 18:36)

“Y al tiempo que asciende la ofrenda de grano aconteció que Elías el profeta empezó a acercarse y a decir: “Oh Jehová, el Dios de Abrahán, Isaac e Israel, conózcase hoy que tú eres Dios en Israel y yo soy tu siervo y que por medio de tu palabra he hecho todas estas cosas.”

*** ia cap. 10 pág. 90 párr. 17 Fiel defensor de la adoración pura ***
A continuación, Elías hace una oración sencilla en la que revela claramente qué cosas le preocupan. Lo primero y más importante para él es dar a conocer que Jehová es el único “Dios en Israel”, y no ese Baal. Lo segundo es que sepan que él no es más que un siervo de Dios, así que toda la gloria y el mérito debe darse a Jehová. Por último, también vemos que sigue preocupado por sus hermanos israelitas, pues desea que Jehová vuelva “atrás el corazón de ellos” y se arrepientan (1 Rey. 18:36, 37). Pese a las desgracias que han provocado por su falta de fe, Elías todavía los ama. ¿Qué hay de nuestras oraciones? ¿Revelan el mismo amor por el nombre de Dios, la misma humildad y la misma compasión por quienes necesitan ayuda?

*** w10 1/10 págs. 4-5 2 ¿A quién orar? ***
Al contrario: tan pronto como terminó de orar, Dios envió fuego del cielo para consumir la ofrenda del profeta. ¿Cuál fue la diferencia? La respuesta se halla en la propia oración de Elías, registrada en 1 Reyes 18:36, 37. En esta breve oración —de unas treinta palabras en el hebreo original— llamó tres veces a Dios por su nombre: Jehová.
¿Qué tenía esto de especial? Tomemos en cuenta que Baal (literalmente “dueño”, o “amo”) era el nombre del dios de los cananeos y que este tenía muchas variantes locales. Sin embargo, el nombre de Jehová es singular, pues se aplica a un único Ser en todo el universo. Él mismo dijo: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria” (Isaías 42:8).
Pues bien, ¿sería lógico esperar que la oración que hizo Elías y las que hicieron los profetas de Baal llegaran al mismo dios? Imposible. El culto a Baal incluía sacrificios humanos y ritos de prostitución idolátrica, que denigraban y pervertían a las personas. En cambio, la adoración a Jehová era digna y no obligaba al pueblo a realizar ningún tipo de práctica degradante. Es obvio que las oraciones a Jehová no podían llegar a Baal. Sería como mandar una carta a un amigo muy respetado y que le llegara a alguien con otro nombre y de muy mala reputación.

*** w08 1/1 pág. 20 Fiel defensor de la adoración pura ***
A continuación, Elías hizo una oración sencilla pero elocuente, en la que mostró claramente a qué le daba prioridad. Lo primero y más importante para él fue dar a conocer que Jehová era el único “Dios en Israel”, y no ese Baal. Lo segundo fue que todos supieran que su posición era la de siervo de Jehová y que toda la gloria y mérito debía darse a Dios. Por último, demostró que seguía preocupado por su pueblo, pues ansiaba que Jehová volviera “atrás el corazón de ellos” (1 Reyes 18:36, 37). Pese a las desgracias que habían provocado por su falta de fe, Elías todavía los amaba. ¿Qué hay de nuestras oraciones? ¿Revelan el mismo amor por el nombre de Dios, la misma humildad y la misma compasión por los que necesitan ayuda?

*** it-1 pág. 1171 Hora ***
Dios mandó que las ofrendas quemadas se hicieran sobre el altar “por la mañana” y “entre las dos tardes”. Junto con estas, también se presentaba una ofrenda de grano. (Éx 29:38-42.) De modo que expresiones como “ascender la ofrenda de grano” (el contexto indicaba si era por la mañana o por la tarde; 1Re 18:29, 36) y el “tiempo de la ofrenda de la dádiva de la tarde” (Da 9:21) obtuvieron con el tiempo una connotación cronológica.

(1 REYES 18:37)

“Respóndeme, oh Jehová, respóndeme, para que sepa este pueblo que tú, Jehová, eres el Dios [verdadero] y tú mismo has vuelto atrás el corazón de ellos”.”

*** ia cap. 10 pág. 90 párr. 17 Fiel defensor de la adoración pura ***
A continuación, Elías hace una oración sencilla en la que revela claramente qué cosas le preocupan. Lo primero y más importante para él es dar a conocer que Jehová es el único “Dios en Israel”, y no ese Baal. Lo segundo es que sepan que él no es más que un siervo de Dios, así que toda la gloria y el mérito debe darse a Jehová. Por último, también vemos que sigue preocupado por sus hermanos israelitas, pues desea que Jehová vuelva “atrás el corazón de ellos” y se arrepientan (1 Rey. 18:36, 37). Pese a las desgracias que han provocado por su falta de fe, Elías todavía los ama. ¿Qué hay de nuestras oraciones? ¿Revelan el mismo amor por el nombre de Dios, la misma humildad y la misma compasión por quienes necesitan ayuda?

*** w10 1/10 págs. 4-5 2 ¿A quién orar? ***
Al contrario: tan pronto como terminó de orar, Dios envió fuego del cielo para consumir la ofrenda del profeta. ¿Cuál fue la diferencia? La respuesta se halla en la propia oración de Elías, registrada en 1 Reyes 18:36, 37. En esta breve oración —de unas treinta palabras en el hebreo original— llamó tres veces a Dios por su nombre: Jehová.
¿Qué tenía esto de especial? Tomemos en cuenta que Baal (literalmente “dueño”, o “amo”) era el nombre del dios de los cananeos y que este tenía muchas variantes locales. Sin embargo, el nombre de Jehová es singular, pues se aplica a un único Ser en todo el universo. Él mismo dijo: “Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria” (Isaías 42:8).
Pues bien, ¿sería lógico esperar que la oración que hizo Elías y las que hicieron los profetas de Baal llegaran al mismo dios? Imposible. El culto a Baal incluía sacrificios humanos y ritos de prostitución idolátrica, que denigraban y pervertían a las personas. En cambio, la adoración a Jehová era digna y no obligaba al pueblo a realizar ningún tipo de práctica degradante. Es obvio que las oraciones a Jehová no podían llegar a Baal. Sería como mandar una carta a un amigo muy respetado y que le llegara a alguien con otro nombre y de muy mala reputación.

*** w08 1/1 pág. 20 Fiel defensor de la adoración pura ***
A continuación, Elías hizo una oración sencilla pero elocuente, en la que mostró claramente a qué le daba prioridad. Lo primero y más importante para él fue dar a conocer que Jehová era el único “Dios en Israel”, y no ese Baal. Lo segundo fue que todos supieran que su posición era la de siervo de Jehová y que toda la gloria y mérito debía darse a Dios. Por último, demostró que seguía preocupado por su pueblo, pues ansiaba que Jehová volviera “atrás el corazón de ellos” (1 Reyes 18:36, 37). Pese a las desgracias que habían provocado por su falta de fe, Elías todavía los amaba. ¿Qué hay de nuestras oraciones? ¿Revelan el mismo amor por el nombre de Dios, la misma humildad y la misma compasión por los que necesitan ayuda?

(1 REYES 18:40)

“Entonces Elías les dijo: “¡Prendan a los profetas de Baal! ¡No permitan que escape ni uno solo de ellos!”. En seguida los prendieron, y Elías entonces los llevó abajo al valle torrencial de Cisón, y allí los degolló.”

*** ia cap. 10 pág. 91 párr. 19 Fiel defensor de la adoración pura ***
Ahora bien, ¿basta con eso? Bueno, admitir que Jehová es el Dios verdadero después de ver fuego cayendo del cielo no es que sea una gran demostración de fe. Así que Elías les pide que prueben su fe de otra manera. Les pide que hagan lo que deberían haber hecho muchos años antes: obedecer la Ley de Jehová. Y la Ley mandaba ejecutar a los falsos profetas y a los idólatras (Deut. 13:5-9). Los sacerdotes de Baal eran enemigos declarados de Jehová y estaban empeñados en frustrar sus propósitos. ¿Merecían alguna compasión? Pues bien, ¿acaso sintieron ellos la más mínima compasión por todos los niños inocentes que quemaron vivos en sacrificio a Baal? (Lea Proverbios 21:13; Jer. 19:5.) Definitivamente, aquellos hombres merecían la muerte. De modo que Elías ordena que sean ejecutados, y el pueblo obedece (1 Rey. 18:40).

*** w08 1/1 pág. 21 Fiel defensor de la adoración pura ***
Sin embargo, todavía no habían demostrado su fe. Siendo francos, admitir que Jehová es el Dios verdadero después de ver fuego cayendo del cielo no es una gran demostración de fe. Así que Elías exigió más de ellos. Les pidió que hicieran lo que deberían haber hecho muchos años antes: obedecer la Ley de Jehová. Y la Ley decretaba que se debía ejecutar a los falsos profetas y a los idólatras (Deuteronomio 13:5-9). Los sacerdotes de Baal eran enemigos acérrimos de Jehová Dios y querían frustrar sus propósitos. ¿Merecían clemencia? Pues bien, ¿acaso tuvieron ellos alguna clemencia con todos los niños inocentes que quemaron vivos en sacrificio a Baal? (Proverbios 21:13; Jeremías 19:5.) Definitivamente, aquellos hombres no merecían ninguna misericordia. De modo que Elías ordenó que fueran ejecutados, y el pueblo obedeció (1 Reyes 18:40).

*** it-1 págs. 430-431 Carmelo ***
Después de la prueba, hizo que bajaran a los falsos profetas al valle torrencial de Cisón, que corre a lo largo de la base oriental del Carmelo antes de desembocar en la bahía de Akkó, y allí los degollaron. (1Re 18:40.)

(1 REYES 18:41)

“Elías ahora dijo a Acab: “Sube, come y bebe; porque hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”.”

*** ia cap. 11 pág. 93 párr. 5 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Elías le dice a Acab: “Sube, come y bebe; porque hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”.

*** ia cap. 11 pág. 95 párrs. 10-11 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Recuerde lo que Elías le acababa de decir al rey: “Hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. Pues bien, ¿cómo puede afirmar tal cosa cuando no se ve ni una sola nube?
11 Elías sabe lo que Jehová ha prometido. Y como su profeta y representante, está seguro de que cumplirá su palabra. Tanta confianza tiene en él que es como si ya escuchara el aguacero. Puede que esto nos recuerde lo que la Biblia dice de Moisés: “Continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. ¿Es Dios así de real para nosotros? Lo cierto es que nos ha dado razones de sobra para tener esa clase de fe en él y en sus promesas (Heb. 11:1, 27).

*** w08 1/4 pág. 17 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Elías se dirigió a Acab y le dijo: “Sube, come y bebe; porque hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero” (versículo 41).

*** w08 1/4 pág. 18 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Recuerde lo que Elías le acababa de decir al rey: “Hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. Pues bien, ¿cómo podía afirmar tal cosa cuando no se veía ni una sola nube?
Elías sabía lo que Jehová había prometido. Y como su profeta y representante, tenía la seguridad de que cumpliría su palabra. Tanta confianza tenía en él, que era como si ya escuchara el aguacero. Puede que esto nos recuerde lo que la Biblia dice de Moisés: “Continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. ¿Es Dios así de real para usted? Él nos ha dado razones de sobra para tener esa clase de fe en él y en sus promesas (Hebreos 11:1, 27).

(1 REYES 18:42)

“Y Acab procedió a subir a comer y beber. En cuanto a Elías, subió a la cima del Carmelo y empezó a agazaparse a tierra y a mantener su rostro puesto entre las rodillas.”

*** ia cap. 11 págs. 93-94 párrs. 5-8 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
No, Acab simplemente “procedió a subir a comer y beber” (1 Rey. 18:41, 42). Pero ¿qué dice el registro sobre Elías?
6 “En cuanto a Elías —continúa el relato—, subió a la cima del Carmelo y empezó a agazaparse a tierra y a mantener su rostro puesto entre las rodillas.” Mientras Acab se preocupa de llenarse el estómago, a Elías se le presenta la oportunidad de orar a su Padre celestial. ¿No le llama la atención la humilde postura que adopta el profeta? Está arrodillado con la cabeza tan agachada que el rostro le queda en las rodillas. ¿Qué está pidiendo? No hace falta que lo adivinemos, pues la Biblia dice en Santiago 5:18 que Elías oró para que se acabara la sequía, y todo indica que el profeta elevó dicha oración cuando se hallaba en la cima del monte Carmelo.
7 Elías sabe que Jehová había dicho: “Estoy resuelto a dar lluvia sobre la superficie del suelo” (1 Rey. 18:1). Por lo tanto, lo que en esencia pide es que se haga la voluntad de Dios, lo mismo que Jesús enseñaría a sus discípulos a pedir en oración unos mil años más tarde (Mat. 6:9, 10).
8 El ejemplo de Elías nos enseña mucho sobre la oración. Lo principal para él era que se cumpliera la voluntad de Jehová. Del mismo modo, nosotros al orar debemos recordar las siguientes palabras: “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, [Dios] nos oye” (1 Juan 5:14). Claro, para saber lo que podemos incluir en nuestras oraciones, primero debemos conocer cuál es la voluntad de Dios, y esa es una buena razón para estudiar su Palabra con regularidad. Por otro lado, es probable que Elías rogara por el fin de la sequía al ver todo lo que sus hermanos israelitas estaban sufriendo. Y es posible que también diera gracias a Jehová por el milagro que había efectuado aquel mismo día. De igual manera, nuestras oraciones también deben reflejar que estamos sinceramente agradecidos por sus bondades y que nos preocupamos por el bienestar de los demás (lea 2 Corintios 1:11 y Filipenses 4:6).

*** w08 1/4 págs. 17-18 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
No, Acab simplemente “procedió a subir a comer y beber” (versículo 42). Pero ¿qué hay de Elías?
“En cuanto a Elías, subió a la cima del Carmelo y empezó a agazaparse a tierra y a mantener su rostro puesto entre las rodillas.” Mientras que Acab se preocupaba de llenar su estómago, Elías aprovechó la oportunidad para orar a su Padre. Llama la atención la humilde postura que adoptó el profeta: arrodillado con la cabeza tan agachada que el rostro quedaba cerca de las rodillas. ¿Qué estaba pidiendo? No hace falta que lo adivinemos, pues la Biblia dice en Santiago 5:18 que Elías oró para que se acabara la sequía, y todo indica que el profeta elevó dicha oración cuando se hallaba en la cima del monte Carmelo.
Elías sabía que Jehová había dicho: “Estoy resuelto a dar lluvia sobre la superficie del suelo” (1 Reyes 18:1). Por lo tanto, lo que pidió fue que se efectuara la voluntad de su Padre, lo mismo que Jesús enseñaría a sus discípulos a pedir en oración unos mil años más tarde (Mateo 6:9, 10).
El ejemplo de Elías nos enseña mucho sobre la oración. Lo principal para él era que se cumpliera la voluntad de su Padre celestial. Del mismo modo, nosotros al orar debemos recordar las siguientes palabras: “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5:14). Obviamente, debemos conocer cuál es la voluntad de Dios para que nuestras oraciones le agraden, y esa es una buena razón para adoptar la costumbre de estudiar la Biblia todos los días. Además, es probable que Elías orara por el fin de la sequía al ver todo lo que sus compatriotas estaban sufriendo. Y es posible que también expresara su agradecimiento después de presenciar el milagro que Jehová había efectuado aquel mismo día. En nuestro caso, la preocupación por el bienestar de los demás y la gratitud sincera también deberían caracterizar nuestras oraciones (2 Corintios 1:11; Filipenses 4:6).

*** it-2 pág. 687 Posturas y ademanes ***
Sentado y postrado. También era común orar sentado. Parece ser que el que hacía el ruego primero se arrodillaba y luego se echaba hacia atrás y se sentaba sobre los talones. (1Cr 17:16.) En esta posición podía inclinar la cabeza o apoyarla sobre el pecho. O, como hizo Elías, podía “agazaparse a tierra” y colocar su rostro entre las rodillas. (1Re 18:42.)

(1 REYES 18:43)

“Entonces dijo a su servidor: “Sube, por favor. Mira en dirección al mar”. Él subió, pues, y miró, y entonces dijo: “No hay nada absolutamente”. Y él pasó a decir: “Vuelve”, siete veces.”

*** ia cap. 11 págs. 94-95 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Con plena confianza y actitud vigilante
9 Si bien Elías está seguro de que Jehová terminará con la sequía, de lo que no está seguro es de cuándo lo hará. ¿Qué hace el profeta mientras espera a que Jehová actúe? Notemos lo que dice el relato: “[Elías le] dijo a su servidor: ‘Sube, por favor. Mira en dirección al mar’. Él subió, pues, y miró, y entonces dijo: ‘No hay nada absolutamente’”. Entonces el profeta “pasó a decir: ‘Vuelve’, siete veces” (1 Rey. 18:43). El ejemplo de Elías nos enseña por lo menos dos lecciones: que tenemos que confiar en Jehová y que debemos mantener una actitud vigilante.
10 Elías tiene total confianza en la promesa que Jehová ha hecho, y por eso anhela ver cualquier indicio de que él va a actuar. Así que manda a su ayudante a un lugar alto para buscar en el horizonte alguna señal de lluvia inminente. Cada vez que regresa, su siervo le repite sin entusiasmo: “No hay nada absolutamente”. El horizonte se ve claro, y el cielo, completamente despejado. Pero ¿nota usted algo extraño en el relato? Recuerde lo que Elías le acababa de decir al rey: “Hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. Pues bien, ¿cómo puede afirmar tal cosa cuando no se ve ni una sola nube?
11 Elías sabe lo que Jehová ha prometido. Y como su profeta y representante, está seguro de que cumplirá su palabra. Tanta confianza tiene en él que es como si ya escuchara el aguacero. Puede que esto nos recuerde lo que la Biblia dice de Moisés: “Continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. ¿Es Dios así de real para nosotros? Lo cierto es que nos ha dado razones de sobra para tener esa clase de fe en él y en sus promesas (Heb. 11:1, 27).
12 Ahora fijémonos en la actitud vigilante que manifiesta Elías. El profeta manda volver a su servidor, no una vez ni dos, sino siete veces. De seguro, el siervo debe estar cansado de tanto ir y venir. Pero Elías no se da por vencido y sigue pendiente de una señal.

*** w08 1/4 págs. 18-19 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Con plena confianza y actitud vigilante
Si bien Elías estaba seguro de que Jehová terminaría con la sequía, de lo que no estaba seguro era de cuándo lo haría. ¿Qué hizo el profeta mientras tanto? Regresemos al relato de 1 Reyes 18:41-46 y notemos lo que dice el versículo 43: “[Elías le] dijo a su servidor: ‘Sube, por favor. Mira en dirección al mar’. Él subió, pues, y miró, y entonces dijo: ‘No hay nada absolutamente’. Y él pasó a decir: ‘Vuelve’, siete veces”. El ejemplo de Elías nos enseña por lo menos dos lecciones: que tenemos que confiar en Jehová y que debemos mantener una actitud vigilante.
Hablemos de la primera lección. Elías anhelaba ver cualquier evidencia de que Jehová iba a actuar, así que mandó a su ayudante a un lugar alto para buscar en el horizonte alguna señal de lluvia inminente. Cada vez que regresaba, su siervo le repetía sin entusiasmo: “No hay nada absolutamente”. El horizonte se veía claro, y el cielo, despejado. Pero ¿nota usted algo extraño en el relato? Recuerde lo que Elías le acababa de decir al rey: “Hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. Pues bien, ¿cómo podía afirmar tal cosa cuando no se veía ni una sola nube?
Elías sabía lo que Jehová había prometido. Y como su profeta y representante, tenía la seguridad de que cumpliría su palabra. Tanta confianza tenía en él, que era como si ya escuchara el aguacero. Puede que esto nos recuerde lo que la Biblia dice de Moisés: “Continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. ¿Es Dios así de real para usted? Él nos ha dado razones de sobra para tener esa clase de fe en él y en sus promesas (Hebreos 11:1, 27).
Ahora fíjese en la actitud vigilante de Elías. El profeta envió a su servidor, no una vez ni dos, sino siete veces. Podemos imaginarnos que el siervo se iría cansando de tanto ir y venir. Pero Elías siguió esperando con anhelo una señal sin darse por vencido.

(1 REYES 18:44)

“Y a la séptima vez aconteció que llegó a decir: “¡Mira! Hay una nubecilla como la palma de la mano de un hombre, que viene ascendiendo del mar”. Ahora él dijo: “Sube, di a Acab: ‘¡Engancha [el carro]! ¡Y baja para que no te detenga el aguacero!’”.”

*** ia cap. 11 págs. 95-97 párrs. 12-14 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Por fin, después del séptimo viaje, el ayudante le informa: “¡Mira! Hay una nubecilla como la palma de la mano de un hombre, que viene ascendiendo del mar”. ¿Se imagina al servidor con su brazo extendido, indicando con la mano el tamaño de la nube sobre el horizonte del mar Grande? Puede que él no esté demasiado impresionado, pero para Elías aquella pequeña nube es importantísima. A continuación le da estas instrucciones urgentes: “Sube, di a Acab: ‘¡Engancha el carro! ¡Y baja para que no te detenga el aguacero!’” (1 Rey. 18:44).
13 De nuevo, Elías nos da un gran ejemplo. Nosotros también vivimos en una época en la que Dios pronto actuará para cumplir su voluntad. Elías tuvo que esperar el fin de una sequía, y hoy los siervos de Dios esperamos el fin de este mundo malvado (1 Juan 2:17). Hasta que llegue ese momento, tenemos que permanecer vigilantes como Elías. Así se lo advirtió Jesús, el propio Hijo de Dios, a sus seguidores: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor” (Mat. 24:42). ¿Quiso decir que sus discípulos no tendrían ni la más mínima idea de cuándo vendría el fin? No, porque él habló largo y tendido sobre cómo sería el mundo en sus últimos días. Y nosotros hoy podemos ver cómo se están cumpliendo los numerosos aspectos de la señal de “la conclusión del sistema de cosas” (lea Mateo 24:3-7).
14 Cada uno de los aspectos de esta señal nos suministra pruebas claras y convincentes. ¿Son suficientes estas pruebas para motivarnos a actuar con urgencia al servir a Jehová? Bueno, una pequeña nube en el horizonte fue suficiente para convencer a Elías de que Jehová estaba a punto de intervenir.

*** w09 1/1 págs. 15-16 La lluvia, un regalo del Creador ***
Uno de estos fue Elías. Cerca de un siglo después de Salomón, este profeta de Dios mostró de dónde pensaba él que podían llegar las lluvias. Hacía más de tres años que el país estaba sufriendo una sequía (Santiago 5:17). Era un castigo de Jehová Dios contra los israelitas por haberlo rechazado y haber adorado al dios cananeo de la lluvia, Baal. Sin embargo, Elías había ayudado al pueblo a arrepentirse y ahora estaba rogándole a Jehová que volviera a llover. Mientras oraba, le pidió a su servidor que mirara “en dirección al mar”. Elías se dio cuenta de que Dios había respondido su oración cuando su servidor le informó: “Hay una nubecilla como la palma de la mano de un hombre, que viene ascendiendo del mar”. Enseguida, “los cielos mismos se oscurecieron con nubes y viento, y empezó a haber un gran aguacero” (1 Reyes 18:43-45). Como vemos, Elías conocía hasta cierto grado el ciclo del agua, pues sabía que las nubes se formarían en el mar y el viento las empujaría en dirección este hacia la Tierra Prometida. Hasta el día de hoy, ese sigue siendo el trayecto habitual de las nubes en aquella región.

*** w08 1/4 págs. 19-20 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Por fin, después del séptimo viaje, el ayudante le informó: “¡Mira! Hay una nubecilla como la palma de la mano de un hombre, que viene ascendiendo del mar” (versículo 44). ¿Se imagina al servidor con su brazo extendido, indicando con la mano el tamaño de la nubecilla que ascendía sobre el horizonte del mar Grande? Puede que el siervo no estuviera demasiado impresionado, pero para Elías aquella nube era importantísima. A continuación le dio a su ayudante instrucciones urgentes: “Sube, di a Acab: ‘¡Engancha el carro! ¡Y baja para que no te detenga el aguacero!’”.
De nuevo, Elías nos da un gran ejemplo. Nosotros también vivimos en una época en la que Dios pronto actuará para cumplir su propósito. Elías tuvo que esperar el fin de una sequía, y hoy los siervos de Dios esperamos el fin del corrupto sistema de cosas mundial (1 Juan 2:17). Hasta que llegue el momento en que Jehová intervenga, tenemos que permanecer vigilantes como Elías. A este respecto, Jesús, el Hijo de Dios, advirtió a sus seguidores: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor” (Mateo 24:42). ¿Quiso decir que sus discípulos no tendrían ninguna idea de cuándo vendría el fin? Pues no, porque él habló largo y tendido sobre cómo sería el mundo en sus últimos días. Además, a todos se nos brinda la oportunidad de aprender sobre los numerosos aspectos de la señal de “la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 24:3-7).
Cada uno de los aspectos de esta señal nos suministra pruebas claras y convincentes. ¿Son suficientes estas pruebas para impulsarnos a actuar con urgencia? Bueno, una nubecilla en el horizonte fue suficiente para convencer a Elías de que Jehová estaba a punto de intervenir.

(1 REYES 18:45)

“Y mientras tanto aconteció que los cielos mismos se oscurecieron con nubes y viento, y empezó a haber un gran aguacero. Y Acab siguió adelante montado [en su carro], y se encaminó a Jezreel.”

*** ia cap. 11 pág. 97 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Jehová ayuda y bendice
15 El relato sigue diciendo: “Mientras tanto aconteció que los cielos mismos se oscurecieron con nubes y viento, y empezó a haber un gran aguacero. Y Acab siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel” (1 Rey. 18:45). Todo ocurre muy rápido. Mientras el ayudante de Elías le entrega el mensaje a Acab, aquella pequeña nube se multiplica, cubriendo y oscureciendo el cielo, y empieza a soplar un fuerte viento. Después de tres años y medio, ¡por fin llueve sobre el suelo de Israel! La sedienta tierra absorbe con avidez el agua que cae. A medida que la lluvia se convierte en un aguacero, el río Cisón va ensanchándose y limpiando la sangre de los profetas de Baal allí ejecutados. Los israelitas ahora tienen la oportunidad de limpiarse también de la terrible mancha que la adoración de Baal ha dejado sobre la nación. ¿La aprovecharán?
16 Eso es, seguramente, lo que Elías espera que hagan. Quizá también se pregunte cómo reaccionará el rey Acab, si al fin se arrepentirá y se apartará del repugnante culto a Baal. Después de todo, los sucesos de este día le han dado razones más que suficientes para hacerlo. Lo cierto es que no podemos saber exactamente lo que pasaba por la cabeza de este rey, pues el relato solo indica que “siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel”. ¿Habría aprendido algo? ¿Estaría decidido a cambiar? Lo que ocurre más adelante nos deja ver que no. En cualquier caso, el día aún no ha terminado, ni para él... ni para Elías.

*** w08 1/4 pág. 20 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Jehová alivia y bendice
El relato sigue diciendo: “Mientras tanto aconteció que los cielos mismos se oscurecieron con nubes y viento, y empezó a haber un gran aguacero. Y Acab siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel” (versículo 45). Los hechos se sucedieron con extraordinaria rapidez. Mientras el ayudante de Elías entregaba el mensaje del profeta a Acab, aquella pequeña nube se convirtió en muchas, cubriendo y oscureciendo el cielo, y un fuerte viento empezó a soplar. Después de tres años y medio, por fin llovió sobre el suelo de Israel. La reseca tierra absorbió el agua. A medida que la lluvia se convertía en un aguacero, el río Cisón crecía, limpiando la sangre de los profetas de Baal allí degollados. Y a los israelitas descarriados también se les brindó la oportunidad de limpiarse de la terrible mancha que la adoración de Baal había dejado sobre la nación.
De seguro, eso era lo que Elías esperaba que hicieran. ¿Se arrepentiría Acab y se apartaría de la contaminación del culto a Baal? Los sucesos de aquel día le habían dado razones de sobra para efectuar tales cambios. No podemos saber lo que pasaba por la cabeza de Acab en aquel momento, pues el relato solo indica que el rey “siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel”. ¿Había aprendido algo? ¿Estaba decidido a cambiar su vida? Lo que ocurrió más tarde nos da a entender que no. Pero el día aún no había terminado para él... ni para Elías.

(1 REYES 18:46)

“Y la misma mano de Jehová resultó estar sobre Elías, de modo que él se ciñó las caderas y se fue corriendo delante de Acab todo el camino hasta Jezreel.”

*** ia cap. 11 pág. 98 párrs. 17-19 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Sin esperar más, el profeta de Jehová toma el mismo camino que Acab. Tiene por delante un largo trayecto, bajo los negros nubarrones y la intensa lluvia; pero entonces ocurre algo insólito.
18 El relato explica: “La misma mano de Jehová resultó estar sobre Elías, de modo que él se ciñó las caderas y se fue corriendo delante de Acab todo el camino hasta Jezreel” (1 Rey. 18:46). Obviamente, la “mano de Jehová” estuvo sobre Elías de un modo sobrenatural. Jezreel se encontraba a unos 30 kilómetros (19 millas), y Elías no era precisamente lo que se dice un muchachito. Imagínese cómo se ciñe sus largas prendas, se las anuda a la cadera para poder mover las piernas con libertad y empieza a correr por aquel camino empapado por la lluvia. Para su sorpresa, corre tan rápido que alcanza, adelanta y hasta deja atrás el carro del rey.
19 ¡Qué bendición para Elías! Debió ser una experiencia emocionante tener tanta fuerza, vitalidad y resistencia, tal vez incluso más que en su juventud. Lo que le ocurrió quizá nos traiga a la memoria las profecías que aseguran que los siervos fieles de Dios disfrutarán de vigor y salud perfecta en el futuro Paraíso terrestre (lea Isaías 35:6; Luc. 23:43). Pero lo más importante de todo es que, mientras corría por aquel largo camino, Elías podía estar completamente seguro de que contaba con el favor del único Dios verdadero, Jehová.

*** ia cap. 12 pág. 99 párr. 1 Dios fue su refugio y su consuelo ***
ELÍAS corre bajo la lluvia mientras el cielo se va tiñendo de negro. Todavía le queda un buen trecho para llegar a Jezreel. Y aunque está entrado en años, avanza incansable, pues “la misma mano de Jehová” está sobre él. La fuerza que impulsa su cuerpo es distinta a todo lo que ha sentido antes. ¡Hasta ha dejado atrás a los caballos que tiran del carruaje del rey Acab! (Lea 1 Reyes 18:46.)

*** w11 1/7 pág. 18 Se dejó consolar por Dios ***
ELÍAS corre bajo la lluvia mientras la oscuridad se cierne sobre la región. Todavía queda un buen trecho para llegar a Jezreel, y ya no tiene el vigor de la juventud. Aun así, avanza infatigable, pues “la misma mano de Jehová” está sobre él. La fuerza que impulsa su cuerpo es distinta a todo lo que ha sentido antes. De hecho, ¡ha dejado atrás a los caballos que tiran del carruaje del rey Acab! (1 Reyes 18:46.)

*** w08 1/4 pág. 20 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Poco después de todo esto, Jehová comisionó a Elías para que capacitara como profeta a Eliseo, quien llegó a ser conocido como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías” (2 Reyes 3:11). Esto parece indicar que Elías tuvo a Eliseo como asistente y recibió sus cuidados durante la vejez.

*** w08 1/4 pág. 20 Se mantuvo vigilante y esperó con confianza ***
Acto seguido, el profeta de Jehová tomó el mismo camino que Acab. Por delante tenía un largo trayecto, bajo los negros nubarrones y la intensa lluvia; pero entonces, algo insólito ocurrió.
“La misma mano de Jehová resultó estar sobre Elías, de modo que él se ciñó las caderas y se fue corriendo delante de Acab todo el camino hasta Jezreel.” (Versículo 46.) Obviamente, la “mano de Jehová” estuvo sobre Elías de un modo sobrenatural. Jezreel se encontraba a unos 30 kilómetros (20 millas), y Elías no era precisamente un muchachito. Imagíneselo ciñéndose sus largas prendas, anudándolas a sus caderas para que sus piernas pudieran moverse con libertad, y entonces corriendo por aquel camino empapado por la lluvia, corriendo tan rápido que alcanzó, adelantó y dejó atrás el carro del rey.
¡Qué bendición para Elías! Debió ser una experiencia emocionante tener tanta fuerza, vitalidad y resistencia, tal vez hasta más que en su juventud. Sin duda, mientras corría por aquel camino mojado, Elías sabía que contaba con la aprobación de su Padre, el único Dios verdadero, Jehová. Lo que ocurrió quizás nos traiga a la memoria las profecías que aseguran que los siervos fieles de Dios disfrutarán de vigor y salud perfecta en el futuro Paraíso terrestre (Isaías 35:6; Lucas 23:43).

*** it-1 pág. 190 Armas, armadura ***
Cinturón. El cinturón militar de tiempos antiguos era una pretina de cuero que se llevaba alrededor de la cintura o de las caderas. La anchura podía variar entre 5 y 15 cm., y solía estar tachonado con hierro, plata u oro. De él pendía la espada, y a veces el cinturón mismo se sujetaba con una correa que pasaba por los hombros. (1Sa 18:4; 2Sa 20:8.) Un cinturón desabrochado indicaba desocupación (1Re 20:11), mientras que, por el contrario, el ceñirse los lomos o las caderas indicaba estar listo para la acción o la batalla. (Éx 12:11; 1Re 18:46; 1Pe 1:13, nota.)

*** it-1 págs. 385-386 Caderas ***
Antes de participar en cualquier actividad física vigorosa, la gente se ‘ceñía las caderas’, por lo general subiendo por entre las piernas los extremos de la prenda de vestir, que solía ser holgada y de mucho vuelo, y sujetándolos debajo de la banda. En Egipto los israelitas comieron la Pascua con las caderas ceñidas, dispuestos a salir del país. Cuando Elías corrió delante del carro de Acab, el registro dice que “se ciñó las caderas”. (Éx 12:11; 1Re 18:46.)

*** it-1 pág. 431 Carmelo ***
También fue desde el Carmelo desde donde este profeta partió hacia Jezreel, corriendo con la ayuda de Jehová al menos 30 Km., y dejando atrás el carro de Acab. (1Re 18:46.)

*** it-1 pág. 792 Elías ***
Después de esto, Elías, ayudado por el poder de Jehová, corre unos 30 Km. delante del carro de Acab hasta Jezreel. (1Re 18:39-46.)

*** it-1 pág. 1224 Indumentaria ***
Banda, cinto o cinturón. La banda solía llevarse sobre las prendas interiores o exteriores de vestir. Cuando alguien efectuaba una actividad física o trabajo, se ‘ceñía los lomos’ con una banda, a menudo recogiendo los extremos de la vestidura entre sus piernas y metiéndolos debajo de la banda a fin de poder tener libertad de movimiento. (1Re 18:46; 2Re 4:29; 9:1.)

(1 REYES 19:1)

“Entonces Acab refirió a Jezabel todo lo que Elías había hecho y todo acerca de cómo había matado a todos los profetas a espada.”

*** ia cap. 12 pág. 101 Dios fue su refugio y su consuelo ***
Un giro inesperado
5 Cuando Acab llega a su palacio en Jezreel, ¿da muestra alguna de haber cambiado? El relato dice: “Acab refirió a Jezabel todo lo que Elías había hecho y todo acerca de cómo había matado a todos los profetas a espada” (1 Rey. 19:1). Observe que el rey ni siquiera menciona a Jehová al relatar aquellos sucesos. Es un hombre superficial que ve esos milagros desde un punto de vista meramente humano y se refiere a ellos como “lo que Elías había hecho”. Es obvio que no ha aprendido a respetar a Jehová. ¿Y cómo reacciona su vengativa esposa?

*** w11 1/7 pág. 18 Se dejó consolar por Dios ***
Un giro inesperado
Cuando Acab llega a su palacio en Jezreel, ¿da muestras de haber cambiado, de ser un poco más espiritual? El relato dice: “Acab refirió a Jezabel todo lo que Elías había hecho y todo acerca de cómo había matado a todos los profetas a espada” (1 Reyes 19:1). Observe que el rey ni siquiera menciona a Jehová al relatar aquellos sucesos. Es un hombre carnal que ve esos milagros desde un punto de vista meramente humano y se refiere a ellos como “lo que Elías había hecho”. Es obvio que no ha aprendido a respetar a Jehová. ¿Y cómo reacciona la vengativa Jezabel?

(1 REYES 19:2)

“Ante eso, Jezabel envió un mensajero a Elías, para decirle: “¡Así hagan los dioses, y así añadan a ello, si mañana a esta hora no hago tu alma como el alma de cada uno de ellos!”.”

*** ia cap. 12 pág. 101 párr. 6 Dios fue su refugio y su consuelo ***
La reina se pone hecha una furia. Llena de ira, envía a Elías esta terrible amenaza de muerte: “¡Así hagan los dioses, y así añadan a ello, si mañana a esta hora no hago tu alma como el alma de cada uno de ellos!” (1 Rey. 19:2). Jezabel está decidida a matarlo para vengar la muerte de los profetas de Baal. Tanto es así que jura que si no lo asesina en el plazo de un día, ella misma deberá morir. Imagínese la reacción del pobre Elías cuando se entera. Está durmiendo en una humilde morada de Jezreel durante aquella noche tormentosa cuando, de pronto, lo despiertan abruptamente: es el mensajero de la reina que viene a comunicarle su espantosa amenaza.

*** w11 1/7 págs. 18-19 Se dejó consolar por Dios ***
Se pone furiosa. Llena de ira, envía este mensaje a Elías: “¡Así hagan los dioses, y así añadan a ello, si mañana a esta hora no hago tu alma como el alma de cada uno de ellos!” (1 Reyes 19:2). Es una auténtica amenaza de muerte. De hecho, la reina ha jurado que si no lo asesina en el plazo de un día para vengar a los profetas de Baal, ella misma deberá morir. Entretanto, Elías duerme en una humilde morada de Jezreel durante aquella noche tormentosa. De pronto, lo despiertan para que escuche al mensajero de la reina pronunciar esas espantosas palabras.

(1 REYES 19:3)

“Y a él le dio miedo. Por lo tanto, se levantó y empezó a irse por su alma, y llegó a Beer-seba, que pertenece a Judá. Entonces dejó allá atrás a su servidor.”

*** ia cap. 12 págs. 101-102 Dios fue su refugio y su consuelo ***
Vencido por el temor y el desánimo
7 Si Elías pensó por un momento que la guerra contra la adoración de Baal estaba por acabar, sus ilusiones se derrumban en este preciso instante. Jezabel no se da por vencida. Ya se ha encargado de asesinar a muchos otros profetas fieles de Jehová... y, por lo visto, Elías será el siguiente. ¿Qué efecto tuvo en él la amenaza de la reina? La Biblia afirma que “le dio miedo”. Puede que empezara a darle vueltas a lo que pudiera pasarle y hasta visualizara en su mente la terrible muerte que Jezabel le tenía reservada. De haber sido así, no nos sorprende que le invadiera el temor. En cualquier caso, “empezó a irse por su alma”: así es, ¡salió huyendo para salvar su vida! (1 Rey. 18:4; 19:3.)
8 El profeta Elías no fue el único hombre de fe que cedió al temor. Al apóstol Pedro le ocurrió algo parecido siglos después. En una ocasión, cuando Jesús hizo que anduviera con él sobre el agua, el apóstol se puso a “mirar a la tempestad de viento”, con lo que se asustó y comenzó a hundirse (lea Mateo 14:30). Los ejemplos de Elías y de Pedro nos enseñan una valiosa lección: para conservar el valor, no nos conviene pensar demasiado en todo lo malo que pudiera pasarnos. Necesitamos fijar la atención en Jehová, de quien procede nuestra esperanza y poder.
“¡Basta!”
9 Presa del pánico, Elías atraviesa 150 kilómetros (95 millas) en dirección suroeste, hasta llegar a Beer-seba, ciudad situada cerca de la frontera sur de Judá. Allí deja a su servidor y se interna en el desierto él solo.

*** w11 1/7 pág. 19 Se dejó consolar por Dios ***
Vencido por el temor y el desaliento
Si Elías pensó por un momento que la guerra contra la adoración de Baal estaba por acabar, sus ilusiones se hacen añicos en ese preciso instante. Jezabel no se da por vencida. Ya se ha encargado de asesinar a muchos otros profetas fieles de Jehová, y ahora todo parece indicar que Elías será el siguiente. La Biblia afirma que “a él le dio miedo”. ¿Llegó Elías a visualizar en su mente la terrible muerte que Jezabel le tenía reservada? Si el profeta le dio muchas vueltas a ese pensamiento, no sorprende que se desalentara. En cualquier caso, “empezó a irse por su alma”, es decir, salió huyendo para salvar el cuello (1 Reyes 18:4; 19:3).
Elías no fue el único hombre de fe que cedió al temor. Al apóstol Pedro le ocurrió algo parecido siglos después. En una ocasión, cuando Jesús hizo que anduviera con él sobre el agua, el apóstol se puso a “mirar a la tempestad de viento”, con lo que se asustó y comenzó a hundirse (Mateo 14:30). Los ejemplos de Pedro y de Elías nos enseñan una valiosa lección: para conservar el valor, no debemos pensar mucho en lo que pueda pasarnos. Necesitamos fijar la atención en la Fuente de nuestra esperanza y poder.
“¡Basta!”
Presa del pánico, Elías huye 150 kilómetros (95 millas) al suroeste, a Beer-seba, ciudad situada cerca de la frontera sur de Judá. Allí deja a su servidor y se adentra en el desierto él solo.

*** it-1 pág. 792 Elías ***
Huye de Jezabel. Cuando se informa a la reina Jezabel de la muerte de los profetas de Baal, jura que matará a Elías. Este, temeroso, huye a unos 150 Km. al SO., a Beer-seba, situada al O. del extremo meridional del mar Muerto. (MAPA, vol. 1, pág. 949.)

(1 REYES 19:4)

“Y él mismo entró en el desierto camino de un día, y por fin llegó y se sentó debajo de cierta retama. Y se puso a pedir que muriera su alma, y a decir: “¡Basta! Ahora, oh Jehová, quítame el alma, porque no soy mejor que mis antepasados”.”

*** w14 15/3 pág. 15 Mantengamos una actitud positiva ***
“QUÍTAME EL ALMA”
12 El profeta Elías era leal a Jehová y tenía una fe fuerte. Aun así, en cierta ocasión se deprimió tanto que le pidió a Dios que le quitara la vida. Clamó: “¡Basta! Ahora, oh Jehová, quítame el alma” (1 Rey. 19:4). Quienes nunca han experimentado tanta angustia quizá opinen que sus palabras no eran más que “habla desatinada” (Job 6:3). Sin embargo, sus sentimientos eran reales. Jehová no se enfureció con Elías por desear morir. Al contrario, lo ayudó.
13 ¿Por qué llegó a sentirse tan triste Elías? Poco antes había hecho un milagro que probó que Jehová es el Dios verdadero. Después del milagro, 450 profetas de Baal fueron ejecutados (1 Rey. 18:37-40). Elías probablemente esperaba que entonces el pueblo se volviera a la adoración pura, pero eso no ocurrió. La malvada reina Jezabel le envió un mensaje para decirle que iba a matarlo. Asustado, él huyó hacia el sur y, atravesando Judá, se adentró en el desierto, un lugar árido y peligroso (1 Rey. 19:2-4).
14 A solas, Elías comenzó a pensar en lo inútil que había sido su labor. Le dijo a Jehová: “No soy mejor que mis antepasados”. Así es, se sentía tan inservible como los huesos y cenizas de sus antepasados. Se había juzgado a sí mismo según sus propias normas y había llegado a la conclusión de que era un fracaso, que no valía para Jehová ni para nadie más.

*** ia cap. 12 págs. 102-103 Dios fue su refugio y su consuelo ***
“¡Basta!”
9 Presa del pánico, Elías atraviesa 150 kilómetros (95 millas) en dirección suroeste, hasta llegar a Beer-seba, ciudad situada cerca de la frontera sur de Judá. Allí deja a su servidor y se interna en el desierto él solo. El relato añade que recorre el “camino de un día”. Podemos imaginarlo partiendo al amanecer, por lo visto sin llevar provisiones consigo. Deprimido, impulsado por el temor y bajo un calor asfixiante, lucha por avanzar en este territorio agreste y estéril. A medida que el Sol se pone en el lejano horizonte y el cielo se cubre de tonos rojizos, Elías se va quedando sin fuerzas. Agotado, se sienta bajo una retama, siendo este arbusto lo más parecido a un refugio que podía encontrar en aquel árido paraje (1 Rey. 19:4).
10 En su desesperación, el profeta le pide a Jehová que le quite la vida. “No soy mejor que mis antepasados”, clama. Sabe que estos no son más que huesos y cenizas en la tumba, y que no pueden hacer nada bueno por nadie (Ecl. 9:10). Elías se siente igual de inútil, por lo que llega a preguntarse qué razón hay para seguir viviendo. Ya sin fuerzas para luchar más, implora: “¡Basta!”.
11 ¿Debería sorprendernos que un siervo de Dios se haya deprimido tanto? En realidad no. En la Biblia se mencionan varios hombres y mujeres fieles que llegaron a estar tan tristes que desearon morir, entre ellos Rebeca, Jacob, Moisés y Job (Gén. 25:22; 37:35; Núm. 11:13-15; Job 14:13).
12 Actualmente vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y por eso no es raro que el desaliento invada a muchas personas, incluso a fieles siervos de Dios (2 Tim. 3:1). Si alguna vez usted se siente así, siga el ejemplo de Elías: ábrale su corazón a Jehová. Recuerde que él es “el Dios de todo consuelo” (lea 2 Corintios 1:3, 4). Veamos cómo Jehová consoló a Elías.

*** w11 1/7 págs. 19-20 Se dejó consolar por Dios ***
“¡Basta!”
Presa del pánico, Elías huye 150 kilómetros (95 millas) al suroeste, a Beer-seba, ciudad situada cerca de la frontera sur de Judá. Allí deja a su servidor y se adentra en el desierto él solo. El relato añade que se fue por “camino de un día”. Así que podemos imaginarlo partiendo al amanecer, por lo visto sin nada que echarse a la boca. Deprimido, impelido por el temor y bajo un sol abrasador, lucha por avanzar por un territorio árido y despiadado. A medida que el cegador disco solar se enrojece al descender sobre el horizonte, Elías se queda sin fuerzas. Agotado, se sienta bajo una retama... lo más parecido a un refugio en aquel estéril paraje (1 Reyes 19:4).
En su desesperación, le pide a Jehová que le quite la vida. “No soy mejor que mis antepasados”, clama. Sabe que estos solo son polvo y huesos en la tumba, y que no pueden hacer nada bueno por nadie (Eclesiastés 9:10). Elías se siente igual de inútil. Por eso es natural que se pregunte por qué seguir viviendo y que grite “¡Basta!”.
¿Debería sorprendernos que un siervo de Dios se haya sentido tan deprimido? No necesariamente. En la Biblia se mencionan varios hombres y mujeres fieles que se sintieron tan tristes que desearon morir, entre ellos Rebeca, Jacob, Moisés y Job (Génesis 25:22; 37:35; Números 11:13-15; Job 14:13).
Actualmente vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y por eso muchas personas, incluso siervos de Dios, a veces caen en el desánimo (2 Timoteo 3:1). Si alguna vez usted se siente así, siga el ejemplo de Elías: exprese sus sentimientos a Dios. Al fin y al cabo, Jehová es “el Dios de todo consuelo” (2 Corintios 1:3). Veamos cómo consoló a Elías.

*** w97 15/5 pág. 13 párr. 17 Cuando Jesús llegue en la gloria del Reino ***
17 Además, el Israel de Dios tuvo una experiencia comparable a la de Elías en el monte Horeb. Como le ocurrió a Elías cuando huía de la reina Jezabel, el temeroso resto ungido pensó que ya había terminado su trabajo al final de la I Guerra Mundial. Luego, al igual que Elías, tuvo un encuentro con Jehová, quien había venido para juzgar a las organizaciones que afirmaban ser “la casa de Dios”. (1 Pedro 4:17; Malaquías 3:1-3.) Mientras que a la cristiandad se la encontró deficiente, al resto ungido se le reconoció como “el esclavo fiel y discreto” y se le nombró sobre todos los bienes terrestres de Jesús. (Mateo 24:45-47.) En Horeb, Elías oyó “una voz calmada y baja”, que resultó ser la de Jehová, y le dio más trabajo que hacer. En el tranquilo período posbélico, los fieles siervos ungidos de Jehová oyeron su voz desde las páginas de la Biblia. También percibieron que tenían una comisión que cumplir. (1 Reyes 19:4, 9-18; Revelación 11:7-13.)

*** it-2 pág. 841 Retama ***
En 1 Reyes 19:4, 5 se lee que cuando Elías huyó al desierto para escapar de la ira de Jezabel, “se sentó debajo de cierta retama” y se durmió. Aunque una retama pequeña habría protegido del ardiente sol del desierto, si era de buen tamaño podría producir un grato alivio. Este arbusto del desierto también se utilizaba como combustible. De la madera de la retama se saca un excelente carbón, que produce un calor intenso cuando arde.

(1 REYES 19:5)

“Por fin se acostó y se quedó dormido debajo de la retama. Pero, ¡mire!, ahora estaba tocándolo un ángel. Entonces este le dijo: “Levántate, come”.”

*** ia cap. 12 pág. 103 párr. 13 Dios fue su refugio y su consuelo ***
1 Rey. 19:5

*** ia cap. 12 pág. 103 párr. 13 Dios fue su refugio y su consuelo ***
Después de que Elías se duerme, Jehová le envía un ángel que, tocándolo suavemente para despertarlo, le dice: “Levántate, come”.

*** w11 1/7 pág. 20 Se dejó consolar por Dios ***
1 Reyes 19:5

*** w11 1/7 pág. 20 Se dejó consolar por Dios ***
Después que Elías se duerme, Jehová le envía un ángel que, tras tocarlo suavemente para despertarlo, le dice: “Levántate, come”.

*** it-2 pág. 841 Retama ***
En 1 Reyes 19:4, 5 se lee que cuando Elías huyó al desierto para escapar de la ira de Jezabel, “se sentó debajo de cierta retama” y se durmió. Aunque una retama pequeña habría protegido del ardiente sol del desierto, si era de buen tamaño podría producir un grato alivio. Este arbusto del desierto también se utilizaba como combustible. De la madera de la retama se saca un excelente carbón, que produce un calor intenso cuando arde.

(1 REYES 19:6)

“Cuando él miró, pues, allí junto a su cabeza estaba una torta redonda sobre piedras calentadas, y una jarra de agua. Y él se puso a comer y beber, después de lo cual volvió a acostarse.”

*** ia cap. 12 pág. 103 párr. 13 Dios fue su refugio y su consuelo ***
(1 Rey. 19:5-7).

*** ia cap. 12 pág. 103 párr. 13 Dios fue su refugio y su consuelo ***
Y así lo hace Elías, pues el ángel bondadosamente le ha servido una comida sencilla: pan recién hecho y agua. El relato sigue diciendo que el profeta entonces come y bebe, y luego se vuelve a dormir. Ni siquiera menciona que le dé las gracias al ángel. ¿Será que está tan descorazonado que es incapaz de hablar?

*** w11 1/7 pág. 20 Se dejó consolar por Dios ***
1 Reyes 19:5-7

*** w11 1/7 pág. 20 Se dejó consolar por Dios ***
Y así lo hace Elías, pues el ángel bondadosamente le sirve una comida sencilla: pan recién hecho y agua. ¿Se acuerda siquiera el profeta de darle las gracias al ángel? El relato solo pasa a indicar que come y bebe y se vuelve a dormir. ¿Está tan descorazonado que es incapaz de hablar?

*** it-2 pág. 593 Panadero ***
En tiempos bíblicos el pan solía cocerse en hornos. (Véase HORNO.) Sin embargo, en algunas ocasiones se seguía otro procedimiento. Se encendía un fuego sobre unas piedras que se habían colocado juntas. Cuando estaban bien calientes, se apartaban las cenizas y se colocaba la masa sobre las piedras. Al rato se daba la vuelta a la torta y se dejaba sobre las piedras hasta que el pan estaba completamente cocido. (Os 7:8.) Los viajeros a veces cocían un pan basto en un hoyo poco profundo lleno de guijarros calientes sobre los que se había encendido un fuego. Se quitaban las ascuas, se colocaba la masa sobre las piedras calentadas y posiblemente se le daba la vuelta varias veces mientras se cocía. (1Re 19:6.)

(1 REYES 19:7)

“Más tarde el ángel de Jehová volvió por segunda vez y lo tocó y dijo: “Levántate, come, porque el viaje es demasiado para ti”.”

*** ia cap. 12 pág. 103 párrs. 13-14 Dios fue su refugio y su consuelo ***
En cualquier caso, el ángel lo despierta por segunda vez, quizás al alba, para decirle: “Levántate, come”. Y añade estas conmovedoras palabras: “Porque el viaje es demasiado para ti” (1 Rey. 19:5-7).
14 Gracias a la perspicacia que Dios le ha dado, el ángel sabe adónde se dirige el profeta. También percibe que Elías no podrá realizar ese viaje por sus propias fuerzas. ¿Verdad que nos consuela servir a un Dios que nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe cuáles son nuestras intenciones, así como nuestras limitaciones? (Lea Salmo 103:13, 14.)

*** w11 1/7 pág. 20 Se dejó consolar por Dios ***
En cualquier caso, el ángel lo despierta por segunda vez, quizás al alba, para decirle: “Levántate, come”. Y añade estas notables palabras: “Porque el viaje es demasiado para ti” (1 Reyes 19:5-7).
Gracias a la perspicacia que Dios le ha dado, el ángel sabe adónde se dirige el profeta. También percibe que Elías no podrá realizar ese viaje con sus propias fuerzas. ¿Verdad que nos consuela servir a un Dios que conoce nuestros deseos y limitaciones mejor que nosotros mismos? (Salmo 103:13, 14.)

(1 REYES 19:8)

“Por lo tanto él se levantó y comió y bebió, y siguió yendo por el poder de aquel alimento durante cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña del Dios [verdadero], Horeb.”

*** ia cap. 12 págs. 103-104 párrs. 15-17 Dios fue su refugio y su consuelo ***
El relato continúa: “Él se levantó y comió y bebió, y siguió yendo por el poder de aquel alimento durante cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña del Dios verdadero, Horeb” (1 Rey. 19:8). Al igual que hicieron Moisés unos seiscientos años antes y Jesús casi mil años después, Elías ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches (Éx. 34:28; Luc. 4:1, 2). Por supuesto, aquella única comida no se llevó todas sus penas, pero lo mantuvo vivo milagrosamente. ¿Se imagina a ese hombre mayor avanzando con dificultad por aquel desierto inhóspito durante casi un mes y medio..., día tras día, semana tras semana?
16 Jehová también cuida a sus siervos en nuestros días, no con comidas milagrosas, sino con algo mucho más importante: alimento espiritual (Mat. 4:4). Aprender de Dios mediante su Palabra y las publicaciones bíblicas nos nutre espiritualmente. Aunque este tipo de alimento no haga desaparecer todos nuestros problemas, sí nos ayudará a aguantar lo que de otro modo podría ser insoportable. Además, nos conducirá a la vida eterna (Juan 17:3).
17 Elías caminó unos 320 kilómetros (200 millas) hasta que por fin llegó al monte Horeb (o monte Sinaí). Este lugar estaba cargado de significado. Fue allí donde, muchos años atrás, Jehová se había aparecido mediante un ángel a Moisés en la zarza ardiente, y también fue allí donde Dios estableció el pacto de la Ley con la nación de Israel. Y ahora es en este mismo lugar donde Elías busca refugio en una cueva.

*** w11 1/7 págs. 20-21 Se dejó consolar por Dios ***
El relato continúa: “Él se levantó y comió y bebió, y siguió yendo por el poder de aquel alimento durante cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña del Dios verdadero, Horeb” (1 Reyes 19:8). Al igual que hicieron Moisés unos seis siglos antes y Jesús casi mil años después, Elías ayunó cuarenta días y cuarenta noches (Éxodo 34:28; Lucas 4:1, 2). Aquella única comida no se llevó todas sus penas, pero lo mantuvo vivo milagrosamente. Imagine a ese hombre de edad luchando para avanzar por aquel desierto inhóspito durante casi un mes y medio... día tras día, semana tras semana.
Jehová también cuida a sus siervos en nuestros días, no con comidas milagrosas, sino con algo mucho más importante: alimento espiritual (Mateo 4:4). Aprender de Dios mediante su Palabra y publicaciones rigurosamente fundadas en la Biblia nos nutre en sentido espiritual. Este tipo de alimento quizás no haga desaparecer todos nuestros problemas, pero sí nos ayuda a aguantar lo que de otro modo podría ser insoportable. Además, nos conduce a la vida eterna (Juan 17:3).
Elías camina unos 320 kilómetros (200 millas) hasta que por fin llega al monte Horeb, donde mucho antes Jehová se había aparecido mediante un ángel a Moisés en la zarza ardiente y donde, tiempo después, había establecido el pacto de la Ley con Israel. En ese mismo lugar, Elías se cobija en una cueva.

*** it-1 pág. 792 Elías ***
En este lugar se le aparece el ángel de Jehová a fin de prepararle para un largo viaje a Horeb, la “montaña del Dios verdadero”. Lo que come entonces le provee sustento para el viaje de cuarenta días, en el que recorre una distancia de unos 300 Km.

*** it-1 pág. 950 La obra profética de Elías y Eliseo ***
[Fotografía en la página 950]
Alrededores del monte Sinaí. Para escapar de la cólera de Jezabel, Elías huyó unos 450 Km. hasta esta región (1Re 19:1-18)

(1 REYES 19:9)

“Allí por fin entró en una cueva, para pasar la noche allí; y, ¡mire!, hubo la palabra de Jehová para él, y pasó a decirle: “¿Qué negocio tienes aquí, Elías?”.”

*** ia cap. 12 pág. 104 párr. 18 Dios fue su refugio y su consuelo ***
1 Rey. 19:9,

*** ia cap. 12 pág. 104 párr. 18 Dios fue su refugio y su consuelo ***
En el monte Horeb, “la palabra” que Jehová le dirige al profeta —obviamente mediante un ángel— consiste en una sencilla pregunta. Quiere saber qué es lo que Elías está haciendo allí. El ángel se lo debió preguntar con amabilidad, pues el profeta se siente invitado a expresar sus sentimientos.

*** w11 1/7 pág. 21 Se dejó consolar por Dios ***
En el monte Horeb, “la palabra” de Jehová —obviamente transmitida mediante un ángel— consiste en una sencilla pregunta: “¿Qué negocio tienes aquí, Elías?”. Es probable que el ángel se la haga con amabilidad, pues el profeta se siente invitado a expresar sus sentimientos.

*** w11 1/7 pág. 21 Se dejó consolar por Dios ***
1 Reyes 19:9,

(1 REYES 19:10)

“A lo que él dijo: “He estado absolutamente celoso por Jehová el Dios de los ejércitos; pues los hijos de Israel han dejado tu pacto, tus altares los han demolido, y a tus profetas los han matado a espada, de modo que solo quedo yo; y empiezan a buscar mi alma para quitármela”.”

*** ia cap. 12 pág. 104 párrs. 18-19 Dios fue su refugio y su consuelo ***
Así que se desahoga sin temor: “He estado absolutamente celoso por Jehová el Dios de los ejércitos; pues los hijos de Israel han dejado tu pacto, tus altares los han demolido, y a tus profetas los han matado a espada, de modo que solo quedo yo; y empiezan a buscar mi alma para quitármela” (1 Rey. 19:9, 10). Sus palabras revelan al menos tres razones por las que está tan abatido.
19 En primer lugar, cree que su labor no ha servido para nada. A pesar de haber sido “absolutamente celoso” en su servicio a Jehová durante años y de haber puesto el santo nombre de Dios y su adoración por encima de todo lo demás, ve que la situación va de mal en peor. El pueblo sigue igual, rebelde y sin fe, y la religión falsa se extiende como la peste. La segunda razón de su desánimo es la intensa soledad que lo embarga. “Solo quedo yo”, se lamenta, pues siente que es el único en toda la nación que aún sirve a Jehová. Y en tercer lugar, tiene miedo. Muchos otros profetas ya han sido asesinados, y está convencido de que él será el próximo. Probablemente no se le ha hecho fácil exteriorizar estos sentimientos, pero no deja que el orgullo o la vergüenza se lo impidan. Al abrirle su corazón a Dios, nos da un excelente ejemplo a todos nosotros (Sal. 62:8).

*** w11 1/7 pág. 21 Se dejó consolar por Dios ***
Le cuenta: “He estado absolutamente celoso por Jehová el Dios de los ejércitos; pues los hijos de Israel han dejado tu pacto, tus altares los han demolido, y a tus profetas los han matado a espada, de modo que solo quedo yo; y empiezan a buscar mi alma para quitármela” (1 Reyes 19:9, 10). Sus palabras revelan al menos tres razones por las que está tan abatido.
En primer lugar, cree que su labor ha sido en vano. A pesar de haber sido “absolutamente celoso” en su servicio a Jehová durante años y de haber dado total prioridad al sagrado nombre de Dios y su adoración, ve que la situación va de mal en peor. El pueblo sigue igual, rebelde y sin fe, y la religión falsa se extiende como la peste. La segunda razón de su desánimo es la soledad que siente. “Solo quedo yo”, se lamenta, como si fuera el único que aún sirve a Jehová en toda la nación. Y en tercer lugar, tiene miedo. Muchos profetas como él ya han sido asesinados, y está convencido de que ha llegado su turno. Quizá no se le haga fácil exteriorizar estos sentimientos, pero no deja que el orgullo o la vergüenza se lo impidan. Al abrir su corazón en oración, da un excelente ejemplo a todas las personas fieles a Dios (Salmo 62:8).

(1 REYES 19:11)

“Pero aquella dijo: “Sal fuera, y tienes que estar de pie en la montaña delante de Jehová”. Y, ¡mire!, Jehová iba pasando, y un viento grande y fuerte estaba desgarrando montañas y quebrando peñascos delante de Jehová. (Jehová no estaba en el viento.) Y después del viento hubo un temblor. (Jehová no estaba en el temblor.)”

*** cl cap. 4 pág. 37 ‘Jehová es grande en poder’ ***
CAPÍTULO 4
‘Jehová es grande en poder’
ELÍAS ya había contemplado antes maravillas: cuervos que le llevaron comida dos veces al día a su escondite, dos recipientes cuyo contenido de harina y aceite no se agotó durante una larga hambruna e incluso fuego que cayó del cielo en respuesta a su oración (1 Reyes, capítulos 17, 18). Con todo, nunca había visto nada semejante.
2 Acurrucado a la entrada de una cueva del monte Horeb, presenció una serie de sucesos espectaculares. Primero, un vendaval que debió de hacer un ruido ensordecedor, porque era tan fuerte que partía montañas y quebraba peñascos. Luego, un terremoto que liberó extraordinarias fuerzas de la corteza terrestre. Finalmente, un fuego que cundió por la región, por lo que Elías tuvo que sentir el sofocante calor (1 Reyes 19:8-12).
3 Aquellos acontecimientos que vivió Elías tenían un denominador común: eran demostraciones del enorme poder de Jehová.

*** cl cap. 4 pág. 43 párr. 15 ‘Jehová es grande en poder’ ***
Hallamos un claro ejemplo en la experiencia de Elías, mencionada al principio. ¿Por qué recibió aquella imponente demostración de potencia divina? Pues bien, la malvada reina Jezabel había jurado ejecutarlo, así que el profeta tuvo que huir para salvar la vida. Parecía que todos sus afanes habían sido en vano, y se sentía solo, acobardado y desalentado. El Altísimo lo confortó con un vívido recordatorio de Su fuerza. El viento, el terremoto y el fuego le demostraron que contaba con el respaldo del Ser más poderoso del universo. ¿Por qué temer a Jezabel teniendo de su parte al Dios omnipotente? (1 Reyes 19:1-12.)

*** cl cap. 4 pág. 43 ‘Jehová es grande en poder’ ***
La Biblia señala que “Jehová no estaba en el viento” ni “en el temblor” ni “en el fuego”. Así pues, sus siervos no lo buscan en las fuerzas naturales, a diferencia de quienes adoran míticos dioses de la naturaleza. Él es tan grande, que ninguna creación puede contenerlo (1 Reyes 8:27).

*** ia cap. 12 págs. 104-106 párrs. 20-21 Dios fue su refugio y su consuelo ***
¿Cómo ahuyentó Jehová los temores e inquietudes de Elías? El relato continúa diciendo que el ángel le pide al profeta que se acerque a la entrada de la cueva. Él obedece sin saber lo que va a ocurrir. De repente, se desata un intenso vendaval. Las ráfagas deben emitir un ruido ensordecedor, pues son tan fuertes que desgarran montañas y quiebran peñascos. Y allí está Elías, intentando refugiarse del azote del viento, mientras se protege los ojos y se sujeta la pesada y tosca vestidura de pelo. Para colmo, luego tiene que luchar por mantenerse en pie, pues el suelo comienza a moverse. ¡Un terremoto está sacudiendo la región! Entonces, cuando apenas se ha recuperado, una enorme llamarada lo obliga a entrar en la cueva: ¡así de intenso es su calor! (1 Rey. 19:11, 12.)
21 Como bien señala el relato, Jehová no se halla en ninguna de estas espectaculares fuerzas naturales. Elías sabe que Jehová no es un dios mitológico de la naturaleza como Baal, a quien sus engañados adoradores aclaman como “el jinete de las nubes”, el dios que trae las lluvias. Jehová es la verdadera Fuente de todas las increíbles fuerzas naturales y es infinitamente superior a todas sus creaciones. De hecho, ni siquiera los cielos físicos pueden contenerlo (1 Rey. 8:27). Pero ¿cómo ayuda todo esto al profeta? Recordemos que el miedo lo había paralizado. Ahora, sabiendo que tiene al Dios todopoderoso de su parte, ¡ya no hay razón para temer a Acab y a Jezabel! (Lea Salmo 118:6.)

*** w11 1/7 págs. 21-22 Se dejó consolar por Dios ***
¿Cómo alivia Jehová los temores e inquietudes de Elías? El ángel pide al profeta que se ponga de pie a la entrada de la cueva. Él obedece sin saber lo que va a ocurrir. De repente, se desata un vendaval. Las ráfagas deben de emitir un rugido ensordecedor, pues son tan fuertes que desgarran montañas y quiebran peñascos. Intente visualizar a Elías cubriéndose los ojos y apretándose contra el cuerpo su pesada y rústica vestidura de pelo. Acto seguido tiene que luchar para mantener el equilibrio, pues el suelo comienza a estremecerse. ¡Un terremoto sacude la región! Apenas se ha recuperado, cuando una enorme llamarada lo obliga a entrar en la cueva para resguardarse del calor abrasador (1 Reyes 19:11, 12).
Según el relato, Jehová no se halla dentro de ninguna de estas espectaculares demostraciones de las fuerzas naturales. Elías sabe que Jehová no es un dios mitológico de la naturaleza como Baal, a quien sus engañados adeptos aclaman como “el Jinete de las Nubes”, el que trae las lluvias. Jehová es la verdadera Fuente de todas las increíbles fuerzas naturales y es infinitamente superior a todas sus creaciones. De hecho, ni siquiera los cielos físicos pueden contenerlo (1 Reyes 8:27). Pero ¿cómo ayuda todo esto al profeta? Recuerde el miedo que lo atenaza. Ahora, teniendo a Dios a su lado, con todo ese poder sobrecogedor, ¡ya no hay razón para que tema a Acab y a Jezabel! (Salmo 118:6.)

*** it-1 pág. 792 Elías ***
En Horeb Jehová le habla después de una demostración imponente de su poder —viento, terremoto y fuego—. Sin embargo, Jehová no está en estas manifestaciones, Él no es la naturaleza deificada ni la personificación de fuerzas naturales, sino que estas fuerzas naturales son meras expresiones de su fuerza activa, y no Jehová mismo.

(1 REYES 19:12)

“Y después del temblor hubo un fuego. (Jehová no estaba en el fuego.) Y después del fuego hubo una voz calmada y baja.”

*** cl cap. 4 pág. 37 ‘Jehová es grande en poder’ ***
CAPÍTULO 4
‘Jehová es grande en poder’
ELÍAS ya había contemplado antes maravillas: cuervos que le llevaron comida dos veces al día a su escondite, dos recipientes cuyo contenido de harina y aceite no se agotó durante una larga hambruna e incluso fuego que cayó del cielo en respuesta a su oración (1 Reyes, capítulos 17, 18). Con todo, nunca había visto nada semejante.
2 Acurrucado a la entrada de una cueva del monte Horeb, presenció una serie de sucesos espectaculares. Primero, un vendaval que debió de hacer un ruido ensordecedor, porque era tan fuerte que partía montañas y quebraba peñascos. Luego, un terremoto que liberó extraordinarias fuerzas de la corteza terrestre. Finalmente, un fuego que cundió por la región, por lo que Elías tuvo que sentir el sofocante calor (1 Reyes 19:8-12).
3 Aquellos acontecimientos que vivió Elías tenían un denominador común: eran demostraciones del enorme poder de Jehová.

*** cl cap. 4 pág. 43 párr. 15 ‘Jehová es grande en poder’ ***
Hallamos un claro ejemplo en la experiencia de Elías, mencionada al principio. ¿Por qué recibió aquella imponente demostración de potencia divina? Pues bien, la malvada reina Jezabel había jurado ejecutarlo, así que el profeta tuvo que huir para salvar la vida. Parecía que todos sus afanes habían sido en vano, y se sentía solo, acobardado y desalentado. El Altísimo lo confortó con un vívido recordatorio de Su fuerza. El viento, el terremoto y el fuego le demostraron que contaba con el respaldo del Ser más poderoso del universo. ¿Por qué temer a Jezabel teniendo de su parte al Dios omnipotente? (1 Reyes 19:1-12.)

*** cl cap. 4 pág. 43 ‘Jehová es grande en poder’ ***
La Biblia señala que “Jehová no estaba en el viento” ni “en el temblor” ni “en el fuego”. Así pues, sus siervos no lo buscan en las fuerzas naturales, a diferencia de quienes adoran míticos dioses de la naturaleza. Él es tan grande, que ninguna creación puede contenerlo (1 Reyes 8:27).

*** ia cap. 12 pág. 106 párrs. 20-22 Dios fue su refugio y su consuelo ***
Entonces, cuando apenas se ha recuperado, una enorme llamarada lo obliga a entrar en la cueva: ¡así de intenso es su calor! (1 Rey. 19:11, 12.)
21 Como bien señala el relato, Jehová no se halla en ninguna de estas espectaculares fuerzas naturales. Elías sabe que Jehová no es un dios mitológico de la naturaleza como Baal, a quien sus engañados adoradores aclaman como “el jinete de las nubes”, el dios que trae las lluvias. Jehová es la verdadera Fuente de todas las increíbles fuerzas naturales y es infinitamente superior a todas sus creaciones. De hecho, ni siquiera los cielos físicos pueden contenerlo (1 Rey. 8:27). Pero ¿cómo ayuda todo esto al profeta? Recordemos que el miedo lo había paralizado. Ahora, sabiendo que tiene al Dios todopoderoso de su parte, ¡ya no hay razón para temer a Acab y a Jezabel! (Lea Salmo 118:6.)
22 Tras el fuego, todo queda en silencio. Entonces Elías oye “una voz calmada y baja” que lo insta a desahogarse de nuevo, así que expresa sus preocupaciones por segunda vez.

*** ia cap. 12 pág. 106 Dios fue su refugio y su consuelo ***
Tal vez esa “voz calmada y baja” procediera del mismo ángel que transmitió “la palabra de Jehová” mencionada en 1 Reyes 19:9. El versículo 15 del mismo capítulo simplemente se refiere a él como “Jehová”. Quizás esto nos recuerde al ángel que Dios envió para guiar al pueblo de Israel por el desierto, de quien dijo: “Mi nombre está dentro de él” (Éx. 23:21). Aunque no podemos ser categóricos en este asunto, cabe señalar que Jesús, antes de venir a la Tierra, fue “la Palabra”, el Portavoz especial de Jehová para sus siervos (Juan 1:1).

*** w11 1/7 pág. 22 Se dejó consolar por Dios ***
Apenas se ha recuperado, cuando una enorme llamarada lo obliga a entrar en la cueva para resguardarse del calor abrasador (1 Reyes 19:11, 12).
Según el relato, Jehová no se halla dentro de ninguna de estas espectaculares demostraciones de las fuerzas naturales. Elías sabe que Jehová no es un dios mitológico de la naturaleza como Baal, a quien sus engañados adeptos aclaman como “el Jinete de las Nubes”, el que trae las lluvias. Jehová es la verdadera Fuente de todas las increíbles fuerzas naturales y es infinitamente superior a todas sus creaciones. De hecho, ni siquiera los cielos físicos pueden contenerlo (1 Reyes 8:27). Pero ¿cómo ayuda todo esto al profeta? Recuerde el miedo que lo atenaza. Ahora, teniendo a Dios a su lado, con todo ese poder sobrecogedor, ¡ya no hay razón para que tema a Acab y a Jezabel! (Salmo 118:6.)
Tras el fuego, todo queda en calma. Entonces Elías oye “una voz calmada y baja” que lo insta a desahogarse de nuevo, de modo que expresa sus preocupaciones por segunda vez.

*** w11 1/7 pág. 22 Se dejó consolar por Dios ***
Tal vez esa “voz calmada y baja” procediera del mismo ángel que transmitió “la palabra de Jehová” mencionada en 1 Reyes 19:9. El versículo 15 simplemente se refiere a él como “Jehová”. Quizás esto nos recuerde al ángel que Jehová envió para guiar al pueblo de Israel por el desierto, de quien dijo: “Mi nombre está dentro de él” (Éxodo 23:21). Aunque no podemos ser categóricos en este asunto, cabe señalar que Jesús, antes de venir a la Tierra, fue “la Palabra”, el Portavoz especial de Jehová para sus siervos (Juan 1:1).

*** w97 15/5 pág. 13 párr. 17 Cuando Jesús llegue en la gloria del Reino ***
17 Además, el Israel de Dios tuvo una experiencia comparable a la de Elías en el monte Horeb. Como le ocurrió a Elías cuando huía de la reina Jezabel, el temeroso resto ungido pensó que ya había terminado su trabajo al final de la I Guerra Mundial. Luego, al igual que Elías, tuvo un encuentro con Jehová, quien había venido para juzgar a las organizaciones que afirmaban ser “la casa de Dios”. (1 Pedro 4:17; Malaquías 3:1-3.) Mientras que a la cristiandad se la encontró deficiente, al resto ungido se le reconoció como “el esclavo fiel y discreto” y se le nombró sobre todos los bienes terrestres de Jesús. (Mateo 24:45-47.) En Horeb, Elías oyó “una voz calmada y baja”, que resultó ser la de Jehová, y le dio más trabajo que hacer. En el tranquilo período posbélico, los fieles siervos ungidos de Jehová oyeron su voz desde las páginas de la Biblia. También percibieron que tenían una comisión que cumplir. (1 Reyes 19:4, 9-18; Revelación 11:7-13.)

*** it-1 pág. 792 Elías ***
En Horeb Jehová le habla después de una demostración imponente de su poder —viento, terremoto y fuego—. Sin embargo, Jehová no está en estas manifestaciones, Él no es la naturaleza deificada ni la personificación de fuerzas naturales, sino que estas fuerzas naturales son meras expresiones de su fuerza activa, y no Jehová mismo.

(1 REYES 19:13)

“Y aconteció que tan pronto como Elías la oyó, inmediatamente se envolvió el rostro con su prenda de vestir oficial y salió fuera y se puso de pie a la entrada de la cueva; y, ¡mire!, hubo una voz para él, y procedió a decirle: “¿Qué negocio tienes aquí, Elías?”.”

*** it-2 pág. 872 Rostro ***
El que un hombre o un ángel se cubra el rostro o lo oculte puede expresar humildad o temor reverencial y respeto. (Éx 3:6; 1Re 19:13; Isa 6:2.)

*** it-2 pág. 1195 Vestido oficial ***
Para traducir ʼad•dé•reth en el caso del vestido oficial de Elías y Eliseo, la Septuaginta utiliza la palabra griega mē•lō•tḗ (que significa “piel de oveja” o cualquier piel basta y lanosa). (1Re 19:13.) Esto da a entender que la prenda estaba hecha de pieles que todavía tenían pelo, algo similar a la vestidura que en la actualidad llevan ciertos beduinos. Cuando Pablo dice que los siervos perseguidos de Dios “anduvieron de acá para allá en pieles de oveja, en pieles de cabra”, puede referirse al vestido de tales profetas de Jehová. (Heb 11:37.)

(1 REYES 19:15)

“Jehová ahora le dijo: “Anda, vuélvete por tu camino al desierto de Damasco; y tienes que entrar y ungir a Hazael por rey sobre Siria.”

*** ia cap. 12 págs. 106-107 párr. 22 Dios fue su refugio y su consuelo ***
lo que la “voz calmada y baja” le dice a continuación es sin duda de mayor consuelo aún: Jehová le asegura que lo valora mucho. ¿Cómo lo hace? Le revela lo que se propone hacer en el futuro contra el culto de Baal en Israel. Y puesto que nada podrá impedir que ese propósito se cumpla, es obvio que la labor de Elías ha valido la pena. Además, Jehová todavía cuenta con él, pues le encomienda una nueva misión y le da instrucciones específicas para que pueda cumplir con ella (1 Rey. 19:12-17).

*** w11 1/7 pág. 22 Se dejó consolar por Dios ***
lo que la “voz calmada y baja” dice a continuación es sin duda de mayor consuelo para él: Jehová le asegura que es muy valioso. ¿Cómo lo hace? Le revela gran parte de su propósito a largo plazo respecto a la guerra contra el culto de Baal en Israel. Y puesto que ese propósito avanza imparable, es obvio que la labor de Elías ha valido la pena. Además, Jehová todavía cuenta con él, pues le encomienda una nueva misión y le da instrucciones específicas para cumplirla (1 Reyes 19:12-17).

*** w97 15/5 pág. 13 párr. 17 Cuando Jesús llegue en la gloria del Reino ***
17 Además, el Israel de Dios tuvo una experiencia comparable a la de Elías en el monte Horeb. Como le ocurrió a Elías cuando huía de la reina Jezabel, el temeroso resto ungido pensó que ya había terminado su trabajo al final de la I Guerra Mundial. Luego, al igual que Elías, tuvo un encuentro con Jehová, quien había venido para juzgar a las organizaciones que afirmaban ser “la casa de Dios”. (1 Pedro 4:17; Malaquías 3:1-3.) Mientras que a la cristiandad se la encontró deficiente, al resto ungido se le reconoció como “el esclavo fiel y discreto” y se le nombró sobre todos los bienes terrestres de Jesús. (Mateo 24:45-47.) En Horeb, Elías oyó “una voz calmada y baja”, que resultó ser la de Jehová, y le dio más trabajo que hacer. En el tranquilo período posbélico, los fieles siervos ungidos de Jehová oyeron su voz desde las páginas de la Biblia. También percibieron que tenían una comisión que cumplir. (1 Reyes 19:4, 9-18; Revelación 11:7-13.)

*** it-1 pág. 18 Abel-meholá ***
En apoyo de esta identificación se ha aducido que Elías, después de partir de Horeb, se detuvo en Abel-meholá para ungir a Eliseo y, además, se le dio la comisión de viajar “al desierto de Damasco” a fin de ungir a Hazael como rey de Siria. (1Re 19:15.) La calzada antigua más importante de Horeb a Damasco se encontraba al E. del Jordán, aunque en ocasiones esta ruta estuvo bajo el control de tribus nómadas.

*** it-1 pág. 18 Abel-meholá ***
Y en lo que respecta al viaje de Elías al desierto de Damasco, el registro muestra que no tuvo lugar de inmediato, sino que fue Eliseo quien lo llevó a cabo algún tiempo después. (1Re 19:15-19; 2Re 8:7-13.) En vista de estos hechos, algunas obras geográficas siguen situando el emplazamiento de Abel-meholá al O. del Jordán. (The Geographical and Topographical Texts of the Old Testament, de J. Simons, Leiden, 1959; The Geography of the Bible, de D. Baly, 1957, y el Atlas of the Bible, de L. H. Grollenberg, 1956.) Tanto Jerónimo como Eusebio, de los primeros siglos de la era común, identificaron Abel-meholá con un lugar situado a 10 millas romanas (15 Km.) al S. de Bet-seán (al O. del Jordán). La obra The Land of the Bible, de Y. Aharoni, dice: “Ahora se ha identificado con muchas garantías a Abel-meholá con Tell Abu Sus, en la orilla [occidental] del Jordán, a 15 Km. al sur de Bet-seán”.

*** it-1 pág. 1093 Hazael ***
Años antes del reinado de Hazael, Jehová había mandado a Elías para “ungir a Hazael por rey sobre Siria”, debido a que Israel había pecado contra Dios y Hazael tendría que ejecutar el castigo de Dios sobre la nación. (1Re 19:15-18.)

*** it-2 pág. 1170 Ungido, ungir ***
En ocasiones se consideraba que una persona había sido ungida debido a que Dios la había nombrado, aunque no se le hubiera derramado aceite sobre la cabeza. Por ejemplo, Jehová le dijo a Elías que ungiera a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo por profeta en lugar de él. (1Re 19:15, 16.) Luego el registro bíblico muestra que uno de los hijos de los profetas asociados con Eliseo ungió a Jehú con aceite literal por rey sobre Israel. (2Re 9:1-6.) Sin embargo, no hay registro de que nadie ungiera con aceite a Hazael ni a Eliseo.

(1 REYES 19:16)

“Y a Jehú nieto de Nimsí lo debes ungir por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat de Abel-meholá lo debes ungir por profeta en lugar de ti.”

*** w97 15/5 pág. 13 párr. 17 Cuando Jesús llegue en la gloria del Reino ***
17 Además, el Israel de Dios tuvo una experiencia comparable a la de Elías en el monte Horeb. Como le ocurrió a Elías cuando huía de la reina Jezabel, el temeroso resto ungido pensó que ya había terminado su trabajo al final de la I Guerra Mundial. Luego, al igual que Elías, tuvo un encuentro con Jehová, quien había venido para juzgar a las organizaciones que afirmaban ser “la casa de Dios”. (1 Pedro 4:17; Malaquías 3:1-3.) Mientras que a la cristiandad se la encontró deficiente, al resto ungido se le reconoció como “el esclavo fiel y discreto” y se le nombró sobre todos los bienes terrestres de Jesús. (Mateo 24:45-47.) En Horeb, Elías oyó “una voz calmada y baja”, que resultó ser la de Jehová, y le dio más trabajo que hacer. En el tranquilo período posbélico, los fieles siervos ungidos de Jehová oyeron su voz desde las páginas de la Biblia. También percibieron que tenían una comisión que cumplir. (1 Reyes 19:4, 9-18; Revelación 11:7-13.)

*** it-2 pág. 52 Jehú ***
3. Hijo de Jehosafat (no el rey Jehosafat de Judá) y nieto de Nimsí. (2Re 9:14.) Gobernó como rey de Israel desde aproximadamente 904 hasta 877 a. E.C. Durante el reinado del rey Acab de Israel, Elías el profeta huyó al monte Horeb para escapar de la esposa de Acab, que procuraba darle muerte. Dios le mandó que regresase y ungiese a tres hombres: a Eliseo por sucesor, a Hazael por rey de Siria y a Jehú por rey de Israel. (1Re 19:15, 16.) Elías ungió a Eliseo (o lo nombró; véase UNGIDO, UNGIR); sin embargo, a Jehú lo ungió más tarde Eliseo, el sucesor de Elías.
¿Ungió Eliseo a Jehú debido a la tardanza de Elías? No; poco después de darle el mandato a Elías, Jehová le dijo que la calamidad que le sobrevendría a la casa de Acab, y que ejecutaría Jehú, no llegaría en los días de Acab, sino en los del hijo de Acab. (1Re 21:27-29.) De modo que la demora se debió a la guía de Jehová, no a negligencia por parte de Elías. Jehová planeó la unción para el momento más oportuno, cuando se dieran las circunstancias para que Jehú pudiese cumplir inmediatamente con el propósito de dicha unción. Y en armonía con su personalidad decisiva y dinámica, Jehú no perdió ni un momento, sino que actuó con rapidez.

*** it-2 pág. 690 Posturas y ademanes ***
Eliseo fue ‘ungido’ cuando recibió su nombramiento, pero no se le ungió literalmente con aceite. (1Re 19:16, 19.)

*** it-2 pág. 1170 Ungido, ungir ***
En ocasiones se consideraba que una persona había sido ungida debido a que Dios la había nombrado, aunque no se le hubiera derramado aceite sobre la cabeza. Por ejemplo, Jehová le dijo a Elías que ungiera a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel y a Eliseo por profeta en lugar de él. (1Re 19:15, 16.) Luego el registro bíblico muestra que uno de los hijos de los profetas asociados con Eliseo ungió a Jehú con aceite literal por rey sobre Israel. (2Re 9:1-6.) Sin embargo, no hay registro de que nadie ungiera con aceite a Hazael ni a Eliseo.

(1 REYES 19:18)

“Y he dejado que siete mil permanezcan en Israel, todas las rodillas que no se han doblado a Baal, y toda boca que no lo ha besado”.”

*** ia cap. 12 pág. 107 párr. 23 Dios fue su refugio y su consuelo ***
En segundo lugar, Jehová le revela esta emocionante noticia: “He dejado que siete mil permanezcan en Israel, todas las rodillas que no se han doblado a Baal, y toda boca que no lo ha besado” (1 Rey. 19:18). Así es: ¡Elías no estaba solo! Debe alegrarse muchísimo al enterarse de que esos miles de fieles israelitas se han negado a idolatrar a Baal. Ellos necesitan que él continúe con su servicio sagrado, que les dé un ejemplo de lealtad inquebrantable en esos tiempos tan tenebrosos. Las palabras que le transmite el mensajero de Jehová —la “voz calmada y baja”— sin duda lo conmueven profundamente. Después de todo, ¡era como si Dios mismo le estuviera hablando!

*** w11 1/7 pág. 22 Se dejó consolar por Dios ***
En segundo lugar, Jehová le revela esta emocionante noticia: “He dejado que siete mil permanezcan en Israel, todas las rodillas que no se han doblado a Baal, y toda boca que no lo ha besado” (1 Reyes 19:18). Elías no está solo, ni mucho menos. Debe de sentirse muy bien al saber que esos miles de fieles se han negado a idolatrar a Baal. Ellos necesitan que él continúe con su fiel servicio, que les dé un ejemplo de lealtad inquebrantable en tiempos tan tenebrosos. Las palabras del mensajero de Jehová —la “voz calmada y baja” de su Dios— sin duda lo conmueven profundamente.

*** it-2 pág. 507 Número ***
De vez en cuando los números se usan con un sentido aproximado, como números redondos. Por ejemplo: en el Salmo 90:10, donde el salmista habla acerca del límite de edad del hombre; posiblemente también en 1 Reyes 19:18 (siete mil que no se habían inclinado ante Baal), así como en 2 Crónicas 14:9 (el millón de etíopes derrotados por Asá).

(1 REYES 19:19)

“Por lo tanto, él se fue de allí y halló a Eliseo hijo de Safat mientras estaba arando con doce yuntas delante de él, y él con la duodécima. Elías, pues, cruzó a donde él y echó sobre él su prenda de vestir oficial.”

*** w14 1/2 pág. 12 Se mantuvo firme ante la injusticia ***
En cualquier caso, la Biblia dice que fue “a donde [Eliseo] y echó sobre él su prenda de vestir oficial” (1 Reyes 19:19). Esta prenda —probablemente de piel de oveja o de cabra— era una especie de capa que representaba la comisión especial que Elías había recibido de Jehová, de modo que el acto de ponérsela sobre los hombros a Eliseo estaba lleno de simbolismo. Elías cumplió con gusto la orden de Jehová de nombrar un sucesor.

*** w97 1/11 pág. 30 Un ejemplo de abnegación y lealtad ***
PARA un joven agricultor llamado Eliseo, lo que comenzó como un día normal de trabajo con el arado pasó a ser el día más significativo de su vida. Mientras efectuaba su labor en el campo, recibió una visita inesperada de Elías, el principal profeta de Israel. “¿A qué se deberá su visita?”, quizás se preguntó Eliseo. No tuvo que esperar mucho tiempo para averiguar la respuesta. Elías echó su prenda de vestir oficial sobre Eliseo, y de esa forma dio a entender que algún día este sería su sucesor. Eliseo no tomó a la ligera esta invitación. Abandonó su campo de inmediato para hacerse asistente de Elías. (1 Reyes 19:19-21.)

*** w97 1/11 págs. 30-31 Un ejemplo de abnegación y lealtad ***
Cuando se le invitó a servir de manera especial con Elías, el principal profeta de Israel, Eliseo dejó su campo inmediatamente para atenderle. Parece que algunas de sus tareas eran serviles, pues se le llegó a conocer como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías”. (2 Reyes 3:11.) No obstante, Eliseo consideraba que su trabajo era un privilegio, y siguió acompañando lealmente a Elías.
En la actualidad, muchos siervos de Dios manifiestan un espíritu de abnegación semejante a aquel. Algunos han dejado sus “campos”, es decir, sus medios de vida, para predicar las buenas nuevas en territorios distantes o para ser miembros de una familia Betel. Otros han viajado a países extranjeros a fin de trabajar en proyectos de construcción de la Sociedad. Muchos han aceptado lo que podrían considerarse tareas humildes. Sin embargo, ningún esclavo de Jehová efectúa un servicio insignificante. Jehová aprecia a todos los que le sirven de buena gana, y bendecirá su espíritu de abnegación. (Marcos 10:29, 30.)

*** it-1 pág. 172 Arar ***
A veces se daba el caso de que varios hombres trabajaban juntos, cada uno con una pareja o yunta de reses vacunas, arando surcos paralelos uno detrás del otro. En el caso de Eliseo, según se relata en 1 Reyes 19:19, él era el duodécimo y último, y por esta razón pudo detenerse sin interrumpir a nadie. Dejó el campo y usó la madera de sus aperos de labranza como leña para ofrecer los toros en sacrificio. (1Re 19:21.) En The Land and the Book (revisión de J. Grande, 1910, pág. 121), W. M. Thomson informa que un solo hombre podía sembrar con facilidad una zona que hubiesen arado un grupo de hombres.

*** it-1 pág. 798 Eliseo ***
ELISEO
(Dios Es Salvación).
Hijo de Safat y profeta de Jehová durante los siglos IX y X a. E.C. Fue el sucesor del profeta Elías. Jehová dirigió a Elías para ungir a Eliseo de Abel-meholá. Elías halló a este arando y echó sobre él su prenda de vestir oficial como señal de su nombramiento. (1Re 19:16.) Eliseo estaba arando detrás de doce yuntas de toros, “y él con la duodécima”. Es de interés que en el siglo XIX William Thomson (The Land and the Book, 1887, pág. 144) informó que los labradores árabes tenían la costumbre de trabajar juntos con sus pequeños arados, de modo que era fácil que un sembrador sembrase lo que araban en un día. Como se hallaba detrás del grupo, Eliseo podía pararse sin interrumpir el trabajo de los demás. El hecho de que sacrificase una yunta de toros y usase los aparejos como combustible habla en favor de la prontitud, resolución y aprecio de Eliseo por la llamada de Jehová. Después de preparar una comida, Eliseo partió sin dilación para seguir a Elías. (1Re 19:19-21.)

*** w90 1/9 pág. 16 ¿Aprenderá usted de las estaciones? ***
Usted pudiera leer lo siguiente sobre el nombramiento del sucesor de Elías: “Él [...] halló a Eliseo hijo de Safat mientras estaba arando con doce yuntas delante de él”. (1 Reyes 19:19.)

*** w90 1/9 pág. 16 ¿Aprenderá usted de las estaciones? ***
Eliseo estaba participando en una gran operación de arar cuando se le llamó para el servicio de profeta. Esto indica que probablemente el mes fue Tisri (septiembre-octubre), cuando ya había pasado el calor intenso del verano. Las primeras lluvias habían empezado a ablandar el terreno, lo cual facilitaba el arar y luego el plantar las semillas.

(1 REYES 19:20)

“Por lo cual él dejó los toros y se fue corriendo tras Elías y dijo: “Déjame, por favor, besar a mi padre y a mi madre. Entonces ciertamente iré siguiéndote”. Ante esto, él le dijo: “Anda, vuélvete; pues, ¿qué te he hecho yo?”.”

*** w97 1/11 pág. 30 Un ejemplo de abnegación y lealtad ***
PARA un joven agricultor llamado Eliseo, lo que comenzó como un día normal de trabajo con el arado pasó a ser el día más significativo de su vida. Mientras efectuaba su labor en el campo, recibió una visita inesperada de Elías, el principal profeta de Israel. “¿A qué se deberá su visita?”, quizás se preguntó Eliseo. No tuvo que esperar mucho tiempo para averiguar la respuesta. Elías echó su prenda de vestir oficial sobre Eliseo, y de esa forma dio a entender que algún día este sería su sucesor. Eliseo no tomó a la ligera esta invitación. Abandonó su campo de inmediato para hacerse asistente de Elías. (1 Reyes 19:19-21.)

*** w97 1/11 págs. 30-31 Un ejemplo de abnegación y lealtad ***
Cuando se le invitó a servir de manera especial con Elías, el principal profeta de Israel, Eliseo dejó su campo inmediatamente para atenderle. Parece que algunas de sus tareas eran serviles, pues se le llegó a conocer como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías”. (2 Reyes 3:11.) No obstante, Eliseo consideraba que su trabajo era un privilegio, y siguió acompañando lealmente a Elías.
En la actualidad, muchos siervos de Dios manifiestan un espíritu de abnegación semejante a aquel. Algunos han dejado sus “campos”, es decir, sus medios de vida, para predicar las buenas nuevas en territorios distantes o para ser miembros de una familia Betel. Otros han viajado a países extranjeros a fin de trabajar en proyectos de construcción de la Sociedad. Muchos han aceptado lo que podrían considerarse tareas humildes. Sin embargo, ningún esclavo de Jehová efectúa un servicio insignificante. Jehová aprecia a todos los que le sirven de buena gana, y bendecirá su espíritu de abnegación. (Marcos 10:29, 30.)

(1 REYES 19:21)

“Así que se volvió de seguirlo y entonces tomó una yunta de toros y los sacrificó, y con los aparejos de los toros coció su carne y luego la dio a la gente, y ellos procedieron a comer. Después de aquello se levantó y se puso a seguir a Elías y empezó a ministrarle.”

*** w97 1/11 pág. 30 Un ejemplo de abnegación y lealtad ***
PARA un joven agricultor llamado Eliseo, lo que comenzó como un día normal de trabajo con el arado pasó a ser el día más significativo de su vida. Mientras efectuaba su labor en el campo, recibió una visita inesperada de Elías, el principal profeta de Israel. “¿A qué se deberá su visita?”, quizás se preguntó Eliseo. No tuvo que esperar mucho tiempo para averiguar la respuesta. Elías echó su prenda de vestir oficial sobre Eliseo, y de esa forma dio a entender que algún día este sería su sucesor. Eliseo no tomó a la ligera esta invitación. Abandonó su campo de inmediato para hacerse asistente de Elías. (1 Reyes 19:19-21.)

*** w97 1/11 págs. 30-31 Un ejemplo de abnegación y lealtad ***
Cuando se le invitó a servir de manera especial con Elías, el principal profeta de Israel, Eliseo dejó su campo inmediatamente para atenderle. Parece que algunas de sus tareas eran serviles, pues se le llegó a conocer como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías”. (2 Reyes 3:11.) No obstante, Eliseo consideraba que su trabajo era un privilegio, y siguió acompañando lealmente a Elías.
En la actualidad, muchos siervos de Dios manifiestan un espíritu de abnegación semejante a aquel. Algunos han dejado sus “campos”, es decir, sus medios de vida, para predicar las buenas nuevas en territorios distantes o para ser miembros de una familia Betel. Otros han viajado a países extranjeros a fin de trabajar en proyectos de construcción de la Sociedad. Muchos han aceptado lo que podrían considerarse tareas humildes. Sin embargo, ningún esclavo de Jehová efectúa un servicio insignificante. Jehová aprecia a todos los que le sirven de buena gana, y bendecirá su espíritu de abnegación. (Marcos 10:29, 30.)

*** it-1 pág. 798 Eliseo ***
ELISEO
(Dios Es Salvación).
Hijo de Safat y profeta de Jehová durante los siglos IX y X a. E.C. Fue el sucesor del profeta Elías. Jehová dirigió a Elías para ungir a Eliseo de Abel-meholá. Elías halló a este arando y echó sobre él su prenda de vestir oficial como señal de su nombramiento. (1Re 19:16.) Eliseo estaba arando detrás de doce yuntas de toros, “y él con la duodécima”. Es de interés que en el siglo XIX William Thomson (The Land and the Book, 1887, pág. 144) informó que los labradores árabes tenían la costumbre de trabajar juntos con sus pequeños arados, de modo que era fácil que un sembrador sembrase lo que araban en un día. Como se hallaba detrás del grupo, Eliseo podía pararse sin interrumpir el trabajo de los demás. El hecho de que sacrificase una yunta de toros y usase los aparejos como combustible habla en favor de la prontitud, resolución y aprecio de Eliseo por la llamada de Jehová. Después de preparar una comida, Eliseo partió sin dilación para seguir a Elías. (1Re 19:19-21.)

(1 REYES 20:1)

“En cuanto a Ben-hadad el rey de Siria, este juntó todas sus fuerzas militares y también treinta y dos reyes con él, y caballos y carros, y procedió a subir y a poner sitio a Samaria y a pelear contra ella.”

*** it-1 pág. 307 Ben-hadad ***
2. Se vuelve a hacer mención de un rey sirio llamado Ben-hadad durante el reinado del rey Acab de Israel (c. 940-920 a. E.C.). Unos cinco años antes de la muerte de Acab, “Ben-hadad el rey de Siria” condujo las fuerzas combinadas de treinta y dos reyes, al parecer vasallos, contra Samaria, sitió la ciudad e instó al rey Acab a rendirse sin condiciones. (1Re 20:1-6.) Acab convocó una reunión de todos los ancianos del país, quienes le aconsejaron que resistiera. Luego, mientras las fuerzas sirias se preparaban para asaltar la ciudad y Ben-hadad y los otros reyes bebían hasta emborracharse en las cabañas que habían levantado, Acab, siguiendo el consejo divino, atacó por sorpresa el campamento sirio e infligió una derrota absoluta a sus enemigos. (1Re 20:7-21.)

*** it-1 pág. 951 Pueblos enemigos que atacaron a Israel ***
Siria 1Re 20:1-6, 26; 2Re 12:17, 18; 16:5-9

(1 REYES 20:11)

“A su vez, el rey de Israel contestó y dijo: “Háblenle: ‘El que se ciñe, no se jacte como el que se desabrocha’”.”

*** w05 1/7 pág. 31 Puntos sobresalientes del libro de Primero de los Reyes ***
20:11. Cuando Ben-hadad se jactó de que destruiría Samaria, el rey de Israel contestó: “El que se ciñe [la armadura para la guerra] no se jacte como el que se [la] desabrocha” cuando vuelve victorioso de la batalla. Cuando nos encaramos a una nueva tarea, tenemos que evitar la confianza excesiva del jactancioso (Proverbios 27:1; Santiago 4:13-16).

*** it-1 pág. 190 Armas, armadura ***
Cinturón. El cinturón militar de tiempos antiguos era una pretina de cuero que se llevaba alrededor de la cintura o de las caderas. La anchura podía variar entre 5 y 15 cm., y solía estar tachonado con hierro, plata u oro. De él pendía la espada, y a veces el cinturón mismo se sujetaba con una correa que pasaba por los hombros. (1Sa 18:4; 2Sa 20:8.) Un cinturón desabrochado indicaba desocupación (1Re 20:11), mientras que, por el contrario, el ceñirse los lomos o las caderas indicaba estar listo para la acción o la batalla. (Éx 12:11; 1Re 18:46; 1Pe 1:13, nota.)

(1 REYES 20:23)

“En cuanto a los siervos del rey de Siria, ellos le dijeron: “El Dios de ellos es un Dios de montañas. Por eso resultaron más fuertes que nosotros. Por lo contrario, pues, peleemos contra ellos en la tierra llana, [y ve] si no resultamos más fuertes que ellos.”

*** it-1 pág. 378 Caballo ***
Los caballos no se desenvuelven bien en terreno montañoso o accidentado. (Am 6:12.) Por eso, cuando el rey Acab de Israel derrotó al ejército de Siria, los siervos de Ben-hadad presentaron la excusa de que la derrota se había debido a que el Dios de Israel era “un Dios de montañas”, no de tierra llana, donde tienen ventaja los caballos y los carros. No obstante, Jehová dio a Israel la victoria incluso en la tierra llana. (1Re 20:23-29.)

(1 REYES 20:24)

“Y haz esta cosa: Remueve a los reyes cada uno de su lugar, y pon gobernadores en vez de ellos.”

*** it-1 págs. 307-308 Ben-hadad ***
Se había reorganizado a las fuerzas sirias y al frente de ellas se había colocado a gobernadores en el lugar de los treinta y dos reyes. Este cambio probablemente obedecía a que Ben-hadad pensaba que los gobernadores lucharían con más unidad y obediencia, y que tal vez se viesen más incentivados que los reyes debido a la posibilidad de recibir un ascenso. Sin embargo, el planteamiento militar de Ben-hadad contra las fuerzas israelitas, condicionado por la teoría de sus consejeros, resultó inútil, aunque su ejército era muy superior en número. Un profeta previno del ataque a los israelitas, que gozaron del respaldo de Jehová Dios, el Rey del universo. Las fuerzas sirias quedaron diezmadas, y Ben-hadad se refugió en Afeq. No obstante, Acab dejó en libertad a su peligroso enemigo, después que este le hiciese la siguiente promesa: “Las ciudades que mi padre le tomó a tu padre, las devolveré; y calles te asignarás a ti mismo en Damasco, lo mismo que mi padre asignó en Samaria”. (1Re 20:22-34.)
Hay diferentes pareceres en cuanto a si este Ben-hadad era el mismo rey sirio de los días de Baasá y Asá, o si, por otra parte, era su hijo o nieto. Para que Ben-hadad I (contemporáneo de Asá) fuese el Ben-hadad del tiempo de Acab e incluso el del tiempo de Jehoram (c. 917-905 a. E.C.), habría tenido que reinar unos cuarenta y cinco años o más, lo que no es imposible.
Sin embargo, los que sostienen que el rey sirio del día de Acab debería llamarse Ben-hadad II se basan en la promesa que le hizo a Acab mencionada antes. (1Re 20:34.) A primera vista parece decir que el padre de Ben-hadad había tomado algunas ciudades de Omrí, el padre de Acab. Si estas fueron las que tomó Ben-hadad I durante el reinado de Baasá, este rey sirio tuvo que haber sido el padre (o quizás simplemente el predecesor) de Ben-hadad II, el rey contemporáneo de Acab. Así mismo, el “padre” de Acab puede haber sido un antecesor real suyo, y no necesariamente un pariente consanguíneo, un antepasado directo. (Véase BELSASAR.)
No obstante, el hecho de que la promesa de Ben-hadad a Acab hiciera referencia a Samaria parece circunscribir la toma siria de ciudades israelitas al reinado de Omrí, ya que este rey construyó Samaria y más tarde la convirtió en la capital de Israel. Al parecer las “calles” se asignaron para poner bazares, o mercados, con el fin de favorecer el comercio israelita.
Independientemente de cuáles fuesen las circunstancias al tiempo de la toma de las ciudades israelitas, la prueba procedente de las Escrituras indica que era otro Ben-hadad quien reinaba en la época de Acab, así que se le puede denominar Ben-hadad II. Por lo visto, la promesa que hizo Ben-hadad II de devolver las ciudades de Israel que había tomado su padre no se cumplió por completo, pues en el último año del reinado de Acab, este rey israelita formó una alianza con Jehosafat en un vano intento de recuperar Ramot-galaad (al E. del Jordán) del poder de los sirios. Según parece, Ben-hadad II es el anónimo “rey de Siria” que en el transcurso de la batalla ordenó a los “treinta y dos jefes de los carros” que dirigiesen sus ataques contra Acab. (1Re 22:31-37.)

(1 REYES 20:26)

“Y a la vuelta del año aconteció que Ben-hadad procedió a reunir con fines militares a los sirios y a subir a Afeq para combate contra Israel.”

*** g94 8/3 pág. 29 Observando el mundo ***
Se descubre una ciudad bíblica
El periódico francés Le Figaro informa que un equipo de arqueólogos japoneses ha descubierto las ruinas de una de las cinco ciudades bíblicas de la antigüedad llamadas Afeq. Por años, algunos eruditos trataron de relacionar esta antigua ciudad con el pueblo moderno de Afiq, o Fiq, a 5 kilómetros al este del mar de Galilea, pero fue en vano. Sin embargo, el arqueólogo Hiroshi Kanaseki cree que el descubrimiento de parte de un muro antiguo en ʽEn Gev, en la costa del mar de Galilea, atestigua la ubicación de esta ciudad de Afeq en particular. Se la menciona en la Biblia en 1 Reyes 20:26 como el lugar en el que las fuerzas israelitas al mando del rey Acab infligieron una derrota al rey sirio Ben-hadad II.

*** it-1 pág. 63 Afeq ***
5. Ciudad mencionada en 1 Reyes 20:26 como el lugar de la derrota del rey sirio Ben-hadad II. Los sirios se retiraron a la ciudad, pero el muro cayó sobre ellos, y mató a 27.000 soldados. (1Re 20:29, 30.) También parece que este fue el lugar donde el moribundo profeta Eliseo le dijo al rey Jehoás que los sirios sufrirían futuras derrotas a manos de los israelitas. (2Re 13:17-19, 25.) Algunos eruditos ubican a la Afeq mencionada en estos textos a unos 5 Km. al E. del mar de Galilea, en el pueblo moderno de Afiq o Fiq, pero hasta la fecha no se han encontrado en ese lugar restos anteriores al siglo IV a. E.C. Sin embargo, en la cercana ʽEn Gev, en la costa del mar de Galilea, se han descubierto restos de una ciudad de los siglos X a VIII a. E.C.

(1 REYES 20:27)

“En cuanto a los hijos de Israel, se hallaban reunidos con fines militares y provistos, y empezaron a salir a su encuentro; y los hijos de Israel se pusieron a acampar enfrente de ellos como dos rebañuelos de cabras, mientras los sirios, por su parte, llenaban la tierra.”

*** it-1 pág. 38 Acab ***
Las fuerzas israelitas se dirigieron al lugar de la batalla, pero parecían “dos rebañuelos de cabras” en comparación con el imponente campamento sirio. Jehová prometió demostrar que los condicionamientos geográficos no afectan su poder. Con esta garantía, las fuerzas de Acab infligieron al enemigo una derrota aplastante. (1Re 20:26-30.)

(1 REYES 20:28)

“Entonces se acercó el hombre del Dios [verdadero] y dijo al rey de Israel, sí, pasó a decir: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Por razón de que los sirios han dicho: “Jehová es un Dios de montañas, y no es un Dios de llanuras bajas”, tendré que dar toda esta gran muchedumbre en tu mano, y ustedes ciertamente sabrán que yo soy Jehová’”.”

*** it-1 pág. 378 Caballo ***
Los caballos no se desenvuelven bien en terreno montañoso o accidentado. (Am 6:12.) Por eso, cuando el rey Acab de Israel derrotó al ejército de Siria, los siervos de Ben-hadad presentaron la excusa de que la derrota se había debido a que el Dios de Israel era “un Dios de montañas”, no de tierra llana, donde tienen ventaja los caballos y los carros. No obstante, Jehová dio a Israel la victoria incluso en la tierra llana. (1Re 20:23-29.)

(1 REYES 20:31)

“Así que sus siervos le dijeron: “Ve esto: nosotros hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes de bondad amorosa. Por favor, déjanos llevar sacos sobre nuestros lomos y sogas sobre nuestras cabezas, y déjanos salir al rey de Israel. Tal vez conserve viva tu alma”.”

*** it-1 pág. 607 Cuerda, soga ***
En un acto simbólico de sumisión y humillación abyecta, los sirios derrotados “se ciñeron de sacos los lomos, con sogas sobre las cabezas, y [fueron] al rey de Israel”, buscando el perdón de Acab para el rey sirio Ben-hadad II. Es posible que cada uno llevara una soga alrededor de la cabeza o del cuello. (1Re 20:31-34.)

*** it-2 pág. 688 Posturas y ademanes ***
Inclinarse también podía significar que se reconocía una derrota. (Isa 60:14.) Los que habían sido derrotados podían presentarse delante de sus conquistadores vestidos de saco y con sogas sobre la cabeza para solicitar misericordia. (1Re 20:31, 32.) Se cree que dichas sogas se colocaban alrededor del cuello para representar cautiverio y sumisión.

(1 REYES 20:32)

“Por lo tanto, se ciñeron de sacos los lomos, con sogas sobre las cabezas, y vinieron al rey de Israel y dijeron: “Tu siervo Ben-hadad ha dicho: ‘Por favor, deja vivir mi alma’”. A lo que dijo él: “¿Todavía está vivo? Es mi hermano”.”

*** it-2 pág. 688 Posturas y ademanes ***
Inclinarse también podía significar que se reconocía una derrota. (Isa 60:14.) Los que habían sido derrotados podían presentarse delante de sus conquistadores vestidos de saco y con sogas sobre la cabeza para solicitar misericordia. (1Re 20:31, 32.) Se cree que dichas sogas se colocaban alrededor del cuello para representar cautiverio y sumisión.

(1 REYES 20:34)

“[Ben-hadad] ahora le dijo: “Las ciudades que mi padre le tomó a tu padre, las devolveré; y calles te asignarás a ti mismo en Damasco, lo mismo que mi padre asignó en Samaria”. “Y en cuanto a mí, en un pacto te enviaré.” Con esto él celebró un pacto con él y lo envió.”

*** w05 1/7 pág. 31 Puntos sobresalientes del libro de Primero de los Reyes ***
20:34. Después que Jehová le dio la victoria a Acab sobre los sirios, ¿por qué le perdonó este la vida a su rey, Ben-hadad? En lugar de matar a Ben-hadad, Acab celebró un pacto con él, según el cual se le asignarían a Acab ciertas calles de Damasco, la capital de Siria, probablemente para establecer en ellas bazares o mercados. Con anterioridad, el padre de Ben-hadad también se había apropiado de ciertas calles de Samaria con fines comerciales. Por eso, se puso a Ben-hadad en libertad para que Acab pudiera fomentar su comercio en Damasco.

*** it-1 pág. 38 Acab ***
No obstante, de manera muy similar a como actuó el rey Saúl con Agag el amalequita, Acab perdonó la vida a Ben-hadad y celebró un pacto con él, según el cual se devolverían a Israel las ciudades capturadas y Acab podría asignarse ciertas calles en Damasco, probablemente para establecer en ellas bazares o mercados con el fin de fomentar su comercio en la capital siria. (1Re 20:31-34.) Al igual que en el caso de Saúl, Jehová condenó a Acab por ello y predijo calamidad futura para él y su pueblo. (1Re 20:35-43.)

*** it-1 págs. 307-308 Ben-hadad ***
Se había reorganizado a las fuerzas sirias y al frente de ellas se había colocado a gobernadores en el lugar de los treinta y dos reyes. Este cambio probablemente obedecía a que Ben-hadad pensaba que los gobernadores lucharían con más unidad y obediencia, y que tal vez se viesen más incentivados que los reyes debido a la posibilidad de recibir un ascenso. Sin embargo, el planteamiento militar de Ben-hadad contra las fuerzas israelitas, condicionado por la teoría de sus consejeros, resultó inútil, aunque su ejército era muy superior en número. Un profeta previno del ataque a los israelitas, que gozaron del respaldo de Jehová Dios, el Rey del universo. Las fuerzas sirias quedaron diezmadas, y Ben-hadad se refugió en Afeq. No obstante, Acab dejó en libertad a su peligroso enemigo, después que este le hiciese la siguiente promesa: “Las ciudades que mi padre le tomó a tu padre, las devolveré; y calles te asignarás a ti mismo en Damasco, lo mismo que mi padre asignó en Samaria”. (1Re 20:22-34.)
Hay diferentes pareceres en cuanto a si este Ben-hadad era el mismo rey sirio de los días de Baasá y Asá, o si, por otra parte, era su hijo o nieto. Para que Ben-hadad I (contemporáneo de Asá) fuese el Ben-hadad del tiempo de Acab e incluso el del tiempo de Jehoram (c. 917-905 a. E.C.), habría tenido que reinar unos cuarenta y cinco años o más, lo que no es imposible.
Sin embargo, los que sostienen que el rey sirio del día de Acab debería llamarse Ben-hadad II se basan en la promesa que le hizo a Acab mencionada antes. (1Re 20:34.) A primera vista parece decir que el padre de Ben-hadad había tomado algunas ciudades de Omrí, el padre de Acab. Si estas fueron las que tomó Ben-hadad I durante el reinado de Baasá, este rey sirio tuvo que haber sido el padre (o quizás simplemente el predecesor) de Ben-hadad II, el rey contemporáneo de Acab. Así mismo, el “padre” de Acab puede haber sido un antecesor real suyo, y no necesariamente un pariente consanguíneo, un antepasado directo. (Véase BELSASAR.)
No obstante, el hecho de que la promesa de Ben-hadad a Acab hiciera referencia a Samaria parece circunscribir la toma siria de ciudades israelitas al reinado de Omrí, ya que este rey construyó Samaria y más tarde la convirtió en la capital de Israel. Al parecer las “calles” se asignaron para poner bazares, o mercados, con el fin de favorecer el comercio israelita.
Independientemente de cuáles fuesen las circunstancias al tiempo de la toma de las ciudades israelitas, la prueba procedente de las Escrituras indica que era otro Ben-hadad quien reinaba en la época de Acab, así que se le puede denominar Ben-hadad II. Por lo visto, la promesa que hizo Ben-hadad II de devolver las ciudades de Israel que había tomado su padre no se cumplió por completo, pues en el último año del reinado de Acab, este rey israelita formó una alianza con Jehosafat en un vano intento de recuperar Ramot-galaad (al E. del Jordán) del poder de los sirios. Según parece, Ben-hadad II es el anónimo “rey de Siria” que en el transcurso de la batalla ordenó a los “treinta y dos jefes de los carros” que dirigiesen sus ataques contra Acab. (1Re 22:31-37.)

*** it-1 pág. 395 Calle ***
Ben-hadad le ofreció a Acab asignarse “calles” en Damasco, probablemente para que abriese en ellas bazares o mercados con el fin de fomentar su comercio en la capital siria. (1Re 20:34.)

*** it-1 pág. 623 Damasco ***
Ben-hadad le ofreció a Acab asignarse “calles” en Damasco, probablemente para que abriera en ellas bazares o mercados con el fin de fomentar su comercio en la capital siria. (1Re 20:34.)

*** it-2 pág. 918 Samaria ***
Durante la última parte del reinado de Acab, el rey sirio Ben-hadad II sitió Samaria, jactándose de que la arrasaría tanto que no quedaría siquiera polvo para llenar las manos de sus soldados. Sin embargo, se dio la victoria a los israelitas para que Acab supiera que Jehová es el Dios Todopoderoso. (1Re 20:1-21.) En una segunda confrontación menos de un año después, cuando Ben-hadad fue obligado a rendirse, Acab le dejó marchar con la promesa de que devolvería a Israel sus ciudades y que ‘asignaría calles’ en Damasco a Acab, tal como el padre de Ben-hadad se había asignado calles en Samaria. (1Re 20:26-34.) Las “calles” que se asignó el padre de Ben-hadad debieron ser para abrir bazares o mercados a fin de promover sus intereses comerciales. No obstante, Acab volvió a Samaria triste y descorazonado, porque Jehová le dijo que perdería su vida por haber perdonado la de Ben-hadad. (1Re 20:35-43.)

(1 REYES 20:35)

“Y cierto hombre de los hijos de los profetas dijo a su amigo por la palabra de Jehová: “Hiéreme, por favor”. Pero el hombre rehusó herirlo.”

*** it-2 pág. 728 Profeta ***
Aunque a menudo compartían el alojamiento y la comida, es posible que también recibiesen asignaciones individuales para salir en misiones proféticas. (1Re 20:35-42;

(1 REYES 20:40)

“Y aconteció que, estando activo tu siervo aquí y allí, pues, aquel mismo se había ido”. Ante esto, el rey de Israel le dijo: “Tal es tu propio juicio. Tú mismo lo has decidido”.”

*** it-1 pág. 1202 Ilustraciones ***
4) Incluso cuando se emplean con el fin de corregir a una persona, las ilustraciones se pueden usar para evitar el prejuicio del oyente y que su mente se obceque por causa de dicho prejuicio, con lo que se consigue más de lo que se lograría si se hiciese una exposición directa de los hechos. Tal fue el caso cuando Natán reprendió al rey David por su pecado con Bat-seba y Urías. (2Sa 12:1-14.) Asimismo, el empleo de una ilustración hizo que el inicuo rey Acab, sin darse cuenta, sopesase los principios implicados en su propio caso —cuando desobedeció al perdonarle la vida al rey Ben-hadad de Siria, un enemigo de Dios— y profiriese un juicio condenándose a sí mismo. (1Re 20:34, 38-43.)

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